Por Dagoberto Valdés Hernández
Cuba necesita solidaridad… y la tiene. De eso soy testigo en este otoño europeo más frío climáticamente que de costumbre, pero más cálido y solidario que nunca.
Como se va haciendo costumbre, después de las regulaciones migratorias de enero de 2013, una delegación de cubanos y cubanas, de los más diversos sectores de la sociedad civil, participó en varios eventos internacionales.
En Praga, participé por segundo año consecutivo en Foro 2000, el evento internacional más importante de la República Checa. Este año el tema de estudio y debate fue “La democracia y sus descontentos”. Excelente oportunidad para desmitificar los modelos utópicos y constatar que todas las democracias tienen sus defectos y limitaciones, pero lo importante es que los ciudadanos gocen de la libertad y los derechos universalmente reconocidos para trabajar pacíficamente por mejorar sus sistemas democráticos y los peores enemigos que la acechan: la corrupción y la apatía política rayana en el desencanto de las instituciones que son la base y la garantía de la convivencia civilizada en toda nación.
Cuba y sus delegados pudimos participar en varios paneles sobre medios de comunicación, artes, sociedad civil, derechos humanos y democracia. Los delegados a Foro 2000 este año fuimos: Yoani Sánchez, René Gómez Manzano, Antonio González Rodiles, Manuel Cuesta Morúa (que lamentablemente no pudo asistir por razones ajenas a su voluntad, que en la actualidad han quedado resueltas) y un servidor.
El jurista René Gómez Manzano y el autor de esta crónica fueron recibidos por el vicecanciller Drulak en la sede del Ministerio de Relaciones Exteriores. El encuentro fue mutuamente respetuoso y cordial. El senador Schwarzenberg, presidente del Comité de Relaciones Internacionales del parlamento checo, recibió a todos los delegados que pudieron asistir a lo que fue un amistoso encuentro entre viejos amigos de Cuba, perseverantes en su interés por el progreso y la democracia en Cuba y por la posibilidad de poder ejercer una solidaridad más cercana y efectiva.
En Varsovia, tuve la dicha de poder formar parte de una delegación mayor, formada por casi dos decenas de cubanos y cubanas de las más diversas profesiones, compromisos cívicos y pluralidad de opiniones. Juristas, periodistas, activistas de derechos humanos, animadores de proyectos socioculturales, expresos políticos y un pastor evangélico, enriquecieron los debates y estudios organizados por el Instituto Lech Walesa para celebrar los 25 años de la caída del Muro de Berlín.
La delegación cubana tuvo el honor de ser recibida por esa leyenda viva de la historia del siglo XX que es el expresidente Lech Walesa, líder del Sindicato Solidaridad y principal protagonista de la Mesa Redonda en la que se concretó el diálogo con el gobierno comunista y la pacífica transición hacia la democracia. El presidente Walesa narró sus experiencias en esa etapa decisiva en el siglo pasado, reafirmó su convicción de que cada pueblo es y debe ser protagonista de su propia historia y dijo confiar en la capacidad de los cubanos y cubanas, todos, para hacer de Cuba un país próspero y democrático.
El viceministro de Relaciones Exteriores de la República de Polonia recibió a la delegación caribeña en la sede de este organismo. Los cubanos expusieron su deseo de que la diplomacia del pragmatismo no sustituyera a la diplomacia de la solidaridad, presentaron cuatro puntos de interés de la sociedad civil cubana que han alcanzado un consenso significativo y creciente: la liberación de todos los presos políticos y de los que están con licencia extrapenal, el cese de la represión a los activistas prodemocracia, la ratificación e implementación de los Pactos de Derechos Humanos de la ONU y de la Convención de la OIT, así como el reconocimiento de la sociedad civil cubana como interlocutora válida tanto al interior del País como por parte de la comunidad internacional. El amistoso encuentro se caracterizó por el clima cordial y solidario, por un gran respeto a la soberanía de Cuba y de los cubanos, por un intercambio franco y sereno.
Además de los talleres de estudio pudimos visitar lugares de interés como la Alcaldía de Józefów, escuelas, universidades, el Museo de la Memoria, una cárcel en Varsovia, un antiguo campo de concentración, estudios de la Televisión polaca y un encuentro con un líder de Solidaridad, el Sr. Wujec, actual Ministro de la Presidencia, que dialogó con nosotros en la sede del Palacio Presidencial.
Algunos de los participantes, entre ellos el pastor Mario Lleonart, Elizardo Sánchez y el que escribe, pudimos participar en la Misa y Concierto por el 30 aniversario del martirio del Padre Jerzy Popieluszko, en el santuario que se erige junto a su tumba cubierta de flores y banderas de Solidaridad. Entrañable experiencia espiritual que pudimos celebrar en el más amplio clima ecuménico, un pastor evangélico, un antiguo militante de la juventud del Partido Socialista Popular y un laico católico. Así desearía que fuera el futuro de Cuba, así lo pedí insistentemente junto a los restos gloriosos de un mártir de la convivencia en justicia, paz y libertad. Mi esperanza en ese futuro de Cuba, una y diversa, llegó al clímax cuando recibí el abrazo fraterno del Pastor y pude ver al viejo luchador por los derechos humanos en Cuba inclinarse reverente para colocar, con mano segura y devota, una vela encendida junto a la tumba del sacerdote mártir. Otras había colocado en su peregrinar al cementerio donde descansan Kuron, Romaszewski, Mazowiecki y otros héroes polacos.
El encuentro fraterno con fieles amigos polacos que han servido a la milenaria Polonia en suelo cubano y de reconocidos periodistas, fue el mejor regalo para los pocos tiempos de descanso de esta memorable visita al corazón de Europa.
Además, tuve la oportunidad de visitar Madrid y ofrecer una conferencia sobre la sociedad civil cubana, la construcción de consensos y la búsqueda de un nuevo paradigma de unidad en la diversidad.
Comparto con los lectores de Convivencia, mis impresiones personales acerca de este itinerario de solidaridad:
1. Pude apreciar el crecimiento y la madurez de la sociedad civil cubana reflejados en el respeto a los diferentes, el aprecio del pluralismo y la diversidad, el ejercicio de las prácticas democráticas y participativas, la superación de la queja estéril por una nueva etapa de propuestas con actitudes proactivas, y sobre todo, el avance en la construcción de consensos y proyectos de futuro para Cuba.
2. La solidaridad de países amigos de larga comunión cultural con Cuba adquiere hoy una nueva dimensión que se concreta en el reconocimiento de la legitimidad de la sociedad civil cubana como interlocutora válida.
3. El futuro pacífico y próspero de Cuba, su soberanía y la de sus ciudadanos como protagonistas de su propia historia, mediante un proceso de democratización y solidaridad, fue el común denominador entre visitantes y anfitriones.
Cada vez que tengo la oportunidad de visitar países amigos regreso más cubano, con más arraigo y amor a mi País, a su historia, a sus gentes y a su cultura. Cada vez que regreso vengo con más esperanza y, sobre todo, con más deseos de permanecer en mi tierra, más energía para trabajar por ella y más convencido de que solo tejiendo una convivencia pacífica, laboriosa y feliz, podremos abrirnos al mundo y a un futuro prometedor.
Dagoberto Valdés Hernández (Pinar del Río, 1955).
Ingeniero agrónomo. Premios “Jan Karski al Valor y la Compasión” 2004, “Tolerancia Plus” 2007 y A la Perseverancia “Nuestra Voz” 2011.
Dirigió el Centro Cívico y la revista Vitral desde su fundación en 1993 hasta 2007.
Fue miembro del Pontificio Consejo “Justicia y Paz” desde 1999 hasta 2006.
Trabajó como yagüero (recolección de hojas de palma real) durante 10 años.
Es miembro fundador del Consejo de Redacción de Convivencia y su Director.
Reside en Pinar del Río.