“Cuba mira ya a su futuro con esperanza” -dijo el Papa Benedicto XVI en su visita a la Isla del Caribe. Y con Caridad, me atrevo a rogar hoy y siempre.
En efecto, como he reiterado en muchas ocasiones, es hora de mirar al futuro, de superar con verdad, justicia y magnanimidad el pasado y comenzar a edificar el porvenir desde este crítico presente que vivimos todos, los de la Isla y los de la Diáspora, la única e indivisible nación cubana.
Insisto una vez más: Cuba necesita hijos e hijas que se pongan a pensar, a rezar y a preparar un futuro en libertad, progreso y felicidad. En esta Fiesta de la Virgen de la Caridad de El Cobre, los invito a meditar sobre la necesaria presencia de nuestra Madre y Patrona en un en un porvenir en “que quepamos todos”.
Comencemos por vislumbrar los desafíos del futuro para Cuba teniendo en cuenta y sin amnesia, pero sin rencor ni venganza, lo que hemos vivido a lo largo de los últimos 60 años:
Desafíos del mañana
– Cuba necesitará cerrar sus heridas y perdonar los crímenes y errores cometidos.
– Cuba necesitará sacar de esas fallas las lecciones de la historia para que no se repitan.
– Cuba necesitará sanar el daño antropológico que es el mayor fracaso de los totalitarismos.
– Cuba necesitará superar el analfabetismo ético, cívico y político fruto de la ideologización.
– Cuba necesitará un profundo proceso de reconciliación y de paz.
– Cuba necesitará “pasar página” sin amnesia y con verdad y justicia, para poder dedicarse a trabajar, progresar y reír.
– Cuba necesitará edificar instituciones democráticas fuertes e inviolables para superar el caudillismo y los autoritarismos de todo signo político.
– Cuba necesitará, sobre todo, una sólida reconstrucción moral para sanar la corrupción, las mafias y los Estados fallidos.
La misión de la Madre
Cuba, como nación y en la identidad personal de sus hijos e hijas, es un país plural. Debemos seguir respetando esa diversidad de todo tipo: religiosa, filosófica, política, social y cultural. Lo importante para el futuro es la inclusión, la participación democrática y la convivencia fraterna.
Respetamos, nosotros también, a los hijos e hijas de Cuba que opten por diversas expresiones de su espiritualidad. Sin embargo, los creyentes debemos aportar la nuestra en la variopinta edificación del porvenir cubano.
Según la mayoría de los etnólogos y demás estudiosos socioculturales, la Virgen de la Caridad de El Cobre, ha entrado para siempre en el imaginario popular criollo. Y no solo eso, que es bastante, sino que agnósticos, creyentes y ateos coinciden en que es un símbolo de la cultura cubana.
Los católicos y mucha gente de religiosidad popular sincrética, que formamos parte inseparable de ese pueblo y de esa identidad cultural, sabemos que la fe, cuando es bien vivida y bien comprometida, puede ser un aporte valioso a la reconstrucción moral, espiritual y material de la Nación. Cuando este componente religioso se rechazó, persiguió o ignoró en nuestra historia, como ha pasado en los últimos 55 años, entonces en lugar del hombre nuevo, nace el hombre invertebrado y corrupto. Esto no quiere decir que una religión debe ser obligatoria, esto es tan dañino como lo anterior, sino que la espiritualidad de un pueblo no puede ser proscrita porque el pueblo pierde su alma.
Para salvar el alma de la Nación, para que Cuba respire en la diversidad de sus espiritualidades, para que nuestra cultura no se marchite sin espíritu, recordemos aquel verso fundacional de nuestra mayor poetisa del siglo XX, Dulce María Loynaz: “el que no ponga el alma de raíz, se seca”. [2]
La presencia y la inspiración del mensaje de la Virgen de la Caridad, llamada por Juan Gualberto Gómez como “emblema patrio”, pueden ayudar a la reconstrucción del futuro de Cuba en fraternidad y paz. Esto creo yo:
– La Virgen de la Caridad dispensa la Gracia de su Hijo Jesús que nos perdona a todos y nos sana.
– La Virgen de la Caridad nos dice en su Magnificat (Lucas 1, 46-56) sus propias lecciones de vida.
– La Virgen de la Caridad engendró del Espíritu Santo al único Hombre Nuevo que puede salvar.
– La Virgen de la Caridad, maestra de Jesús en Nazaret, nos educa en la virtud y el civismo.
– La Virgen de la Caridad, madre de todos los cubanos, es mediadora de reconciliación y paz.
– La Virgen de la Caridad animará nuestro trabajo, indica el verdadero progreso y nos enseña que en el servir está la auténtica felicidad.
– La Virgen de la Caridad, madre del colegio de los apóstoles, nos entrenará a trabajar en equipo y a superar los falsos mesianismos.
– La Virgen de la Caridad, la purísima, va delante de nosotros sembrando los valores morales y espirituales de su hijo Jesús, por eso nadie con tanta ternura y fidelidad como ella podrá inspirarnos en la reconstrucción ética de la nación cubana.
El futuro de Cuba necesita de esta cobija maternal en que nos sintamos todos como miembros plenos del Hogar nacional. Elevemos esta plegaria que compuse hace años (8 septiembre de 2002), en momentos duros, a la Caridad, la Virgen de las yaguas:
Plegaria de un yagüero a la Virgen de la Caridad
Virgen de la Caridad,
Cobija de todos los cubanos,
Ave Marinera y Tabla de salvación
del que zozobra y del que sufre.
Bajo tu Ternura nos guarecemos
de la nostalgia y de la falta de libertad.
Blanca y silvestre Mariposa
que nuestra alma no se corrompa,
danos la transparencia de la honestidad y de la coherencia.
Himno de Gratuidad y de Servicio,
Magnificat de los pobres:
Concédenos ser una ofrenda permanente
en el ara de la Cruz y de la Patria
de modo que todo lo que hagamos y soñemos
sea para hacer de Cuba un Hogar nacional.
Escudo de los que son oprimidos,
mira a la Perla que llora,
a la Llave encerrada,
a la Palma que se deshoja
por la pérdida de sus hijos.
Cobija a nuestra Nación con el guano de tu Ternura.
Envuelve nuestra historia con la yagua de tu Memoria.
Reconstruye nuestro futuro con el cogollo de tu Virtud.
Estrella de la mañana,
que anuncias un nuevo día:
Apresura para Cuba
el alba de la libertad.
Amén.
Dagoberto Valdés Hernández (Pinar del Río, 1955).
Ingeniero agrónomo. Premios “Jan Karski al Valor y la Compasión” 2004, “Tolerancia Plus” 2007 y A la Perseverancia “Nuestra Voz” 2011.
Dirigió el Centro Cívico y la revista Vitral desde su fundación en 1993 hasta 2007.
Fue miembro del Pontificio Consejo “Justicia y Paz” desde 1999 hasta 2006.
Trabajó como yagüero (recolección de hojas de palma real) durante 10 años.
Es miembro fundador del Consejo de Redacción de Convivencia y su Director. Reside en Pinar del Río.