Por Yoandy Izquierdo Toledo
“De América soy hijo y a ella me debo” decía el más universal de los cubanos, José Martí. Y ese ha sido el sentimiento de pertenencia y amor al terruño que, un grupo de seis cubanos, ha vivido en las jornadas compartidas con amigos que se dedican al desarrollo social en Colombia. Nos unen los ritmos musicales, la hospitalidad, el idioma, pero por sobre todas esas cosas, la misma sangre americana que baña nuestras venas y arterias.
Los cubanos arribamos a “la Atenas de América” en la tarde noche del 20 de febrero para participar en un programa de actividades cuyos objetivos principales fueron: fortalecer el trabajo en equipo, conocer e intercambiar experiencias sobre temas de interés con grupos y académicos colombianos y comprender teoría y elementos de economía y manejo de datos. Todo ello aparejado a actividades prácticas y visitas a sitios de interés cultural. Los participantes de Convivencia fueron: Jorge Ignacio Guillén Martínez, estudiante de Economía en la Universidad de La Habana y quien escribe.
Las actividades tuvieron sede en un maravilloso recinto llamado FundeSuperior, institución dedicada, entre otras actividades, a impartir diplomados y cursos en salud, idiomas, artes, y formación-actualización docente como Escuela de Altos Estudios Pedagógicos. Todo comenzó con el ejercicio de análisis de los axiomas de la comunicación establecidos por Paul Watzlawick. Así pudimos aprender que es imposible no comunicar y que los intercambios comunicacionales pueden ser tanto simétricos como complementarios. Lo corroboramos en cada visita cultural, en cada dinámica de grupo, en cada cena, en cada jornada de descanso: inevitablemente estábamos comunicando nuestro sentir, contando nuestras experiencias y ¿por qué no? también trabajando y aprendiendo.
Sería imposible narrar todos los momentos que estuvieron cargados de mucho nivel de conocimiento, profesionalidad, dedicación y entrega. Por solo mencionar algunos de ellos: la conferencia sobre “Gestión estratégica de datos para organizaciones de la sociedad civil”; “Economía de mercado: centralización-descentralización” impartida por el Director del Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos (CERAC) y Profesor Asociado de Economía en la Pontificia Universidad Javeriana. (En esta institución, y por iniciativa de este maravilloso educador, también participamos, junto a sus alumnos de tercer año de ciencias económicas, en un taller que preparó sobre “Análisis económico de conflictos en la realidad cubana”. Este intercambio con jóvenes educandos que, aplicaron rápidamente sus conocimientos y conceptos de su rama a la situación actual del pueblo de Cuba, fue otra muestra de nuestro valor latinoamericanista, independiente de credos e ideologías). Otro de los encuentros-cumbre fue la jornada con el empresario social, educador y presidente de “Yo creo en Colombia” con su conferencia “¿Por qué creer en Cuba?”. Aprendimos algunas herramientas para pasar de lo que él llama círculo vicioso al círculo virtuoso, conocimos los pasos para convertirnos en multiplicadores de un mensaje positivo, comprometido con la realidad y que llegue a todos y compartimos una de sus frases, que ya he hecho mía: “El cuento que no contamos, no cuenta”. Un punto en común, con nuestro Proyecto Convivencia, y que reflejó en muchos momentos compartidos, fue que su organización (“Yo creo en Colombia”) teje redes, construye puentes y se inventa trampolines. Ese también ha sido el programa y la meta de Convivencia en estos ocho años.
Participamos, además, en visitas a centros de interés cultural como la Biblioteca Pública Virgilio Barco, la Plaza Bolívar donde está la Catedral Primada de Colombia, el Palacio de Justicia y la sede del Parlamento y subimos a la cima del Cerro de Monserrate. En la plataforma de este último, junto a la imponente iglesia que se eleva a 3127 metros sobre el nivel del mar, se puede apreciar una espectacular vista panorámica de la ciudad de Bogotá y sus alrededores. Allí, quizá por la cercanía al cielo, por el fuerte repicar de las campanas que me llevaron a Misa, o por el vía crucis esculpido en bronce que adorna el camino hacia el santuario, recé por nuestra Cuba y puse como ofrenda ante la Virgen Negra de Monserrate y ante el Cristo Caído que reposa en el altar, el vía crucisde los cubanos.
El jueves 26 de febrero tuvimos la oportunidad de participar en la inauguración de la exposición sobre la libertad de expresión “Paso a paso” en la Alianza Francesa de Bogotá; como signo de comunión de los bogotanos con las miles de voces que se alzan contra los flagelos de la violencia mediática y de todo tipo y contra la falta de libertad de expresión. La ocasión también devino homenaje a las víctimas del atentado contra el semanario satírico Charlie Hebdo.
Por si no fuera poco el empeño de los organizadores para lograr un evento de altísima calidad, prepararon la mejor de las actividades para el último día de trabajo: una shadow visit o visita sombra, consistente en acompañar a un director de una organización relacionada con nuestro trabajo y así poder vivenciar la estructura interna, el desempeño diario, las dinámicas de trabajo con su equipo y los desafíos y metas de cada organización. Tuve el privilegio de compartir el día, junto a otro de los cubanos, con Pedro Medina, el Presidente de “Yo creo en Colombia”. Fue otro de esos días cargado de adrenalina que comenzó en su casa, a la que llama “Museo de la paz”, con un desayuno de trabajo. Los días de Pedro parecen no tener 24 horas. Fuimos al Congreso Anual de la Compañía Aseguradora POSITIVA donde impartiría una conferencia magistral, visitamos la Corporación Universitaria Iberoamericana en entrevista con su Rectora y Vicerrector, estuvimos en el Instituto Colombiano de Desarrollo Rural (INCODER) y en Caracol Radio, la segunda cadena más importante de Colombia. Al final del día, luego de tantas enseñanzas, cercanía con este maestro de pueblo del que aprendes con tan solo una mirada o un gesto, quiso él, para seguir siendo genial, grabar en su computadora portátil en el auto donde nos trasladábamos, un pequeño video-conclusiones del maravilloso día. Habló él de halagos inmerecidos hacia este joven cubano y hablé yo agradeciéndole sinceramente la experiencia compartida. Le obsequié una postal de Cuba, con mi agradecimiento escrito para que quedase por siempre y expresé que haber vivido un día en libertad con una persona de su talla me había hecho sentir más cubano, más orgulloso de mi pueblo, más unido con Latinoamérica y el mundo y me había logrado provocar también la frase y programa “Yo creo en Cuba”. Del día con Pedro, como también le expresé, me quedan muchísimas cosas que quizá pueda resumir en una frase, también suya: “No hay que ser número uno: hay que ser únicos”. En otras palabras lo dijo en su vista a Cuba en 1998 san Juan Pablo II: “… deben ser protagonistas de su propia historia…”
Los demás cubanos, en este ejercicio de la “visita sombra”, también disfrutaron de experiencias asombrosas y muy productivas. Unos participaron de un día en el CERAC adquiriendo conocimientos y en la elaboración de su “Semanario de análisis en seguridad”. Otros compartieron jornada con el Director Ejecutivo de la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP). Al final del día nos reunimos todos, profesores, organizadores y cubanos receptores para intercambiar vivencias y conocimientos adquiridos, haciendo de la jornada un momento sin igual.
Como expresamos todos en las evaluaciones y conclusiones, repetimos ahora, en nombre de Convivencia y sus participantes en el evento, nuestro agradecimiento hacia los organizadores, profesores y todas las personas que nos mostraron a una Colombia que atesora muchas más riquezas e historias que las tristes páginas escritas por las FARC. Al mismo tiempo que pudimos mostrar nuestra visión de la realidad económica, política y social de Cuba que muchas veces no es conocida por la incoherencia que existe entre la imagen que se da al mundo y la verdadera situación en que viven los cubanos de a pie. Quisiera terminar con unas GRACIAS infinitas y una frase de José Martí, con quien comencé esta especie de crónica apretada, que nos coloca, una vez más, a América en el corazón: “No hay patria en que pueda tener el hombre más orgullo que en nuestras dolorosas repúblicas americanas”.
Yoandy Izquierdo Toledo (Pinar del Río, 1987).
Licenciado en Microbiología.
Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.
Responsable de Ediciones Convivencia.
Reside y trabaja en La Habana.