Por Maikel Iglesias Rodríguez
A pesar de las disímiles incertidumbres, que pueden generarse en Cuba, producto del advenimiento de un nuevo año, mientras las mega-estructuras sociales se mantienen decadentes o estáticas, muchas personas por su propia voluntad, se empeñan en incentivar los fundidos motores civiles de nuestra nación, mediante el diálogo desde perspectivas múltiples y las propuestas derivadas de tales interacciones. Un ejemplo muy paradigmático de esto, es el grupo de cubanas y cubanos residentes en el poblado de Guanajay, los cuales todos los meses, desatravesan la noche de un miércoles, hacen confluir el curso de sus agendas particulares para reunirse y, pensar respetuosos, a fondo, sobre los temas más importantes de la vida.
La biblioteca de la centenaria parroquia de san Hilarión Abad, es la sede habitual de estos talleres, donde concurren saber y creación de pensamientos plurales, sin menoscabo alguno de aquellas esencias que hacen diferentes el microrrelato de cada individuo. Pienso que más allá de la fe, que abriga los espíritus de los fundadores y continuadores de esta iniciativa fértil, depende en gran medida su esplendor de notas que se sostienen sin desafinarse, de los frutos que han logrado cosechar en este enclave tan significativo para la historia cubana los guanajayenses; los quince años de la revista El Pensador, hija legítima de esta comunidad católica, es un candil que nunca deja a oscuras los valores de quienes la edifican y acogen en sus íntimos espacios.
Sin embargo, la apertura a diversas visiones de la realidad insular, surgidas con independencia de los tradicionales poderes del Estado, es uno de los secretos que mantiene vivo los sueños de los participantes en estos talleres, a pesar de los obstáculos de toda índole, que han tenido que afrontar en estos años duros, en épocas de templos en reparación y una necesidad urgente de renovaciones más trascendentales, que las últimas reformas económicas que han venido suscitándose en nuestro país. Fue por ello que los organizadores de estas citas con la patria, los derechos y deberes en el municipio de Guanajay, tuvieron a bien, antes de que concluyera el año 2013, invitar a convivir con sus ideas, emociones y experiencias múltiples, a la destacada economista y educadora cubana Karina Gálvez Chiú.
Y allí se hizo presente con toda su luz, elocuencia y caudales fecundos, esta mujer apasionada de la libertad y el crecimiento espiritual del ser humano. Después de haberse trasladado a esta parroquia -que fuera bautizada con el nombre de uno de los santos padres del desierto-, a través de la averiada autopista nacional por casi una distancia equivalente a 100 kilómetros, junto a otros miembros del proyecto Convivencia, Karina mostró energía, criterios propios, humildad y perspicacia suficientes para conectar con todo el auditorio y compartir con sencillez profunda, su visión acerca de asuntos económicos que le competen a la familia cubana.
Aunque nadie hizo confeso de manera pública, su implicación directa con el llamado trabajo por cuenta propia, el cual devino en el foco de interés principal de este taller, ninguno mostró indiferencia al debate que se desplegase en predios eclesiales, luego de que la licenciada Gálvez Chiú, expusiera sus ideas sobre el tema en cuestión, el cual tenía nada más y nada menos que el flamante título: “Trabajo por cuenta propia en Cuba hoy. Trabas y oportunidades.” Extracto de una conferencia magistral que Karina impartiera unos meses atrás, en el Encuentro de la Asociación para los Estudios de la Economía Cubana (ASCE), celebrado en Miami.
Como nota remarcable de esta reposición en casa, de tan significativa ponencia, la invitada principal de la noche, declaró a los participantes el gran reto que le suponía hablar en suelo patrio de asuntos medulares y bien conocidos por todos, al tiempo que manifestó también su alta motivación para conversar abiertamente de estos temas en su propio país. Tras el gentil preámbulo que corriera a cargo del señor Ángel Mesa, miembro del consejo de redacción de la revista El Pensador, y uno de los principales promotores de estos diálogos; la conferencista dispuso de 30 fructíferos minutos, para revelar su enfoque con argumentos consistentes y claridad meridiana, desatándose más tarde, una ola de consideraciones valiosas y disímiles.
Las decenas de personas que se dieron cita entre los anaqueles de la parroquia del santo anacoreta, coparon la noche de inquietudes, preguntas y disquisiciones sobre el estado actual de la nación cubana, y los lugares a donde debería encaminarse su futuro; muchos concordaron con la ponente en la necesidad del reconocimiento de la propiedad privada y un mercado mayorista eficaz, para impulsar a buen destino las reformas económicas que precisamos. Debo significar también, la acertada labor de la señora María del Carmen Gort, quien demostró ser una animadora inteligente y muy sensible para conducir con equilibrio el complejo debate.
En las postrimerías de un año, muy exigido en convertirse en punto de inflexión para el despegue de la economía cubana y el incremento de oportunidades que permitan el progreso de una sociedad abierta y armónica en niveles admirables, tanto para el mundo como para sí misma; no solo se habló de absurdas trabas burocráticas y altísimos impuestos, o de la necesidad de ampliar las listas de oficios medievales que confieren un marco de legalidad insuficiente para que se desarrollen sin prejuicios, todos los talentos de los individuos que conforman la Nación. Más que nada se propuso, en un poblado con nombre de raíz aborigen, estimular estas formas de pequeñas empresas que llaman trabajo por cuenta propia, porque entrena nuestro espíritu de emprendedores naturales y encarna la cimiente de una obra superior.
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Maikel Iglesias Rodríguez (Pinar del Río, 1980).
Poeta, médico y fotógrafo.
Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.