EDITORIAL 52: LA LENTITUD Y SUPERFICIALIDAD DE LAS REFORMAS Y LA AGUDIZACIÓN DE LA CRISIS ECONÓMICA EN CUBA

Esa nueva crisis o recesión económica es descrita así por las principales autoridades del país. El ministro de Economía y Planificación de Cuba, Sr. Marino Murillo, ha expresado el pasado 8 de julio ante la Asamblea Nacional:
“Desde diciembre veníamos presentando limitaciones y restricciones financieras, motivado, fundamentalmente, por la caída de los ingresos por las exportaciones y limitaciones en los aseguramientos de combustible. Eso nos ha puesto en una situación tensa para enfrentar la economía en el segundo semestre en que hay que tomar un grupo de medidas emergentes” (Granma, 9 de julio de 2016, pág. 6).
A continuación el ministro resume:
“¿Qué nos está faltando? Divisas por incumplimiento de los ingresos, y nos está faltando disponibilidad de combustible, porque no ha llegado al país todo lo que teníamos previsto que entrara… con esas dos limitaciones se han propuesto estas tres medidas: rebajar gastos líquidos, no ejecución de los créditos, y ajustar el consumo de los portadores energéticos” (ídem).
El General Presidente, Sr. Raúl Castro, en sus palabras de clausura de la misma sesión de la Asamblea Nacional, describe así la “agudización” de la crisis económica que viene del “Período Especial” en los años noventa tras la caída de la URSS y del llamado campo socialista:
“En el primer semestre el Producto Interno Bruto (PIB) creció un uno por ciento, la mitad de lo que nos habíamos propuesto. Este resultado ha estado condicionado por la agudización de restricciones financieras externas, motivadas por el incumplimiento de los ingresos por exportaciones, unido a las limitaciones que afrontan algunos de nuestros principales socios comerciales, debido a la caída de los precios del petróleo” (Granma, 9 de julio de 2016. pág. 3).
“A lo anterior se añade una determinada contracción en los suministros de combustible pactados con Venezuela… ello ha ocasionado tensiones adicionales en el funcionamiento de la economía cubana… Debo reconocer que se han presentado algunos atrasos en los pagos corrientes a los proveedores… y ratificar la firme voluntad del Gobierno de recuperar los vencimientos pendientes” (ídem).
El mandatario cubano informa que se han decretado un grupo de medidas restrictivas, que no habrá colapso de la economía, pero que sí habrá “afectaciones, incluso mayores que las actuales”:
“En estas circunstancias adversas el Consejo de Ministros adoptó un conjunto de medidas dirigidas a enfrentar la situación y garantizar las actividades principales que aseguran la vitalidad de la economía, minimizando las afectaciones a la población. Como era de esperar, con el propósito de sembrar el desánimo y la incertidumbre en la ciudadanía, comienzan a aparecer especulaciones y augurios de un inminente colapso de nuestra economía con el retorno a la fase aguda del período especial… No negamos que pueden presentarse afectaciones, incluso mayores que las actuales, pero estamos preparados y en mejores condiciones que entonces para revertirlas. Frente a las dificultades y amenazas no hay espacio para las improvisaciones y mucho menos para el derrotismo” (ídem).
He aquí, la descripción de la agudización de un modelo económico que ha sido durante más de cinco décadas ineficiente, muy dependiente de los “socios comerciales”, muy poco productivo, pendiente de los precios del petróleo, no como un país importador que se vería beneficiado por la baja de los precios del crudo, sino como una economía que ha dependido de los beneficios de las diplomacias petroleras de los aliados políticos.
A pocas semanas de las negociaciones de la deuda externa cubana con numerosos países, Cuba salió excepcionalmente beneficiada por las condonaciones multimillonarias y las conversiones parciales en créditos para inversiones sociales. En estas circunstancias, el gobierno cubano anuncia “atrasos en los pagos corrientes” y vuelve a prometer “recuperar los vencimientos pendientes”.
 
¿Crisis o apertura?
Es fácil comprobar en las opiniones de los cubanos que, en la mayoría de los casos, no se trata de “especulaciones y augurios”, como ha expresado el gobierno cubano. Se trata de criterios de ciudadanos bien informados, que han recibido una instrucción pública, y sobre todo, de aquellos ciudadanos que tienen la “escuela” de la experiencia vivida y que no responden como marionetas a especulaciones inducidas.
Se trata de las expresiones de la conciencia ciudadana digna de todo respeto. Es la manifestación de los derechos de los ciudadanos a opinar, a discrepar, a dudar y hasta a sospechar de la crisis sostenida que el mismo gobierno llama “afectaciones”, “restricciones”, “agudización” o “situación tensa”. Es un grave error de gobernanza no escuchar la voz del pueblo. Y aún más irrespetuoso suponer que esa voz viene de fuera de la conciencia y la experiencia de los propios ciudadanos. Son muchos años de lo mismo. Y el pueblo sabe. Son muchas las incertidumbres e interrogantes:
¿Cómo es posible que después de la apertura a los americanos y del Acuerdo con la Unión Europea volvamos a otra agudización de la crisis?
¿Cómo es posible que 25 años después de la experiencia de lo que pasó en Cuba cuando desapareció la Unión Soviética, el gobierno cubano, que es el mismo de entonces, no aprendió a sacar su economía de la dependencia de un solo país, ahora llamado Venezuela?
¿Cómo se podrá afectar el sector estatal sin afectar a la población en un país donde la economía y los servicios básicos están todavía en manos del sector estatal?
¿Hasta cuándo se estará “actualizando” un experimento de un modelo económico híbrido por fuera y centralizado por dentro, que lleva 50 años de fracasos en crisis y de crisis en nuevos fracasos, de ineficiencias en ineficiencias y de recortes en recortes, lo que vale decir, no tan simbólicamente, un modelo económico de apagón en apagón?
En ninguna de las intervenciones de la Asamblea Nacional que fueron publicadas, un ciudadano común podrá encontrar respuestas convincentes a estas interrogantes. ¿Cómo entonces se puede evitar que haya incertidumbres, malos augurios, derrotismo y un éxodo imparable?
¿El milagro, el cambio de “metrópolis” o la solución?
 
No debemos quedarnos en la queja o el pesimismo. Nadie lo quiere, pero todos debemos trabajar por presentar soluciones y por abrir los espacios para debatirlas e implementarlas.
Cuando se comenzaron a ejecutar en las empresas las medidas del Consejo de Ministros, hace unas semanas, escuchamos expresiones extremas como esta: “Aquí solo queda esperar un milagro, caer en manos de los americanos o escapar del país”.
Es necesario buscar y encontrar entre todos los cubanos, en un diálogo nacional, las soluciones, habida cuenta de que el éxodo masivo aumenta, y que la estabilidad regional puede peligrar. Los cambios no son fuente de inestabilidad, las crisis sí. Cambio pacífico y gradual y estabilidad duradera y próspera son directamente proporcionales.
Nosotros queremos dar nuestras opiniones sobre las soluciones ante esta nueva crisis anunciada:
1. Cuando la solución está en manos de los hombres no hay que tentar a Dios pidiendo un “milagro”. Como cuando ante el hambre, el demonio propuso a Jesús: “Convierte estas piedras en pan”. Las piedras de la tozudez y el inmovilismo no pueden tragarse como pan de cada día. La lentitud y las reformas cosméticas no son el horno para ese pan cotidiano. Un diálogo nacional sin exclusiones es el hábitat para las soluciones.
2. Cuando las crisis se repiten hay que buscar la raíz del problema. Nosotros consideramos que la causa profunda es que “el modelo no funciona ni para nosotros mismos” como dijera otro dirigente cubano. La raíz del problema es que no se ha cambiado lo que debe ser cambiado: un modelo económico estatista, centralizado e ineficiente por un modelo social de mercado, con diferentes formas de propiedad, libertad para los emprendedores cubanos, legalidad para la pequeña y mediana empresa, apertura a la inversión de los cubanos de la Isla y de la Diáspora, seguridad y credibilidad para inversionistas extranjeros y acreedores, todo bajo el irrestricto respeto y promoción de todos los derechos humanos: civiles y políticos, económicos, sociales, culturales y medioambientales.
3. Y la última, pero no la menos importante: Cuba no debe caer en manos de una nueva dependencia, ni regresar al pasado, ni repetir el presente. Cuba solo debe caer en aquellas únicas manos que la harán libre, próspera y feliz: las manos laboriosas y emprendedoras de los propios cubanos y cubanas. Solo levantando el bloqueo a la iniciativa y a la creatividad de los cubanos, donde quiera que vivan y como quiera que piensen, Cuba podrá librarse de este largo e interminable “período especial”.
Entonces tendrá sentido y eficacia la apertura a la diversificación de los mercados internacionales, buscando un sano equilibrio entre los Estados Unidos y la Unión Europea, América Latina y el Asia, el norte y el sur. Para nunca más caer en manos de subsidios hegemónicos y empobrecedores de cualquier color.
Estamos seguros de que el pueblo cubano sabrá encontrar la salida por la vía de la paz y el diálogo. No pidamos más resistencia sino resiliencia, esa capacidad de convertir en energía constructiva y vital los golpes y restricciones que nos inflige la mala gobernanza y esa inclinación infrahumana de volver a chocar con la misma piedra.
Los cubanos queremos y podemos, solo hay que quitar la piedra y empujar el muro.
Y esa es también tarea nuestra.
Ánimo y trabajo.
Pinar del Río, 10 de julio de 2016
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