El 17 de diciembre de 2014 abrió, sin dudas, un nuevo escenario, una nueva etapa en la historia reciente de Cuba: fue el anuncio del proceso de restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre los gobiernos de Cuba y Estados Unidos. Ambos mandatarios agradecieron la mediación del Papa Francisco y del gobierno de Canadá. El 20 de julio y el 14 de agosto se izaban las respectivas banderas y se reinauguraban las embajadas. Se producía la primera visita de un Secretario de Estado de Estados Unidos a Cuba en 70 años.
A un año de ese anuncio podemos hacer un balance preliminar sobre lo que se ve y lo que se conoce hasta la fecha:
1. Se han creado los mecanismos diplomáticos y las primeras agendas para el proceso de normalización que se anuncia “largo y complejo”. Esas agendas se han organizado desde los temas menos conflictivos hasta los más difíciles como son la democracia y los derechos humanos, que están siempre sobre la mesa, según han declarado funcionarios de Estados Unidos.
2. El gobierno de Estados Unidos ha tomado medidas presidenciales que muestran claramente la voluntad de cambiar la política con respecto a Cuba. Algunos las han considerado audaces y positivas, otros excesivas, otros desproporcionadas, y otros erróneas.
3. El gobierno de Cuba no ha correspondido con la misma agilidad y no ha implementado medidas proporcionadas a las de Estados Unidos. Algunos consideran que “algo” está cambiando pero que no hay correspondencia, y otros, que la lentitud hace dudar de una voluntad de cambios reales.
4. El pueblo cubano, en su mayoría, acogió el anuncio con grandes expectativas que se han ido desinflando, hasta llegar, en algunos, a una razonable espera, y en otros, a una estampida por miedo a que desaparezca la Ley de Ajuste Cubano o se “cierre la cosa”. Decepcionada por frustraciones reiteradas a lo largo de más de 50 años, hay otra parte del pueblo cubano, que ha perdido la capacidad de creer y esperar, ante cualquier cambio anunciado: son los escépticos y los indiferentes.
5. El pueblo cubano, en general, sufre directamente la grave situación de la economía nacional referida a las necesidades básicas, que ha empeorado hasta ir pareciéndose, cada vez más, a la década del 90, de terrible memoria.
6. La brecha entre los que sufren esa penuria, que son la mayoría, y los pocos que acceden a negocios estatales con inversión extranjera o negocios particulares con inversión familiar, es cada vez mayor, más visible y más convincente de que un sistema de dudosa “justicia social” o mejor dicho, de paternalismo de Estado, está pereciendo.
7. El sistema político atraviesa una grave zona de turbulencia conceptual cuando, por un lado, se debate entre el discurso vacío que se aleja cada vez más de la realidad y, por otro lado y al mismo tiempo, ese mismo gobierno se ha decidido a abrirse al mercado internacional, a la inversión extranjera para reciclarse en un capitalismo monopolista de Estado, sin auténtico sindicalismo ni respeto a los demás derechos laborales y sociales; sistema tan antiguo, tan inhumano y tan obsceno, como el mismo discurso “socialista” lo denuncia. A este tipo de turbulencia, unos le llaman proceso de transición y otros, desestabilización sistémica.
8. La oposición política también está viviendo un proceso de turbulencia conceptual y de redefinición de métodos y estructuras organizativas. Por un lado, mantiene la necesaria denuncia de las sistemáticas violaciones de todos los Derechos Humanos, especialmente de la pública represión de cada domingo. Al mismo tiempo, la oposición trata de reaccionar con respuestas y propuestas políticas a los nuevos desafíos que le presentan los escenarios arriba descritos y otros. A esta turbulencia, unos le llaman, proceso de maduración, definición de roles político-partidistas y construcción de agendas estratégicas consensuadas que responden, sobre todo, a las necesidades de la Nación. Otros, le llaman diversificación, y otros la consideran, desunión.
9. La diversificación de roles en la sociedad civil cubana es otro signo de que este año todos los sectores de la Nación han sido interpelados, en cierto sentido descolocados, y de que estamos en proceso de redefinición de estrategias, misiones, objetivos y métodos de trabajo, poniendo a prueba la capacidad de renovación, propuestas y creatividad de los cubanos. El incipiente tejido de la independiente sociedad civil cubana va respondiendo a estos desafíos y nuevos escenarios con lentitud y tanteos, pero sin duda, con conciencia de que su crecimiento e impacto social dependen de dos factores fundamentales: su apego y servicio a las necesidades de la gente y su capacidad de organización y visión de futuro para ubicarse en su misión específica y concentrada en uno de los múltiples y diferentes roles que una nación próspera y democrática necesita.
10. Otra señal es la pugna desigual e injusta entre el flamante empresariado estatal y el pequeño y bloqueado empresariado o emprendedores privados. Aún sin mercado mayorista, los trabajadores por cuenta propia se reducen ridículamente a una “Lista de Licencias” solo para oficios medievales que no incluye a los profesionales y otras empresas productivas o de servicios. Además, no gozan de la seguridad de un marco legal y son acosados y extorsionados por una pléyade de inspectores estatales corruptos. Esta corrupción es la semilla de mandantes, extorsionadores, mafiosos y agentes virales para la perpetración de un Estado fallido. Estamos a tiempo para revertir este proceso degenerativo.
11. Es evidente y legítimo, es necesario y muy conveniente, que algunos grupos de la sociedad civil vayan encontrando su nicho, su rol y su desempeño. Este tejido cívico será más sociedad civil cuanto más diverso y específico sea el servicio público que brinde. Podemos constatar que se va definiendo, cada vez más, el rol de los periodistas independientes y sus blogs, agencias y medios de prensa. Se van definiendo las plataformas de búsqueda de consensos de la sociedad civil. Los partidos políticos opositores van definiendo su propio ideario, programa, estatutos y acciones de impacto social. Se comienzan a organizar las plataformas políticas partidistas para la búsqueda de agendas coordinadas. Se comienzan a crear espacios sistemáticos de educación ética y cívica y para la creación de pensamiento plural para el presente y el futuro de Cuba. Se consolidan las organizaciones de defensa de Derechos Humanos con sus monitoreos nacionales, sus informes y sus gestiones internacionales. Se especializan y consolidan los servicios jurídicos y sus gremios independientes como asesorías competentes y profesionales. Se refuerzan y dan a conocer plataformas para reclamar libertad para todos los presos políticos, amnistía general, ratificación de los Pactos de Derechos Humanos y un activismo cívico y pacífico más comprometido con la manifestación pública mediante marchas y campañas nacionales. Nadie debe sostener que su servicio es el único y excluyente. Todos son necesarios y enriquecen a la Nación. Reconocer que todos estos roles y servicios son igualmente válidos y necesarios podría ser una señal de la identidad democrática de cada uno.
12. Los intercambios familiares, culturales, académicos, políticos y de otros tipos, aunque aún asimétricos, son una oportunidad y un adelanto de la normalización real que no será plena hasta que no se restablezcan las relaciones y el intercambio libre y sistemático tanto entre los gobiernos, como entre las respectivas sociedades civiles, entre la misma y única Nación que vive en la Isla y en la Diáspora.
13. La sociedad civil lleva, sin duda, un paso al frente y definitorio de su naturaleza, por delante del gobierno cubano: toda la sociedad civil ha optado, y sostiene con sus actos, el rechazo a la violencia como método de lucha y su apego irrestricto a los métodos pacíficos. Mientras, el gobierno cubano aún recurre, fomenta, o tolera pasivamente, los métodos represivos violentos. Los actos de repudio son una vergüenza nacional que las autoridades cubanas no deberían exhibir más ante el mundo, por el bien y el prestigio de Cuba. Los actos de repudio y la represión deben cesar de inmediato.
14. La sociedad civil es más amplia que todo esto, y se extiende, cada vez más, a diversos sectores de la sociedad cubana, en la Isla y en la Diáspora. El debate público es parte inseparable del ser, el quehacer y las estructuras de la sociedad civil. Nuevos signos del incremento del protagonismo cívico, son los continuos y variopintos debates públicos a través de las redes sociales en diferentes sectores de nuestra sociedad. Por solo nombrar algunos de los más recientes: en el sector de la cultura está en pleno desarrollo el “caso” Cremata y también la propuesta de una nueva Ley de Cine; en el sector de la oposición política, el debate entre diversos actores acerca de las marchas y otras formas de manifestación del disenso; en el mundo empresarial se incrementa la controversia entre las oportunidades a la inversión extranjera y el bloqueo a la iniciativa de los emprendedores cubanos; en el mundo religioso, la polémica alrededor del papel de los laicos católicos en la transición cubana incentivada con motivo de la visita del Papa Francisco y la celebración, en febrero próximo, de los 30 años del Encuentro Nacional Eclesial Cubano (ENEC).
Estas, y otras muchas diatribas, son señales inequívocas del forcejeo entre lo nuevo y lo decadente. Entre el cambio y la inercia. Entre los viejos y los nuevos métodos, incluso para alcanzar los mismos fines. No son signos de decadencia o división. Son señales de crisis de crecimiento y gestación de los tiempos nuevos.
No nos escandalicemos de estos debates, solo cuidemos su eticidad y veracidad. No nos desanimemos por la diversificación de los roles de la sociedad civil cubana, es la mejor señal de que la democracia incipiente ha llegado primero a los que más independientes son. Es solo un adelanto de lo que vendrá. Así que estemos atentos a la calidad de estas gestaciones porque de la misma calidad será nuestra democracia.
A un año del 17D: tenemos los nuevos escenarios; ya está la escenografía; ya vienen cada vez más, actores secundarios del resto del mundo para ver qué pasa y cuál será su papel en esta obra. Sin embargo, aún falta lo fundamental: llevar a escena el guion y los protagonistas principales. Es decir, el contenido esencial de la obra es el levantamiento del bloqueo estatal sobre las libertades y las iniciativas de los ciudadanos y la total democratización de la Nación. Los protagonistas principales son: el gobierno actual y la auténtica sociedad civil cubana. Y la trama debe desarrollarse a través de la inclusión, la negociación y el diálogo nacional.
Que el año 2016, que viene con nuevos acontecimientos y oportunidades, sea un tiempo en que todos los cubanos asumamos la redacción de este nuevo guion nacional y nos subamos a los nuevos escenarios para que ningún actor espurio, autoritario o solitario, nos robe la obra de una nación libre, próspera, responsable y feliz.
Pinar del Río, 20 de noviembre de 2015
227mo. aniversario del natalicio del Padre Félix Varela