EDITORIAL 40: ¿CÓMO BUSCAR LA UNIDAD EN LA DIVERSIDAD DE LA SOCIEDAD CIVIL CUBANA?

Una de las más frecuentes críticas que se hace a la sociedad civil cubana es una lamentable falta de unidad. Creemos que esta valoración, que recibimos atentos, de las personas de buena voluntad que la hacen, adolece de actualización y profundidad.
La sociedad civil cubana ha crecido y madurado muy significativamente, especialmente en los últimos tres o cuatro años. Es evidente que ese crecimiento en identidad y cantidad ha contribuido a una mayor aceptación de la diversidad, de la necesaria búsqueda de consensos y del reconocimiento de que los caudillismos conducen a lo mismo que deseamos cambiar. Nadie puede llegar solo a la democracia. Llegarán primero los que sean capaces de tejer mayores consensos respetando y valorando la diversidad. Las experiencias vividas nos enseñan que: quien se aísla fracasa. Quien excluye pierde. Lo vemos en Cuba y en el mundo.
He aquí algunos indicadores que demuestran este crecimiento cívico:
1. El caudillismo aún existe, pero reconocemos que está pasado de moda y es contraproducente.
2. La moderación de los protagonismos está encontrando el equilibrio.
3. El crecimiento del trabajo en equipo se está planteando como indispensable.
4. La necesidad de puntos comunes para poder dialogar con interlocutores nacionales e internacionales es ya una tarea en marcha.
5. Una prueba del punto anterior es que la sociedad civil cubana ha alcanzado la madurez suficiente para postular estos cuatro primeros puntos de consenso:
a. Liberación incondicional de todos los presos por motivos políticos, incluyendo aquellos que están bajo licencia extra-penal.
b. Fin de la represión política, muchas veces violenta, contra el pacífico movimiento de derechos humanos y pro-democracia.
c. Respeto de los compromisos internacionales ya suscritos por el gobierno de Cuba, ratificación -sin reservas- de los Pactos Internacionales de Derechos Humanos y cumplimiento de los Convenios de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre derechos laborales y sindicales
d. Reconocimiento de la legitimidad de la sociedad civil cubana independiente.
 
La unidad que es y la que no es
Los más aguzados analistas y los que van siguiendo con objetividad el crecimiento de la sociedad civil cubana, podrán encontrar luces y sombras, como en todas las sociedades contemporáneas. En Cuba no existe una democracia real, no tenemos un sistema normal. Un error de método, usado con mucha frecuencia aún por observadores extranjeros y visitantes, es analizar la situación de Cuba con los mismos parámetros que se usan en sistemas de larga data democrática. Es un error instrumental.
La unidad en el camino hacia la democracia:
– No es jamás unanimidad, sino búsqueda y construcción de consensos mínimos indispensables.
– No es uniformidad monocorde, sino concierto polifónico.
– No es que todos se unan en un mismo proyecto, sino que los proyectos se articulen en redes de la sociedad civil.
– No es buscar unidad de métodos y medios, sino identificar la unidad de fines últimos.
– No es hacer algo, todos, al mismo tiempo, sino buscar algunos objetivos comunes, entre algunos, en la gradualidad del tiempo.
– No es poner las partes -partidos, proyectos o protagonismos- por encima de la Nación, sino poner a la Patria, como horizonte común, a la que todos debemos servir, pero cada cual a su forma.
No se le pediría a ninguna democracia en el mundo que llegara a esta uniformidad. Pensemos, por ejemplo, en que la democracia norteamericana pida unidad a republicanos, demócratas e independientes en todos los temas políticos. O que la Unión Europea tenga unidad de posiciones con relación a todos los temas, o que la elección del presidente de la Comisión cuente con el apoyo de todos. La más reciente discrepancia de David Cameron en la elección de Jean-Claude Juncker como Presidente de la Comisión de la UE es un buen ejemplo.
En la Iglesia que se proclama jerárquica y portadora de un credo dogmático, no existe esta unanimidad de interpretaciones pastorales. Las religiones son comunidades signadas por la diversidad de lenguas, carismas, culturas y expresiones religiosas. Es verdad que las democracias alcanzan puntos de unidad en temas fundamentales como por ejemplo: las políticas bipartidistas en Estados Unidos o las políticas de consenso en la Unión Europea, o en regiones como América Latina o Asia, pero son mínimos consensuados, buscados y construidos, respetando la esencial y básica diversidad.
Hacia un nuevo modelo de unidad
Hay que reconocer que todavía, en la actual etapa del desarrollo creciente de la sociedad civil cubana, parece que los consensos se intentan encontrar construyendo unidad alrededor de un proyecto que se considera a sí mismo incluyente y núcleo alrededor del cual deberían irse aglutinando otros. Pareciera que todos buscan la unidad deseada pero el método utilizado es convocar a los demás a sumarse al propio proyecto.
Esperamos que Cuba avance hacia otro modelo de construcción de consensos. Pudiera ser aquel en el que no se trate de aglutinar a muchos alrededor de un proyecto, sino el de articular proyectos, tejer espacios de comunicación y estudio para que entre ellos busquen, identifiquen y construyan unos mínimos consensuados, sin abandonar o reducir la actividad y la identidad de cada proyecto independiente.
Como no estamos todavía en democracia y el parlamento aún no es pluripartidista, no nos podemos saltar el eslabón de la transición y en esa etapa es necesario un consenso mínimo de la sociedad civil para avanzar y negociar pacíficamente los cambios, sin renunciar a nada de lo irrenunciable. Consideramos que esta nueva dinámica de unidad en la diversidad se logrará:
– Cuando los proyectos diversos prioricen, dentro de sus propios objetivos, un objetivo común: la búsqueda de consensos mínimos.
– Cuando el centro sea Cuba y no un proyecto determinado.
– Cuando la vista no se detenga en lo que nos divide, sino en lo que nos articula.
– Cuando abandonemos, consciente y responsablemente, la descalificación y el ataque a los diversos, sabiendo que los políticos y sus proyectos, ni son perfectos ni absolutamente puros.
– Cuando venzamos la incomunicación y la atomización, tejiendo espacios, encuentros, dinámicas de intercomunicación, diálogos inter-proyectos y construcción paciente de consensos sobre objetivos mínimos.
A este proceso le llamamos “tejer convivencia”.
Debilidades y fortalezas para construir la democracia en Cuba
No somos ingenuos, ni debemos cerrar los ojos ante nuestra realidad. Uno de los servicios a la construcción de la democracia es hacer análisis sistemáticos y objetivos de la realidad, a partir de los cuales podamos edificar los consensos.
De varios de estos análisis realizados sobre la realidad cubana actual podemos mencionar debilidades y fortalezas para construir un sistema democrático en Cuba.
Algunas debilidades:
– El daño antropológico.
– El analfabetismo cívico y político.
– La corrupción y las futuras mafias.
 
Algunas fortalezas:
– Las minorías guiadoras, que por su formación, grado de conciencia y compromiso, están capacitadas para liderar procesos hacia la democracia.
– La reserva ética y cívica de nuestros fundadores, próceres y pensadores. Desde Varela, “No hay patria sin virtud” y Martí, “Con todos y para el bien de todos”.
– El poder de recuperación de los cubanos, demostrado en varias circunstancias y etapas, como por ejemplo: Constitución del 40 y las décadas del 40 y 50.
– El carácter emprendedor de los cubanos, ayer y hoy. Aquí y en el exilio.
– El humanismo y los valores subsistentes que nos inspiran y renuevan hoy.
 
Desacralizar el mito de las divisiones
Es necesario y urgente desmontar el mito de reconocer como divisiones lo que en realidad es diversidad. También es necesario desmitificar que la democracia solo se alcanza con la unanimidad, la uniformidad y la simultaneidad en los proyectos. Debemos oponernos a la mitología de que lo que se necesita en Cuba es un líder, un caudillo, un mesías, que nos conduzca a todos a la democracia.
Aprendamos a trabajar en equipos, a reconocer la gradualidad como el proceso más seguro y normal hacia los cambios, a levantar la vista de nuestros mutuos defectos y diferencias para mirar entre todos a Cuba que espera por nosotros. La educación cívica no es una escuela que únicamente enseña a cantar a solistas sino una academia que también nos enseña el canto coral polifónico.
Aprendamos la esencia y las consecuencias de aquella genial definición de democracia con que el humor británico de Winston Churchill respondió a los que criticaban, y todavía hoy critican, los defectos de los demócratas y de las instituciones y proyectos democráticos: “La democracia es el peor de los sistemas políticos… con excepción de todos los demás”.
Lo peor que puede pasar a Cuba, otra vez, y lo peor que está hoy pasando en las más antiguas democracias del mundo, no es la falta de unidad, sino la falta de credibilidad en las instituciones democráticas que existen para construir los necesarios consensos. Sin las instituciones democráticas, incluidos los diferentes partidos políticos y organizaciones de la sociedad civil, no habrá ni la peor de las democracias. Esa falta de credibilidad en las instituciones democráticas es el peor enemigo de la diversidad y del pluralismo y lo que es aún peor, es el origen y el caldo de cultivo de los populismos, los clientelismos y los nuevos mesianismos.
De modo que, si en lugar de buscar una unidad imposible y no democrática, nos dedicáramos a crear espacios de participación, diálogo y consensos en la sociedad civil cubana, podríamos construir, parafraseando a Churchill, el peor de los sistemas, con excepción de todos los demás: la democracia política, la economía social de mercado y la reconstrucción del tejido social.
Parece que ya hay consensos en algunos de estos puntos, y en otros más. Son señales esperanzadoras de que el camino está abierto y debemos confiar en los propios talentos y capacidades de los cubanos y cubanas para hacer de Cuba un país libre, próspero y democrático.
Pinar del Río, 8 de julio de 2014.
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