Por Yoandy Izquierdo
Hace algún tiempo leía un pensamiento que un colega colocaba en la página de respeto de su tesis de grado. Me asombró que no escogiera a José Martí, uno de los autores más usados para este fin, o a Fidel Castro que, verdaderamente, tenía que ver más con su formación, su opción política y su proyección actual.
Por Yoandy Izquierdo Toledo
Hace algún tiempo leía un pensamiento que un colega colocaba en la página de respeto de su tesis de grado. Me asombró que no escogiera a José Martí, uno de los autores más usados para este fin, o a Fidel Castro que, verdaderamente, tenía que ver más con su formación, su opción política y su proyección actual. Estoy seguro que la frase fue escogida por la fuerza de su contenido, y quizás sin indagar mucho en quien fuera el autor. De cualquier forma me encantó la selección y desde ese momento he citado a Ortega y Gasset (ese gran pensador y periodista español de ágil y profundo estilo literario) muchas veces. Por la vigencia, la veracidad y la excelente visión para todos los tiempos, estas pequeñas líneas son motivo de reflexión y producción de pensamiento para Cuba. He aquí la citada frase: A la República solo ha de salvarla pensar en grande, sacudirse de lo pequeño y proyectarse hacia el futuro.
Pensar en grande en y para Cuba es lo que hace un puñado de hijos de esta tierra, que conforman el entramado de una sociedad civil que ya deja de llamarse incipiente, aunque el gobierno se empeñe en no reconocerla y llame a mesas de negociaciones y diálogo a aquellas instituciones, grupos y representantes llamados, por ellos mismos, “legales” y “legitimados”. Los nuevos proyectos de pensamiento para Cuba tienen el objetivo de fomentar la formación ciudadana, clave para lograr el empoderamiento del cual todos los cubanos estamos muy necesitados, y que, sin dudas, nos ayudará a ejercer y hacer que se cumplan todos nuestros derechos en la sociedad.
Estas altas aspiraciones están basadas en la paz, la prosperidad, la no violencia, el bienestar social, la libertad de prensa, de pensamiento, de reunión-asociación y de expresión: asignaturas pendientes en la formación de los cubanos nacidos en la segunda mitad del siglo XX y que no deben, ni pueden, seguir atrasándose en nuestro proceso de formación-educación ciudadana.
Cuando se propone un itinerario de reflexión y pensamiento económico, político y social para Cuba nos referimos a una tarea que transgrede la responsabilidad de economistas y políticos para poner en manos de los cubanos, todos, la libertad de protagonizar nuestra vida e historia. Es una propuesta de ejercicio (que debería realizarse en todas y cada una de las esferas de la sociedad) con el objetivo de prepararnos para el futuro de nuestro país, a través de la adquisición de algunas herramientas basadas en el análisis de la realidad cubana como resultado de la interacción entre la economía y una integradora visión político-social y antropológica.
Pensar en grande y sacudirse de lo pequeño van aparejados. Determinar cuáles son los principales aciertos y desaciertos de la economía cubana en la actualidad, cuáles son los cambios más urgentes, nuestras prioridades de mercado y las estrategias de integración en la economía regional y global, son algunas de las maneras que algunos cubanos han encontrado para, llegada la hora, ejercer la apertura óptima al mercado y al bien común. Y de esta forma, lograr un desarrollo sostenible e integral que ubique al hombre como ser social central en toda acción económica. Están los instrumentos. Esto es, ¿qué si no? proyectarse hacia el futuro.
La variopinta red de la sociedad civil cubana tiene de todo como un tradicional ajiaco criollo. Si nos movemos a la esfera de la educación tenemos diferentes métodos que han sido efectivos para educar en muchos aspectos y salir del analfabetismo cívico que nos embarga; rezago de una cultura basada, predominantemente, en métodos impositivos. Las tertulias de amigos que realizan muchos grupos de la sociedad civil cubana, los clubes literarios, las asociaciones de juristas, de blogueros, de periodistas independientes, los movimientos cívicos como las Damas de Blanco, las revistas, boletines, blogs, son los medios con los que cuenta la Cuba de hoy para dejar atrás las pequeñas y aisladas proyecciones, que devienen en grandes proyectos ejercitadores de nuestras Razones Ciudadanas (como los programas de un amigo periodista independiente camagüeyano).
Sacudirse de lo pequeño es dejar atrás las diferencias entre los actores que conformamos el tejido de la sociedad civil, no solo los nacionales, sino también los de la Diáspora. Es tender puentes entre las dos orillas; es dilatar el corazón patrio y fundirnos, para canalizar nuestras proyecciones futuras por la misma arteria de identidad nacional. Dejar a un lado las pequeñeces para pensar alto y grande por la Patria es ser más firmes cada día en el cumplimiento de los derechos ciudadanos. Es dejar la paranoia y pensar en el mañana que se acerca, y que no nos cogerá desprovistos de instrumentos para construir con sólida raíz, y desde abajo, como decía Dulce María Loynaz, obra noble y perdurable.
En el 111 aniversario de la República, la triada pensar en grande, sacudirse de lo pequeño y proyectarse hacia el futuro se convierte en un único anhelo nacional. Los cubanos, que pocas veces nos quedamos en la queja, y llegamos a muchas propuestas, sí contamos con las herramientas, la vocación y el deseo de salvar la Patria. Tenemos en nuestras manos los borradores (susceptibles de cambios y sugerencias) y las propuestas (abiertas todas a críticas y consensos). Solo nos resta, llegada la hora, dar lo mejor que guarda cada cubano: el amor a Cuba y la constancia, esa virtud por la que todas las cosas dan sus frutos. Por ello, desde hoy ¡salvemos la República!
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Yoandy Izquierdo Toledo (Pinar del Río, 1987).
Licenciado en Microbiología.
Responsable de Ediciones Convivencia.
Reside y trabaja en La Habana.