Por Jorge Ignacio Guillén
Solo luchando pacíficamente seremos libres, pero, ¿cómo luchar? Es fácil:
– Esforzándonos todos los días para ser mejores seres humanos, ética y moralmente.
– Mejorando, educando, preparando, uniendo, reconciliando, alentando nuestras familias.
Por Jorge Ignacio Guillén Martínez
El compromiso es la respuesta valiente de quienes no quieren malgastar su vida
sino que desean ser protagonistas de la historia personal y social.
Mensaje de Juan Pablo II a los jóvenes cubanos, 1998.
Solo luchando pacíficamente seremos libres, pero, ¿cómo luchar? Es fácil:
– Esforzándonos todos los días para ser mejores seres humanos, ética y moralmente.
– Mejorando, educando, preparando, uniendo, reconciliando, alentando nuestras familias.
-Abriendo nuestra vida y las puertas del corazón a la verdad, excluyendo y separándonos de la mentira, por insignificante que nos parezca.
– Nunca perdiendo las esperanzas de cambiar, de vivir dignamente y de ser libres.
– Proclamando la paz y educando a la sociedad en la paz.
– Evitando caer en pesimismos como “yo solo nada conseguiré”, “esto nunca se va a acabar” o “nunca seremos libres”.
– Aprendiendo a perdonar. Si siete veces en un día vuelve a decirte: “lo siento”, lo perdonarás (Lucas 17:1-6).
– Esforzándonos por ser hombres y mujeres con honor, para poder caminar en la vida siempre con la cabeza en alto y sin miedo a nada.
– Fomentando y cultivando virtudes y valores en las personas que están a nuestro alrededor.
– Exigiendo nuestros derechos y dejando a un lado el miedo que nos ha tenido esclavizados más de medio siglo.
– Comprometiéndonos y dando ejemplo vivo de todo lo anterior en nuestros hogares, trabajos y donde quiera que nos encontremos.
Si hacemos un pequeño análisis de nuestra historia, podremos percatarnos de que los cubanos siempre hemos dado un paso al frente y nos hemos comprometido de disímiles formas con nuestra realidad. Sin embargo no podemos incluir en este análisis los últimos 50 años de historia, ya que no podríamos hablar de compromiso de todos los cubanos. Entonces, me pregunto: ¿hasta cuándo permitiremos que sean otros los que decidan por nosotros? ¿Cuándo nos comprometeremos -todos los cubanos- a ser los protagonistas de nuestra historia?
Estas son solo algunas formas de luchar que sin duda, nos liberarán; pequeñas acciones que nos permitirán encontrar el sentido de vivir, descubrir a dónde vamos, qué es lo que queremos y aprender a confiar en que pequeños aportes tributarán a grandes cosas para Cuba desde el momento en que decidamos -todos unidos- abrir nuestras vidas y tratar de ser mejores seres humanos.
No se necesitan armas ni ayuda de otros países para que Cuba cambie, todo está en nuestras manos, solo que la vida nos pide demos el paso y digamos sin miedo alguno: “voy a luchar por Cuba, voy a vivir en la verdad y a ser libre”. De lo demás el tiempo se encargará y estoy seguro que no tardará mucho para que comencemos a cosechar los frutos, a partir del momento en que demos nuestro sí.
¿Es que a los cubanos no nos gusta vivir bien, o es que nos conformamos con cualquier migaja de un gobierno que dura ya más de 50 años? ¿Es el miedo a exigir lo que por derecho nos corresponde a quien sea y al precio que sea necesario? Está claro que en Cuba cuesta ser feliz, vivir dignamente como seres humanos, garantizarles a nuestras familias la satisfacción de las necesidades más imprescindibles, en fin, es difícil vivir. Es indiscutible que todos soñamos con una Cuba mejor y más feliz, que todos queremos una vida en armonía y más honrada, y que queremos ser libres. Sin embargo, ¡qué poco hacemos!
¿Por qué soportamos estas cosas y hasta cuándo las soportaremos? No va a bajar nadie del cielo a solucionar nuestros problemas, somos nosotros los encargados de cambiar nuestra realidad, de buscar nuestro bienestar y luchar sin temor a nada por hacer realidad todos esos sueños que hemos tenido prisioneros durante tantos años y esos otros que se han sacrificado por miedo a enfrentar la vida.
No pretendo, cuando digo “cambiar y luchar por cambiar” que dejemos de ser nosotros mismos ni que hagamos cosas que nos hagan infelices, en contra o no de nuestra voluntad. Pretendo que encontremos un sentido a nuestras vidas en cada acción que realizamos y que seamos valientes en la lucha del día a día por nuestro mejoramiento humano. La mayor intención de estas letras es no haberlas escrito en vano, es la satisfacción de saber que llegaron aunque sea a un corazón y sirvieron de algo para que ese corazón luche por su libertad y la de los suyos.
Es importante que sepamos que si no hay primero paz, amor, verdad, compromiso, sacrificio, sueños; no habrá libertad, felicidad ni justicia.
Cuando una persona desea realmente algo, el Universo entero conspira para que pueda realizar su sueño (1). Guiados por la gran fe que inspira en nosotros leer esta frase, dejemos a un lado todas las trabas que a veces nosotros mismos nos inventamos por miedo a comenzar o simplemente seguir nuestro camino. Busquemos en lo más profundo de nuestras almas y de nuestros corazones y aprendamos a escuchar y a guiarnos por lo que encontremos allí.
Depende de nosotros -todos los cubanos-, los cambios que queremos para Cuba. Solo luchemos, si lo que queremos es ser libres.
La libertad que anhelamos está sujeta a que seamos capaces de comenzar nuestra lucha trabajando sobre la base de principios y valores morales que sean ciertos, firmes, seguros y compartidos.
Muchas son las formas que tenemos para caminar unidos hacia nuestro futuro y hacer crecer el optimismo perdido en la sociedad cubana.
Cincuenta años de inmovilidad y sufrimiento creo que es suficiente, como para que pongamos fin de una vez a los problemas que tenemos, de los cuales, la mayoría -en mi opinión-, son resultado de la falta de libertades que sufrimos y que ya estamos en el deber y la necesidad de eliminar.
Por eso repito una vez más: ¡Luchemos pacíficamente!
Referencia
1 El alquimista/ Pablo Coelho
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Jorge Ignacio Guillén Martínez
(Candelaria. 1993)
Laico católico.
Estudiante de Economía