Por Yoandy Izquierdo
Quiso la vida que existiera un día internacional para homenajear a esa maravillosa creatura que es la mujer. Y así, entre 12 meses y 365 días que no bastan para hacerlo, se concibe el 8 de marzo como ocasión propicia en la que no puede faltar el halago…
Por Yoandy Izquierdo Toledo
Los hombres y las mujeres son como la mano derecha y la mano izquierda.
Es absurdo no utilizar las dos.
Jeannette Rankin
Congresista estadounidense (1880-1973)
Quiso la vida que existiera un día internacional para homenajear a esa maravillosa creatura que es la mujer. Y así, entre 12 meses y 365 días que no bastan para hacerlo, se concibe el 8 de marzo como ocasión propicia en la que no puede faltar el halago, la condescendencia, el amor, el agradecimiento, la ternura y el respeto hacia el complemento y la sal de nuestras vidas.
El 8 de diciembre de 1965 el Concilio Vaticano, en su mensaje a las mujeres, proclamaba: Llega la hora, ha llegado la hora en que la vocación de la mujer se cumple en plenitud, la hora en que la mujer adquiere en el mundo una influencia, un peso, un poder jamás alcanzados hasta ahora. Por eso, en este momento en que la humanidad conoce una mutación tan profunda, las mujeres llenas del espíritu del evangelio pueden ayudar mucho a que la humanidad no decaiga. Constituyen estas palabras un reconocimiento y un llamado a cumplir la gran misión que les es asignada en este mundo. Pero remontémonos un poco más atrás en el tiempo, en que la historia ha impreso, con grandes letras mayúsculas, el nombre de la mujer. Recordemos a algunas personalidades que constituyen la raíz del alma de nuestra Patria, los ejemplos claves de la lucha no-violenta a nivel mundial y, en general, a quienes sentaron pautas en la historia de la humanidad.
En la historiografía cubana existen muchos nombres de valerosas féminas que dejaron su impronta para todos los tiempos. Por citar unos ejemplos cabe destacar las palabras de la “abanderada de Cuba”, Candelaria Figueredo, o Canducha, como familiarmente le decían, al responder a la propuesta de recorrer la ciudad de Bayamo ondeando la insignia nacional: Nada me haría más feliz que dar mi vida y mi sangre por la redención de la Patria. También a las esposas de aquellos valerosos mambises que no vacilaron en apoyar la causa independentista y que, como dignos ejemplos de entereza y orgullo patrio, dieron el paso al frente o cubrieron la retaguardia, o dieron frutos prodigiosos a la lucha. Los nombres de Leonor Pérez Cabrera, madre de José Martí, paladín de la libertad y la justicia social y Héroe Nacional de Cuba; Amalia Simoni, esposa de El Mayor; María Cabrales, esposa del Titán de Bronce; Lucía Íñiguez, esposa del General de las Tres Guerras; las valerosas mambisas pinareñas Isabel Rubio, la Capitana de Occidente; Catalina Valdés, Adela Azcuy y Regla Socarrás, también Capitanas del Ejército Libertador y Magdalena Peñarredonda, la “abanderada de Vueltabajo”, son algunos de esos nombres inmortales impresos para siempre en las páginas de nuestra historia. Quisiera detenerme, brevemente, en dos personalidades por su trascendencia, por coronar la constelación de heroínas que cubre nuestro cielo: una por entregar su vida y la de sus hijos a la causa libertaria y otra por sentar las bases de la emancipación de la mujer en Cuba.
Mariana Grajales
Dijo Martí al enterarse de su fallecimiento en 1893 en el periódico Patria: Es la mujer que más ha conmovido mi corazón. Con su pañuelo de anciana a la cabeza, con los ojos de madre amorosa para el cubano desconocido, con fuerza inextinguible, en la mirada y en el rostro todo, cuando se habla de las glorias de ayer, y de las esperanzas de hoy, vio Patria, hace poco tiempo, a la mujer de ochenta y cinco años que su pueblo entero, de ricos y de pobres, de arrogantes y de humildes, de hijos de amo y de hijos de siervo, ha seguido a la tumba, a la tumba en tierra extraña. Poco menos se podría decir de uno de los pilares más fuertes de la nacionalidad y nación cubanas; de alguien que se entregó con todas sus fuerzas por un único destino y forjó, empinándose sobre su altura de mujer y de madre, consecuente con sus ideas hasta el último aliento, una escuela de hijos redentores en la manigua. Estuvo en pie durante la Guerra de los Diez Años, prestando sus servicios al Ejército Libertador y sufriendo, con firmeza y valentía, la encarnizada contienda que le hizo perder a algunos de sus hijos y esposo y demostrar, sin igual, cuánto se entrega por una causa amada: hasta su propia vida.
Desde el exilio en Jamaica no cejó en el empeño de la justicia, la libertad y el bien común para todos los cubanos y su casa fue escenario de reuniones de patriotas cubanos como José Martí. Contribuyó, además, a la fundación de asociaciones patrióticas en Jamaica para la ayuda a la causa independentista de la Isla.
Su valeroso hijo Antonio Maceo dijo con motivo de su muerte: (…) Ella, la madre que acabo de perder, me honra con su memoria de virtuosa matrona, y confirma y aumenta mi deber de combatir por el ideal que era el altar de su consagración divina en este mundo… Entonces los cubanos, hijos fieles y herederos de esta riqueza que nos llega a través de los valores y del espíritu de justicia de todos los tiempos, recogido en las memorables páginas de nuestra historia, nos enorgullecemos al contar con este acervo patrio que, una vez más, lleva nombre de mujer.
Ana Betancourt
Tan pronto como en la segunda mitad del siglo XIX cubano, la mujer comenzó en la lucha por defender sus derechos plenos, entre ellos el de incorporarse a las labores en busca de la libertad de Cuba. Y tuvo su protagonista en una camagüeyana que supo poner a un lado las riquezas que poseía e incorporarse a la manigua cuando fue necesario. Su nombre, ¿quién no lo conoce?: Ana Betancourt. Son famosas las palabras de aliento y petición dirigidas a su esposo: Por ti y por mí, lucha por la libertad. Úneme a tu destino, empléame en algo, deseo como tú consagrar la vida a la lucha por mi Patria.
Fue así que, por su comprometimiento con la causa insurrecta es designada agente del Comité Revolucionario del Camagüey y parte a la manigua en diciembre de 1868, apenas iniciada la Guerra Grande. Desde el campo de batalla comparte las vicisitudes con su esposo, a quien ayuda a escribir y corregir las proclamas revolucionarias que publicaba en el periódico El Mambí.
El 10 de abril de 1869, participa en la primera Asamblea Constituyente de la República de Cuba, desarrollada en el poblado camagüeyano de Guáimaro. Algunos de sus planteamientos allí fueron: Ciudadanos: la mujer cubana en el rincón oscuro y tranquilo del hogar esperaba paciente y resignada esta hora sublime, en que una Revolución justa rompe el yugo y le desata las alas. Todo era esclavo en Cuba, la cuna, el color, el sexo. Vosotros queréis destruir la esclavitud de la cuna peleando hasta morir si es necesario. La esclavitud del color no existe ya. Cuando llegue el momento de libertar a la mujer, el cubano, que ha echado abajo la esclavitud del color, consagrará también su alma generosa a la conquista de los derechos de la que es hoy en la guerra su hermana de caridad, abnegada, que mañana será, como fue ayer, su compañera ejemplar. Carlos Manuel de Céspedes, elegido Presidente de la República de Cuba, predijo al felicitarla por sus contundentes palabras: El historiador cubano al escribir sobre este día dirá cómo usted, adelantándose a su tiempo, pidió la emancipación de la mujer. Es considerada por algunos cronistas la primera líder feminista de Cuba y Latinoamérica, y su valor está dado por haberse proyectado en tal sentido en una época donde predominaba un ambiente patriarcal. He ahí su incuestionable aporte a la historia.
No sería justo hablar de la mujer cubana y dejar de referirse a personalidades internacionales que con sus aportes han puesto bien en alto el nombre de la mujer.
Marie Curie
Quisiera recoger algunos de los hitos que hicieron pionera, a la científica polaca Marie Curie, en muchos campos nunca antes explorados en la historia de la humanidad. El secreto: inteligencia, rigor, voluntad, imaginación, pasión… Hace poco leía algunos aspectos en que esta ilustre mujer fue la primera, deseo compartirlos con ustedes:
La primera de su clase cuando terminó, a los 15 años, el bachillerato (1883). Le fue otorgada una medalla de oro.
La primera mujer graduada en Física en la Universidad de la Sorbona (1893). En dicho año solo se graduaron dos mujeres en toda la Universidad de París. Marie, fue también en esta ocasión, la primera de su clase.
La primera persona en utilizar el término radiactividad (1898).
La primera mujer en recibir el Premio Nobel de Física (1903); galardón que le fue otorgado junto a su esposo Pierre y en conjunto con Henri Becquerel, por el descubrimiento de la radiactividad.
La primera mujer en Europa que recibió el Doctorado en Ciencias (1903).
La primera mujer que fue profesora y jefe de laboratorio en la Universidad de la Sorbona (1906).
La primera persona en tener dos Premios Nobel. El segundo sería de Química, en 1911, por haber preparado el radio e investigado sus componentes.
La primera mujer que fue miembro de la Academia Francesa de Medicina (1922).
La primera madre Nobel con una hija Nobel, cuando su hija Irene, en 1935, obtuvo el galardón igualmente en Química.
La primera mujer en ser enterrada bajo la Cúpula del Panteón por méritos propios (1995).
Impresionante ¿verdad?
Rosa Parks
Por otra parte, si nos referimos a la lucha no-violenta, es imposible dejar de mencionar a Rosa Parks. Su labor en contra de la segregación racial la hacen acreedora del título de defensora de los derechos civiles estadounidenses. En 1949 se convirtió en asesora de una asociación para promover el bienestar de los negros; sin embargo fue en 1955 que tuvo lugar el incidente que la haría mundialmente famosa. Pocas veces un acto tan pequeño ha tenido tan importantes consecuencias, en este caso, en el terreno de la lucha por la igualdad de derechos en Norteamérica.
Rosa Parks, una humilde modista negra, se negaba a ceder su asiento en el autobús a un viajero blanco. El conductor llamó a la policía y la mujer fue detenida y obligada a pagar una multa. El incidente del autobús tuvo como primer efecto la creación de la Montgomery Improvement Association, cuya finalidad era la defensa de los derechos civiles de la minoría negra. Martin Luther King fue su presidente. La asociación organizó un boicot a los autobuses de Montgomery que tuvo un seguimiento masivo y fue un rotundo éxito: duró 382 días y contribuyó a que la causa de los afroamericanos de Montgomery fuese conocida en todo el mundo. Como consecuencia de ello, el gobierno norteamericano se vio obligado a abolir la segregación en los transportes públicos. En 1977, tras el fallecimiento de su esposo, esta valiente mujer fundó el Instituto Rosa y Raymond Parks, dedicado al desarrollo personal. Actualmente, este centro patrocina el programa anual Camino a la Libertad, que organiza recorridos en autobús para adolescentes, con el objetivo de darles a conocer la reciente historia de la lucha por los derechos civiles en los Estados Unidos.
Rigoberta Menchú
América Latina también cuenta con una mujer Premio Nobel de la Paz: Rigoberta Menchú. Desde pequeña conoció las injusticias, la discriminación, el racismo y la explotación que mantienen en la pobreza extrema a miles de indígenas en Guatemala. La miseria la obligó a buscar sustento en la capital del país, para ayudar a sus padres y hermanos, pero fue en las comunidades indígenas donde aprendió a defenderse y organizarse. En la lucha por la tierra perdió a su primer hermano, quien fue secuestrado por el ejército el 9 de septiembre de 1979, y presuntamente asesinado, aunque hasta la fecha se desconoce el paradero de sus restos. Cuatro meses más tarde, el 31 de enero de 1980, sufrió la pérdida de su padre, quien murió calcinado, junto con otras 36 personas, en la masacre de la Embajada de España. La madre de Rigoberta fue secuestrada el 19 de abril de 1980 y, aunque existen diferentes versiones sobre su asesinato, también se desconoce el paradero de sus restos. Otro hermano suyo fue asesinado por el ejército el 8 de marzo de 1983.
Estos hechos constituyen uno de los argumentos que sustentan la búsqueda de la justicia universal y la lucha contra la impunidad que lleva a cabo Rigoberta, quien logró escapar de la horrenda política de terror implantada en Guatemala y siguió, hasta que las circunstancias lo permitieron, trabajando y organizando a su gente para resistir el exterminio practicado por el Estado.
Desde 1982, participó en las sesiones anuales de la Subcomisión de Prevención de las Discriminaciones y Protección a las Minorías de la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas, así como en las Asambleas Generales del Organismo Mundial, desde 1993. En su trayectoria, trabajó y luchó por el respeto a los derechos humanos, en especial por los de los pueblos indígenas. Este hecho le valió el Premio Nobel de la Paz en 1992 y desde entonces, Rigoberta Menchú Tum, sigue su misión universal, ya que, como ella misma lo ha dicho: Mientras yo viva, el Premio Nobel que recibí tendrá un sentido.
Mujeres de hoy en Cuba
Siguiendo estos dignos ejemplos y continuando la saga de las eternas Marianas de la tierra cubana, la mujer cubana hoy día ha desempeñado un rol importante dentro del entramado de la sociedad civil. No alcanzarían las líneas de esta publicación para enumerar los miles de nombres de las pacíficas mambisas de estos tiempos, que han ofrendado, incluso, hasta su vida, por el bien de la Patria y el destino de los cubanos.
En apretada síntesis me viene a la mente un movimiento que llegó para tornar la Primavera Negra de Cuba en un renacer de gladiolos por toda la Quinta Avenida de la ciudad capital y que trascendió, sin lugar a dudas, y a una dimensión universal, las fronteras de esta amada Isla. Me refiero, obviamente, a las Damas de Blanco, ese grupo de familiares y amigas de los presos de conciencia, que se unieron, en cuadro apretado, para defender juntas los intereses libertarios, sin importar afiliación política o credos; venciendo los regionalismos, los sectarismos, como se articula el alma de una Nación. ¡Y lo lograron! Muchas lágrimas de sangre costó el sacrificio, incluso la muerte de quien con su valor y perseverancia, con sus conocimientos de experta en el difícil arte de enseñar, nos demostró que detrás de cada grano de arena hay un derrumbamiento de montaña. Su nombre: Laura Pollán Toledo. Sus ideas: esparcidas por toda Cuba que renace cual campo florido en el ejemplo multiplicado y multiplicador de cada seguidora de sus ideales.
Y qué hablar de todos los nombres de mujeres valerosas que con su pequeño aporte laboran cada día en la construcción de la gran obra social de la contemporaneidad cubana: las miembros de la blogósfera alternativa, con Yoani Sánchez a la cabecera; voces cubanas femeninas como Karina Gálvez, Miriam Celaya, Berta Soler, Elsa Morejón, Regina Coyula, Laritza Diversent y tantos otros nombres que muchas veces quedan en el anonimato; pero que hacen tan plural a Cuba y tan inclusiva como la queremos, al recordarlos todos.
Mujeres como estas y muchas otras, imposibles de mencionar en estas líneas, necesitamos en los días actuales. La sociedad las aclama con toda su fuerza y en todas sus dimensiones, con todas sus cualidades y las riquezas de su feminidad. La mujer puede, ahora, ejercer un influjo creativo, renovador, humanizador, en todos los ámbitos de la vida social: empresa, política, ciencia, medicina, educación, cultura, medios de comunicación, equilibrio entre la vida familiar y trabajo, etc. La sociedad las necesita hoy más que nunca allí: colaborando en obras de solidaridad, promoviendo el bien común y fomentando los valores humanos auténticos entre las personas que le rodeamos cada día.
Bibliografía
Biografías y Vidas. 2004.
Rodríguez de Cuesta, Vicentina Elsa. Patriotas Cubanas. 2005.
Denie Valdés, Wilfredo. Apuntes para una Historia de Pinar del Río. Ediciones Convivencia. 2012.
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Yoandy Izquierdo Toledo. (Pinar del Río, 1987).
Licenciado en Microbiología.
Responsable de Ediciones Convivencia.
Reside y trabaja en La Habana.