Por Arnel Herrera Padrón
En toda la historia de la humanidad la violencia ha tenido como resultado consecuencias irreparables. Este método nunca debiera ser aplicado para resolver ningún conflicto, ya sea político, religioso, cultural, de raza, o civil…
Por Arnel Herrera Padrón
En toda la historia de la humanidad la violencia ha tenido como resultado consecuencias irreparables. Este método nunca debiera ser aplicado para resolver ningún conflicto, ya sea político, religioso, cultural, de raza, o civil; esto solo empeora y entorpece la posibilidad del diálogo entre dos partes, la violencia siempre genera más violencia.
Hoy los tiempos son otros, todo en la vida cambia y se transforma. Cuba como el resto del mundo también ha sentido estos cambios y transformaciones en la sociedad civil, hoy con mayor cuota de responsabilidad, madurez y métodos de lucha, como la no violencia que son más poderosos a favor de los cambios sociales.
La historia está colmada de personas que optaron por este método de lucha, ejemplo Mahatma Gandhi, Martin Luther King, estos dos se fundamentaban en la profunda convicción de la acción no violenta como principio ético. Nelson Mandela, aunque a principios fue de una línea radical, también optó por la lucha no violenta por su poderoso efecto. El Apóstol José Martí también consideraba que el mejor método de solucionar un conflicto era mediante la no violencia y el diálogo. Así lo expresaba en unos de sus versos más conocidos:
Cultivo una rosa blanca
en junio como en enero,
para el amigo sincero
que me da su mano franca.
Y para el cruel que me arranca
el corazón con que vivo,
cardo ni oruga cultivo,
cultivo una rosa blanca.
En este decir de Martí, se refleja hoy en Cuba cada uno de los que han optado por la no violencia. Tengámoslo siempre presente para, entre cubanos todos, y mediante el diálogo, cultivar una rosa blanca.
La no violencia está arraigada profundamente en el alma humana, por lo que en ninguno de los casos es necesaria la violencia, siempre debemos darle una oportunidad al diálogo. Este siempre llevará a métodos más viables. La sociedad civil cubana ha tomado conciencia de que la mejor forma de lograr los cambios en Cuba es mediante la acción no violenta. Los sistemas que usan la fuerza y la violencia contra las personas que se le oponen, ya sea un movimiento, un partido, un periodista, un bloguero, un bibliotecario, quienes solo están ejerciendo su soberanía como ciudadanos libres, lo que consiguen es generar una mayor solidaridad en la población con esas personas.
Un factor importante de la no violencia es la creación de estructuras alternativas que proporcionen el soporte moral y práctico para lograr los cambios fundamentales de la sociedad.
El principio de la no violencia, para lograr los cambios políticos y sociales en Cuba, es la mejor de las vías para todos. Es hora de salvar a Cuba de una situación como la de Siria. No creo que nadie razonable desee más dolor y sufrimiento. Démosle un ejemplo de democracia al mundo y, reconstruyamos entre todos una nación próspera, plural y participativa. La violencia, ya sea física o verbal, siempre afecta la integridad del ser humano y, poco a poco, va dañando el tejido de la sociedad.
Educar a la persona para vivir en libertad, la responsabilidad y respeto a los demás, será sin dudas el comienzo de una Cuba dialogante. La familia es la célula fundamental de toda sociedad, por lo tanto son los principales protagonistas de la formación y educación que escojan para sus hijos. Los gobiernos solo deben protegerla y garantizarle las herramientas necesarias para que puedan contribuir, formando mejores ciudadanos, al bien común. Sembrar la semilla del diálogo como principal instrumento, rechazando siempre la violencia y la confrontación como opción viable. El inmovilismo en las sociedades paraliza toda acción humana y no libera a la persona, lo que puede generar un estado de descontento y violencia en la población. Una sociedad libre es, sin duda alguna, una sociedad activa, abierta y con mayor cuota de responsabilidad.
La sociedad cubana crece, a pasos de gigante, en el respeto a lo diferente, yendo cada vez más de la confrontación al diálogo, y de la violencia a la no violencia.
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Arnel Herrera Padrón. (Pinar del Río, 1974)
Bibliotecario Independiente.