Poesía – El haijin y la flauta

 

(A manera de preludio)
'Vitral de mariposa'

‘Vitral de mariposa’
Tan misteriosos, como los frutos del mamey, estos versos se me revelaron a mi paso por la senda de la vida.
Yo no tuve que hacerlos, y no siento vergüenza, ni me sonroja, confesar que estas palabras han surgido
desde un vacío insondable, donde los nombres y las fechas, poco o nada habrán de consentirles a las ansias de mi ego. Les hallé, entre el jardín de la meditación, en los sitios más insospechados, incluso en basureros, en esos que me habían propuesto, como los más impuros; viendo el arroyo que pasa a lo largo de mi pueblo,
más allá de que sus aguas turbias parecieran estancadas, o a la inversa de su cauce universal.
Claro está, no me salvo, ni me esfuerzo en esconder, la pequeña vanidad que me colma de gozo,
por haberles encontrado justo aquí, precisamente ahora. ¡Gracias! Me place tanto compartirle a todos, estos haikus, y el sonido de mi flauta; que hoy entrego a la tierra las semillas, que una vez el viento me ofreció,
sin discriminación alguna.
Por Maikel Iglesias Rodríguez
Buena señal.
Una moneda al suelo
para el mendigo.
¡Cuánto demoran
los frutos del mamey,
y qué dulzura!
Aguas serenas,
según la paz del cielo
el lago es manso.
Larga es la sequía,
y el ave en el molino,
sigue silbando.
Crece la espiga
en lo oscuro del fango,
aunque la olviden.
Canta feliz
gorrión en el almendro,
tu nido aguarda.
Bostas de res
por la olvidada senda
de tus sandalias.
Hartos jinetes,
del árbol más añoso,
cuelgan sus monturas.
Los bueyes mansos
amarrados en el roble
no pueden pastar.
Sobre el pantano
los pasos de los hombres
persiguen al sol.
Arde veloz,
un palillo de incienso
en la ventana.
Flores silvestres,
no preguntan tu nombre
y te perfuman.
Está cayendo
agua sobre el metal.
Parecen truenos.
Ceiba frondosa,
¿por qué ningún relámpago
te puede herir?
En la maceta,
tú no puedes trepar
como quisieras.
En un sombrero
caben muchas palomas
y una sola cabeza.
El perro triste
que escarba en la basura
no sale en los periódicos.
¿Esos que están
navegando en los charcos,
seremos nosotros?
¡Es increíble!
Entre afilados sables,
nace la piña.
Se torna bosque
el jardín de una amiga
en primavera.
Las santanillas
en el árbol del cacao
son una broma de Dios.
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