Por Sironay González Rodríguez
Cuando el gobierno cubano abrió un espacio para el trabajo por cuenta propia, de seguro no se imaginó la cantidad de permisos que tendría que dar para la actividad de vender discos. Para este pequeño negocio, por lo menos en mi pueblo, se han dado más licencias que para otras gestiones comerciales.
Pues bien, el caso es que ahora estos pequeños empresarios discográficos para vender un CD de cualquier artista nacional, tienen que poseer el derecho de autor sobre dicha producción musical. Solo para los nacionales, porque según los inspectores, portavoces de las “grandes ideas” de arriba, es imposible que estos vendedores se puedan comunicar con alguna estrella extranjera para obtener el valioso permiso.
Como dice un amigo: “¡la palabra increíble se agotó en Cuba, caballero!”