Ponencia presentada por Dimas Castellanos ante la presidencia y los jefes de delegaciones del Congreso de la Liga Internacional de Religiosos Socialistas (ILRS), celebrado en Córdoba, España, entre el 8 y el 11 de octubre de 2009.
Introducción
Cuba, después de 140 años del inicio de las guerra de independencia, del nacimiento de una República donde se conformó y extendió la sociedad civil que derrocó la dictadura de Gerardo Machado, de arribar a 1940 con una de las constituciones más avanzadas de la época y de elegir libremente a los gobiernos desde ese momento hasta 1952, un golpe militar condujo nuevamente al empleo de la violencia que desembocó en la instauración de un régimen totalitario que sobrepasa el medio siglo.
Las causas más remotas radican en la forma concreta de interacción entre la idiosincrasia del pueblo cubano, la violencia y la ética utilitaria. Como resultado, males de ayer y de hoy, como el caudillismo, la injusticia social, la ausencia de derechos cívicos y económicos y las relaciones conflictivas con Estados Unidos, han conformado un cuadro social caracterizado por el inmovilismo y el retroceso.
La idiosincrasia del cubano, resultado de la mezcla de diversas etnias, razas y culturas, fundamentalmente entre europeos y africanos; unos que fueron con la esperanza de un enriquecimiento rápido y los otros llevados como esclavos y ninguno con la intención de arraigarse en la Isla ni dedicarse a producir, marcó nuestra matriz de pueblo.
La violencia, que arribó con los guerreros peninsulares y se multiplicó con la rebeldía de aborígenes y esclavos, se arraigó en la forma de ser y actuar hasta devenir cultura política, reflejada en un panteón de héroes y batallas, de intransigencias y consignas enseñadas en las escuelas y reforzadas con los medios de comunicación.
El predominio de la ética utilitarista, negación de la igualdad de los seres humanos hizo que casi todos los proyectos fracasaran. Una conducta egoísta, de raíces coloniales y esclavistas, generalizada en la práctica política que se manifestó en la explotación de los esclavos, en las reelecciones presidenciales, en golpes de Estado y en la ausencia actual de derechos y libertades.
La interrelación de esos factores ha reproducido en el tiempo la injusticia social cuyo sustento está en el monopolio estatal sobre la propiedad, la existencia de un solo partido político, el control absoluto de los medios de información y comunicación por el Estado-gobierno y la declarada primacía de los revolucionarios sobre el resto de la sociedad cubana, expresada en los lemas: “dentro de la revolución todo”, “la calle es de los revolucionarios”, o “la universidad es para los revolucionarios”, entre otros. A estos añejos factores hay que agregar más recientes, sin los cuales resulta inexplicable el inmovilismo de la sociedad cubana.
El primero es que Cuba es una sociedad desarmada. Desde el triunfo el gobierno revolucionario procedió a derribar todos los puentes que sirvieron para tomar al poder y sin los cuales es imposible ningún cambio social en la modernidad. La sociedad civil, los derechos y libertades fueron barridos. La diversidad de asociaciones políticas devino un sólo partido; la división de poderes desapareció para dar paso a un parlamento unicameral cuyo principal “mérito” es aprobarlo todo por unanimidad; las asociaciones cívicas fueron eliminadas y sustituidas por un sistema de organizaciones paraestatales sin autonomía y subordinadas a los fines del Partido Comunista. La pluralidad y diversidad de los medios de comunicación se convirtió en monopolio del Estado; las instituciones culturales y de otro tipo, con excepción de la Iglesia, corrieron la misma suerte.
El segundo es el conflicto entre el gobierno cubano y los gobiernos de Estados Unidos. Un conflicto con raíces históricas que retomó fuerza a partir del rumbo que tomó el gobierno revolucionario hacia el comunismo y que desembocó en creciente hostilidad. El hecho de que Estados Unidos haya sido el único Estado de la comunidad internacional con un proyecto y un presupuesto estatal para “implantar la democracia en Cuba”, ha brindado un fuerte argumento de defensa al gobierno cubano para solapar las contradicciones al interior de Cuba y justificar la inviabilidad del sistema y todos los desaciertos cometidos.
El tercero consiste en la larga duración del actual gobierno. La gran mayoría de los cubanos vivos nacieron después de 1959 y no han conocido otra opción que el sistema vigente; mientras el gobierno, en tan prolongado período de tiempo, ha contraído intereses y responsabilidades históricas que le impiden moverse hacia las transformaciones.
Esos factores, añejos y recientes, actuando conjuntamente, han hecho de la sociedad cubana una realidad peculiar y compleja en extremo. Sin embargo, a pesar del cuadro descrito, en Cuba como en todas partes habrá cambios. De lo que se trata es, de comprender las causas de esa situación y paso a paso montar los puentes y abrir espacios para romper el estancamiento y transitar por ellos hacia la democracia.
Fundamentos de la participación cristiana
Annah Arendt decía que una vez que los procesos históricos se han tornado automáticos se vuelven no menos fatales que los procesos biológicos que van del nacimiento a la muerte, y que dichos procesos, una vez estancados, tienden a ser de larga duración. Tal es el caso de Cuba. Sin embargo, decía ella, es usual que en épocas de petrificación y ruina, la facultad de la libertad permanece intacta y por su potencialidad es capaz, en esas condiciones, de animar e inspirar todas las actividades humanas. Como esa capacidad es inmanente a los que forman parte del cuerpo de Cristo, ante la necesidad de cambios los cristianos tienen una gran responsabilidad.
Desde esa responsabilidad se impone luchar contra el desconocimiento de nuestra historia. Por ejemplo muy pocos cubanos conocen que el padre Félix Varela –el primero que elaboró un proyecto autonómico que se proponía ampliar los derechos de los nacidos en la Isla incluyendo a los originarios de África, el primero que concentró sus esfuerzos en enseñar a pensar las necesidades de la isla en términos nacionales y que se dedicó a la formación de conciencia y de virtudes en los futuros sujetos del cambio- al inaugurar en 1821 la cátedra de Constitución en el Seminario San Carlos para enseñar virtudes cívicas, expresó: “Y yo llamaría a esta Cátedra, la cátedra de la libertad, de los derechos del hombre, de las garantías nacionales, de la regeneración de la ilustre España, la fuente de virtudes cívicas, la base del gran edificio de nuestra felicidad, la que por primera vez ha conciliado entre nosotros las leyes con la filosofía… la que contiene al fanático y déspota…” . Varela, en toda su obra, insistió en la idea vital de que hay que ejercitar la virtud, la fuerza, la fortaleza, como medios de reafirmar un valor, un ideal moral, que nos consolide como hombres y mujeres capaces de mirar alto y lejos. Por ello –decía– se impone, primero, empezar a pensar. Un propósito irrealizado que hoy sigue siendo un obstáculo para el avance social en Cuba.
La Iglesia de Cristo, decía el padre dominico Jesús Espeja, está presente en todas las congregaciones locales de los fieles, donde se reúnen por la predicación del Evangelio de Cristo. Esa Iglesia también está en Cuba, una Iglesia que, sin desconocer lo específicamente religioso, tiene siempre una dimensión social y política. Una Iglesia que no puede suplir la inexistencia de partidos políticos, pero que tampoco puede ser indiferente ante el deterioro de las personas y el estancamiento del pueblo.
Con ese fin Jesús entró como modelo en la historia anunciando la Buena Nueva, con énfasis en el cambio interno, pues el Reino requiere la participación consciente del sujeto en la comunidad. Un cambio que se concreta en no juzgar a los demás, ayudar al prójimo, ser el primero en el servicio, ser humildes, actuar con el otro como si fuera para sí mismo. Desde esa conducta, sustentada en la fe, comienza la edificación de un reino que no es de este mundo pero que “no tiene otro lugar teológico, ni histórico, donde comenzar y desarrollarse que aquí”: un proceso de liberación total que incluye y conlleva las liberaciones intrahistóricas en el ámbito económico, político y cultural y por tanto, contrario a cualquier relación de sometimiento. De estos razonamientos emana la responsabilidad de los cristianos en Cuba
Esa acción liberadora está en la sui géneris doble naturaleza de Jesús: su condición de ser divino y terrenal, el Jesús de la historia y el Cristo de la fe. Jesús aparece como el vínculo entre el Creador y los hombres, de lo que se deduce que Dios conoce y actúa sobre los hombres a través del Hijo. Pero como hombre concreto, Jesús no podía existir al margen del entramado de las relaciones sociales de su época. De ello se infiere que la comprensión de su figura resulta incompleta si se omite el carácter histórico. Jesús no fue ajeno -y no podía serlo- a ninguna de las dimensiones humanas, y sin dudas la política está entre ellas. Su actitud frente al poder, ante las injusticias y ante la pobreza ofrece una idea de esa dimensión. Recordemos la interrogante de Poncio Pilatos durante el proceso judicial en su contra: -¿Eres tú el rey de los judíos? La condena y la muerte por crucifixión son hechos suficientes para demostrar la imposibilidad de sustraerse, en cualquier proyecto de mejoramiento humano, de la dimensión política.
¿Qué es la política? Es el área de las relaciones entre grupos sociales en dependencia de sus vínculos con la producción y la apropiación. El reflejo de esa realidad se manifiesta como conciencia política, la cual constituye una fuerza material para las transformaciones sociales. La política se expresa en las relaciones entre dominantes y dominados, entre Estado y sociedad, o entre Estados. La misma se entiende además como la forma de hacer posible lo necesario o de realizar proyectos sociales. Una dimensión humana de tal tipo, con impactos en la vida y destino de las personas y de los pueblos, no podía ser ajena a Cristo, a la instauración del reino y por tanto a Dios.
Con independencia de la forma en que surja, la revolución siempre es un intento de solución política extrema que adopta un grupo de disensión cuando fallan los intentos legales y/o moderados de lograr el reconocimiento o las reformas, o cuando la ideología del grupo revolucionario aboga directamente por la modificación radical y traumática de la situación existente. El empleo de la violencia durante la lucha por el poder político no sólo depende de los revolucionarios, sino de la decisión de los desplazados del poder de aceptar o no el nuevo orden, pero siempre implica un contexto de violencia donde se impone el más capaz en su empleo. El problema radica en que casi siempre los revolucionarios, una vez llegados al poder, se aferran al mismo con tanta o mayor fuerza que los desplazados y convierten su revolución en fuente de derecho.
Esa forma de luchar por la justicia difiere de las enseñanzas de Jesús. Según el evangelio de Mateo (18: 21-23) un día el apóstol Pedro le preguntó a Jesús cuántas veces debía perdonar a su hermano si este no dejaba de hacerle mal, ¿debo perdonarlo hasta siete veces? A lo que Jesús respondió: No sólo siete veces, sino que debes perdonarlo hasta setenta veces siete. El perdón, piedra angular en las enseñanzas cristianas, es todo lo contrario al empleo de la violencia contra las personas en nombre de la justicia. Entre la forma revolucionaria de pretender el “mundo luminoso” y las formas empleadas por Jesucristo para alcanzar el reino de Dios, sólo queda en pie el objetivo declarado a favor de la justicia y la felicidad de los seres humanos. De ahí en adelante se distancian en los métodos y en los resultados, pues la esencia del cristianismo radica, partiendo del cambio de las personas, en el perdón, el amor, la paz y el convencimiento.
La importancia de la revista Vitral, del Centro Cívico y de la revista digital Convivencia
En su 12 aniversario la revista Vitral emitió un mensaje en el cual destaca la importancia vivir y quedarse en Cuba cuando se encuentra un pequeño proyecto al que entregar su vida y un leve espacio donde respirar, trabajar por algo bueno, compartir las angustias y remontar el desarraigo y el desaliento. En ese mensaje se plantea que toda obra que aspira a durar en condiciones inhóspitas debe empezar por los pequeños pasos. A esos pequeños pasó se dedicó Vitral y el Centro Católico de Formación Cívica y Religiosa de Pinar del Río y se dedica hoy el esfuerzo que ese mismo colectivo está realizando desde la revista digital Convivencia y desde otros proyectos cívicos.
Vitral, en los 13 años que van de su nacimiento al número 78 contó con una estructura orgánica y variada. A través de cada uno de sus números brindó un editorial con agudas reflexiones sobre la circunstancia cubana, con espacios para la poesía, la religión, la economía, la bioética y la educación cívica. Las polémicas entre ensayistas, divulgadas por esa revista, en un escenario donde el debate había desaparecido, constituyen pruebas del esfuerzo para abrir espacios y divulgar cultura y conocimientos. Con esa labor conquistó un sitio meritorio en el concierto de las publicaciones nacionales. Pero además, Vitral fue también un concurso literario y un centro de promoción cultural a través de CD-Rom como el referido a la pintura en Pinar del Río o de revistas monográficas como las dedicadas a la poetisa Dulce María Loynaz y al cantante Polo Montañez. En el editorial de febrero de 2007 Vitral definió el concepto de “oportunidad”, relacionado con la situación cubana, como sentido del momento histórico, como discernimiento de las cualidades que rodean un tiempo y un lugar que necesitan cambiar; como oportunidad para Cuba, es decir, para todos y cada uno de los cubanos y cubanas que viven dentro o fuera del país. Una oportunidad definida como sinónimo de responsabilidad de cada cubano.
Su director en aquel momento, Dagoberto Valdés, explicaba que si bien Cuba había luchado a lo largo de su historia por salir del analfabetismo, quedaban pendientes otros tipos de analfabetismos que deberíamos superar: el analfabetismo funcional que impide a una persona realizar una función o tarea por no conocer el “cómo se hace”; miles de personas indefensas que no saben cómo proceder ante casos legales o laborales, incapacitadas en su desempeño cívico, que no tienen acceso a Internet, que ignoran los derechos y los deberes cívicos, que no saben vivir como ciudadanos libres y responsables, que desconocen el funcionamiento de las estructuras del Estado y de los Tribunales de Justicia, que no saben cómo se organiza una asociación sindical o política, religiosa o cultural. Signos todos de esa enfermedad conocida como analfabetismo cívico. A esa labor se entregó la publicación.
En una entrevista concedida al diario Mondo e Missione, publicación mensual del Pontificio Instituto para las Misiones Exteriores, el entonces director de Vitral, Dagoberto Valdés, al responder una pregunta acerca del papel que ha jugado y juega la Iglesia cubana en la transición hacia una Cuba que todos esperamos, respondió:
“En primer lugar, la Iglesia ha sido la única institución presente en toda Cuba, con un tejido capilar y articulado, que se ha mantenido durante el último medio siglo con autonomía e independencia del Estado. Eso la distingue del resto de los espacios de la sociedad cubana y la coloca como sobreviviente de la sociedad civil que fue desarticulada minuciosamente por el socialismo real. Desde ese espacio en la sociedad civil cubana, que desde hace unos años vuelve a reconstruirse muy lentamente, la Iglesia ha jugado un papel de acompañamiento y espacio de participación para aquellos que se han acercado a ella y aún para aquellos que desde lejos la miran con interés. Ese acompañamiento es alimento espiritual, asistencia religiosa, pero también – y motivado por esa misión religiosa precisamente encarnada en la situación histórica – la Iglesia ha dado educación ética, formación cívica, entrenamiento en la participación y la responsabilidad comunitaria, aliento en la desesperanza, motivos para permanecer arraigados en nuestro país, educación para la libertad, la justicia y la paz.
El papel del sitio Desdecuba.com y de los blogs.
La revista digital Consenso, 2004-2006, renombrada Contodos desde 2007 a 2009 constituyó otra manifestación del montaje de puentes y de apertura de espacios cívicos. Nacida para el acuerdo, el entendimiento y la colaboración desde la diversidad, fue una plaza cívica abierta al diálogo, al discernimiento y la comunicación –pero también a la disensión y al contraste– desde el respeto a la diferencia y diversidad. Además de la multiplicidad de temas y enfoques sobre los problemas más apremiantes de la sociedad cubana. Sus editoriales reflejaron hechos de la política como: la detención y condena en la Primavera Negra del 2003 de 75 cubanos por ejercer la libertad de pensamiento y sobre la ejecución de los tres jóvenes que intentaron secuestrar una embarcación para huir a los Estados Unidos; la creación del Consejo de Derechos Humanos de la ONU y la responsabilidad del gobierno cubano ante esa institución; la contradicción entre la celebración de la XIV Cumbre de los No Alineados en La Habana a la vez que el gobierno realizaba una agresión verbal y física contra Marta Cortizas Jiménez y Eugenio Leal García, miembros del Consejo de Redacción; la flagrante contradicción al promover y participar en un proceso de democratización y reforma de la Organización de las Naciones Unidas y a la vez prohibir todo intento de democratización al interior de Cuba; el traspaso del poder en Cuba y su relación con posibles cambios; la ignorancia del gobierno del tiempo en la política y el peligro de comenzar los cambios cuando éste está en su límite máximo; las limitaciones de los cubanos para conectarse a Internet; la importancia de los criterios emitidos por los cubanos durante el debate convocado por el gobierno de Raúl Castro; la convocatoria de elecciones a delegados de circunscripción del Poder Popular; la discusión pública del discurso de Raúl Castro el 26 de julio de 2007 en Camagüey donde planteó la disposición de cambiar todo lo que deba ser cambiado; el planteamiento del canciller cubano en la ONU acerca de la disposición de su gobierno a renunciar a la soberanía y a la bandera para “integrarse en un gran bloque de naciones latinoamericanas y caribeñas” sin previa consulta a los cubanos; o la responsabilidad que el gobierno debe asumir por la firma del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.
En su último editorial Desdecuba.com anunció una nueva etapa, el paso de la revista digital al periodismo ciudadano, que descansa básicamente en un portal estructurado con un conjunto de blogs que sobrepasan la decena y continúan en aumento. Un dinamismo que demandan tanto los cambios tecnológicos como el escenario cubano. Un nuevo proyecto basado en los propósitos originales que ha dimensionado la realidad que vive Cuba tanto al exterior como al interior de nuestra sociedad. En diferentes lugares del país se van agregando nuevos blogs con los más variados criterios y temas acerca de realidad cubana.
Esos gérmenes de sociedad civil, unidos a otros órganos y actividades en el mundo del arte, en el seno de la Iglesia con sus publicaciones, y en otras asociaciones y medios de prensa alternativos, están lentamente creando una base de libertad, de espacios cívicos y de conductas ciudadanas que tendrán mucho que ver con los destinos de la inconclusa nación cubana.
Dimas Castellanos Martí
(Jiguaní. Granma, 1943)
Lic. en Ciencias Políticas y en Estudios Bíblicos y Teológicos.