Expo “Sin permisos” de Yamilia Pérez Martín

En el Parque de la Independencia, el 10 de diciembre de 2009.
Por Consejo de Redacción.

Yamilia al centro, explicando el performance 'Sin Permisos'.

Yamilia al centro, explicando el performance ‘Sin Permisos’.
“Esto es una intervención artística. Yo soy una artista. Y esto es un espacio público”. Era la serena respuesta de Yamilia a los que le decían que necesitaba “un permiso” para exponer en el Parque de la Independencia de la tradicionalmente tranquila ciudad de Pinar del Río.
Eran las 9 de la noche del jueves 10 de diciembre de 2009. Ella escogió la fecha. No era pura coincidencia. Era Día de los Derechos Humanos. Pidió a dos amigos que le hicieran las palabras de un catálogo que no pudo salir. Pero que Convivencia ha recibido de la artista y publica en su sección de Cultura.
Yamilia, mujer sencilla, muy sensible y muy cubana, siempre ha sido así de transparente y firme cuando cree que hace el bien y que expone la belleza. Cree que para hacerla y exponerla no se necesitan permisos. Dice que para crear nadie tiene que pedir permiso. Es un derecho de cada hombre y mujer creador. Así comienzan sus palabras una vez que las seis obras son traídas como en andas en una especie de silenciosa procesión cultural. Al final, traen también un gran lienzo en blanco… y pinturas, espátulas, pinceles, texturas.
Esta invitación a la libertad de creación es depositada en medio del parque, más concurrido que de costumbre y con más respetuosa independencia que antes. Ella inició el parto creador pidiendo opiniones de dónde colocar una piedra del río Guamá, nuestro, de todos, mientras narraba que buscando piedras a las que considera la carne del universo, ha descubierto que las del Guamá pinareño son del todo diferentes.
Yamilia lleva también velas que se encienden por cualquier participante y son cuidadosamente colocadas frente a cada una de las seis obras que reposan en la penumbra recostadas alrededor de la glorieta. Y llegan otras luces a la canva que deja de ser blanca para ser repleta de letreros que algunos que la rodean primero tienen la intención de dejar explicitados y abarcadores.
Se amontonan las letras por todos lados, de un solo tipo. Como para no dejar espacio en blanco o diverso. Pero el respeto no bloqueó la inundación nada ingenua de nombres propios y vivas. Otros depositaron en medio y en ángulos que no borraran nada como pequeños túmulos donde otros sembraron velas encendidas.
Poco a poco, los que no pudieron llegarle a tiempo a la blancura del lienzo lo fueron dejando solo, como descansando en paz, para acceder a la música vital, sugerente y profunda del grupo de rap “Los Muñequitos”. Luego Maikel Iglesias declamó una apasionante poesía de libertos y negros de una Zambia, zangandonga y cuestionante, que se hizo universal pidiendo licencia para ser o no ser, para crear, para bailar, para liberar el espíritu, para rezar y pedir bendición y amor para Cuba. Todos los que lo escucharon, lo sintieron y los que lo sintieron y quisieron, vibraron con la pasión y el amor a Cuba y a la libertad del ser humano.
Hubo quienes no entendieron y quienes rechazaron. Hubo quienes crearon y creyeron. Hubo quienes preguntaron y prohibieron. Y hubo quienes respetaron y respetaron. Al final, gracias a Dios y a la serenidad inquebrantable de la artista y de sus amigos, todo fluyó, no como la perfección hubiera querido, sino como la humanidad de los participantes pudo y quiso. A veces, lo perfecto es enemigo de lo bueno, dijo un santo universal. Y el mundo para que sea mundo… debe ser plural e imperfecto. Es decir, siempre perfectible. Así lo sugirieron los que se quedaron insatisfechos, así lo esperamos muchos.
Lo importante es que todo transcurrió sin violencias, sin exclusiones explícitas, sin bloqueos efectivos a la participación creadora. Participó también, como en todo parto humano, el miedo y la desconfianza. Merodeaba la prohibición pero, al final, respetó la intervención cultural “Sin permisos”.
Todos ganamos en tolerancia y pluralidad. Parió la luz.
Pinar se iluminó en la noche de un 10 de diciembre, Día de los Derechos Humanos Universales. En algo fuimos mejores. En todo más humanos.
Gracias a Yamilia, que hizo arte e hizo historia.
Sencilla y pacífica como la paloma.
Yamilia dio a luz a su creatura sin permisos.
Todos tuvimos más luz y compartimos la nuestra.
Todos tuvimos el derecho y la oportunidad de convivir en el espacio público.

Gana Cuba.

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