Encuentro- Meditación de Convivencia con OMNI-ZONA FRANCA

Por Consejo de Redacción
Amauri hace tintinear las campanillas.

Amauri hace tintinear las campanillas.
Peregrinar a los lugares donde el espíritu humano entra en comunión con el Espíritu Universal es siempre una experiencia inefable. Por lo menos cuando se hace con voluntad de tejer la coherencia entre el amor y la paz.
Esto fue lo que sentimos parte del equipo de la Revista Convivencia que en la tarde del jueves 10 de diciembre de 2009 nos acercamos a ese proyecto cultural y espiritual que es OMNI-ZONA FRANCA en la Casa de Cultura de Alamar, al este de La Habana.
El abrazo y el deseo de paz y bien es el hábitat de esta comunidad pensante, orante, creativa y plural. Eso fue lo que recibimos. Y más, el delicado tintineo de las campanillas que Amauri, el místico terrenal y padrazo puntual, tocaba abrazando a su hija Samadi quien desde el principio suscitó entre nosotros la imagen viviente de la Cuba que soñamos, trabajamos y rezamos. Pronto llega la visitación del Espíritu cuando hay una obra común y profética que Nilo expresa con palabras, pero que se respira en el ambiente.
Al terminar la meditación, cada cual expresó con toda espontaneidad lo que sintió, lo que pidió, lo que recibió, lo que reflexionó. Comunión de fines y diversidad de caminos abiertos e incluyentes, pueden ser los dos pilares de esta peregrinación de mutuo don espiritual.
Vino, entonces, el intercambio de dones tangibles. Ellos nos regalaron las camisetas que colocaron en el mismo lugar del corazón este Festival de la Poesía Sin Fin. Nosotros pusimos en sus manos hospitalarias unos ejemplares de la revista Convivencia. Atrás quedaba alguna camisa, signo de la vida vieja, del hombre viejo, de lo que debemos dejar atrás, para que todos seamos mejores en Cuba y para Cuba.
La espontánea liturgia cívico-cultural culmina con una danza alrededor del círculo con obra musical de David. En el centro, con sus brazos abiertos y sus ojos brillantes la Samadi-Cuba-niña que miraba hacia lo alto y danzaba libre. Ingenua. Crecida sobre sus puntillas. Como queriendo abrazar a todos. Alrededor, todos queriendo crecer para alcanzar la pureza y la esperanza que teníamos en medio. Ser como ella cuando fuéramos grandes.
El tiempo pasó como en la transverberación de lo porvenir. Una nueva tanda de abrazos y besos hacía más elocuente la zona franca de la que goza el Espíritu Universal al Este de La Habana y abierta a omni: cubanos y cubanas, hermanados todos en la poiesis del mundo.
El viejo tractovich cancaneó exigiendo quedarse, por su ventanilla delantera se alzó el disco que David nos dedicó y que se llama y es Rueda. Solo así pudimos escapar de la tentación del Monte Tabor: hacer tres tiendas y dormir sobre cartones en cualquiera de los garajes que han abierto francos y omni-acogedores espacios entre las moles de concreto y acero que se oxidan adormilados por el salitre y el viento. El viento que convierte a la más dura roca en concertante arenisca que, a su vez, armoniza las audaces ráfagas en increíble sinfonía.
Ommmmmmm. Bendición para Cuba, desde la Zona de la Mano Franca para OMNI.
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