José H. Garrido Pérez
(del libro “Les devuelvo mis cosas, las palabras…”/Ediciones Vitral, 1999)
Para Ernesto Cardenal
Al principio creó adán sus cielos y su tierra.
Todo era en orden
y las edades se extendían sobre la faz de la tierra.
Y dijo adán:
–Hágase el caos.
Y se separaron los elementos de entre el abismo,
y hubo caos,
y creyó adán que era bueno y a la luz la llamó: pobre,
y a las tinieblas: señor.
Pasó la tarde,
pasó la mañana,
día primero.
Dijo luego adán:
–Levántense barreras en medio de los hombres
que separen las vidas de las vidas.
E hizo adán las riquezas que separaran las vidas de las vidas,
los que estaban debajo de la mesa
de los que estaban sentados a la mesa,
y creyó adán que era bueno y llamó a las fronteras:
nosotros y ellos,
¿qué tú tienes?
¿de qué familia es Ud.?
Pasó la tarde,
pasó la mañana,
día segundo.
Dijo luego adán:
–Júntense en un sitio todos los intereses y envidias
y aparezca la coerción.
Y así se hizo,
y aparecieron las crónicas y las fiestas privadas,
y los buenos y los malos,
y los portones de las casas
(se engrosaron
y hubo castillos,
residencias,
chozas,
cielo abierto.)
Y llamó adán a los poseedores: dueño,
inquilino,
y empeñado;
y a los otros: oye tú,
vete de aquí,
por amor de Dios una limosna,
muere,
sufre,
mata,
roba,
¡qué más dá!
Pasó la tarde,
pasó la mañana,
día tercero.
Dijo luego adán:
–Haya entre las gentes medios que sirvan para oprimir
unos hombres por los otros.
Y construyó adán una balanza y una espada,
con herrumbre y oro las hizo,
y llamó a la balanza: ley
y a la espada: justicia;
y dio a los ricos la balanza, la espada y el oro,
y a los pobres les impuso la balanza
y les achacó la herrumbre y los gritos.
Pasó la tarde,
pasó la mañana,
día cuarto.
Dijo luego adán:
–Hierva de luchas toda la tierra bajo el firmamento.
Y creó las grandes guerras,
justas e injustas las hizo según sus especies.
Y creyó adán que eran buenas y las bendijo diciendo:
–Creced y multiplicaos, henchid las desgracias de los pobres,
y las envidias de los poderosos.
Pasó la tarde,
pasó la mañana,
día quinto.
Cuando esto sucedió aún adán no conocía a dios,
y vivía como solo por sobre todos los hombres.
Y dijo adán:
–Broten de la tierra dioses animados según sus especies.
Y así fue,
e hizo adán los dioses: dios instrumento,
dios castiga a éste,
dios terror,
dios por qué me haces esto,
dios gula-sexo-dinero,
dios plusvalía;
así los creó según sus especies,
e hizo entonces adán al mayor de los dioses,
a imagen y semejanza suya lo formó: rico y poderoso
para corromper todas las leyes y convertir lo falso en justo,
y dominar por sobre todas las clases y desclasados
–que unos viven y otros mueren— sobre la faz de la tierra,
y le llamó adán: dios-padre mío-Adán,
y le sometió todas las cosas y la vida de todas las cosas.
Y creyó adán ser muy bueno cuanto había hecho.
Pasó la tarde,
pasó la mañana,
día sexto.
Así fue rematada la creación toda,
y terminada su obra, al sexto día, no pudo adán descansar,
y se oyó una voz,
voz como de dolor y de gloria,
voz de hombre que renace,
y hubo luz cegante de bendición.
Pasó la tarde,
y es aún la mañana:
día séptimo infinito de alumbramiento y amor.