Por Henry Constantín
Portada del libro de Almanza.
Rafael Almanza iba a darle gracias a Dios, en un acto de arte y devoción sublimes. Estaban presentes Beuys con un coyote atado de la mano, y Herman Hesse abstraído en la contemplación del juego eterno, el propio Eliseo Diego, hablando con Rilke de sus viajes rusos, Tarkovski sin poder filmar por la escasa luz que dejan los que mandan, y un hombre honrado de frente limpia, y palabra y decoro y valor como de falange macedónica, que nunca se aparta de Almanza. Además, por supuesto, estaba Él, en la puerta de su propia casa.
Era la presentación de la última obra que ha publicado el escritor camagüeyano Rafael Almanza, pero no pudo ser en la Capilla de San Juan de Dios en Camagüey porque la autoridad eclesiástica no otorgó el permiso necesario.
Elíseo DiEgo: el juego de diEs? No se puede escribir de otra manera el título, o se aniquila la inteligencia de cábala minuciosa con que está edificado este libro. La Editorial Letras Cubanas, parece que en nombre de otros, comienza a pedir discreto perdón a Rafael Almanza, por tanta censura recibida como escritor, crítico de arte, investigador, economista y estudiante, y publica, luego de quince años de escilas y caribdis, esta obra de interpretación y euforia lúdico-religiosa sobre la literatura de Eliseo Diego.
El libro es un juego impecable y artístico, y quizá porque el valor y la amistad llevan mucho arte en sí es que aparece dedicado… para toda la familia/ y/ a Raúl, Pedro y Manuel. ¿Serán Raúl Rivero, Pedro Argüelles, y Manuel Vázquez Portal, escritores y periodistas cuyo trabajo los ha llevado a las cárceles cubanas?
Son más de setecientas páginas, protegidas por la única cubierta de pulcritud davinciana que he visto en esta isla; el autor, otra vez, y su amigo el artista plástico Joel Besmar, la diseñaron. Es un abismo útil para tomar en serio la literatura del gran poeta católico cubano, que escribió que la muerte
ha de ser como un hombre
contemplando su horror en el espejo,
como Caín y Abel ya frente a frente,
como Caín y Abel reunidos en Adán, como la muerte.
Almanza, en función de la idea del juego que estudiaron Huizinga y Caillois, examina cada ápice de la escritura de Diego, y descubre los trazos ocultos de un lenguaje aún más delicado que el entendido por la simple lectura de los poemas. Fe y barajar, la primera parte de la obra, encuentra, en un poema aparentemente tranquilo, claves numerológicas que nos dejan atisbar la perfección creadora, de Dios, acercamiento de la poesía y la naturaleza. Así concluye Ráfaga, exacto seudónimo del autor: En una atmósfera de serenidad y de meditativa alegría, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo se juegan con su sangre el universo.
Henry Constantín Ferreiro.
Periodista, escritor y fotógrafo.
Expulsado de los estudios de Periodismo en dos ocasiones, ambas por problemas
políticos. Único representante de Cuba en el II Concurso Hispanoamericano de Ortografía Bogotá‘2001.
Graduado del Curso de Técnicas Narrativas del Centro Onelio Jorge Cardoso.
Colaborador de la Revista Convivencia. Textos suyos han sido publicados en medios de prensa cubanos,
incluso oficiales.
Hace el weblog Reportes de viaje.
(www.vocescubanas.comReportes de viaje).
Dirige la revista La Rosa Blanca. email: henryconstantin@yahoo.es .
Reside en Camagüey.