Por Juan C. Fernández
Hace unos días me encontré con una amiga a la que no veía hacía algún tiempo. Después de los saludos, preguntarnos ambos por nuestras familias y de comentar, como casi todo cubano, la situación de la cosa, mi amiga me confesó que estaba muy preocupada por la actual situación de su hijo mayor, y me contó lo que ahora les cuento y que solo es propio del reino del absurdo. Dice mi amiga:
___“Mi hijo mayor es médico y cumplió misión en Venezuela durante cinco años. En su estancia por esas tierras se enamoró de una doctora, cubana igual que él, oriunda de Ciudad Habana, y se casaron allá. Todo marchaba a las mil maravillas, mientras duró la bendita misión”.
Le pregunté a mi amiga:
__¿Por qué todo fue bien en Venezuela y cambió en Cuba? __ confieso que lo hice con un poquitín de cinismo.
Me respondió:
___Es que estando en Venezuela, la esposa de mi hijo quedó embarazada, casi al final de su estancia, pero todo estaba bien. Ya en sus últimas vacaciones antes de venir definitivamente para Cuba, mi hijo había cambiado la dirección para Ciudad Habana y había comenzado los trámites en el Ministerio de Salud Pública en Pinar del Río para trasladarse al de la capital, que era el lugar escogido por la pareja para vivir. A ella le habían prometido una vivienda, o cuando menos, un solar para construir una, por cooperante internacionalista. De hecho ya habían comprado todo lo necesario para cuando tuvieran la casa. Era la gloria.
___ ¿Cuál es el problema? __ pregunté.
En esta parte del relato es donde comienzan los dolores de cabeza para el hijo de mi amiga y su esposa, embarazada y casi al dar a luz.
___ Resulta que el Ministerio de Salud Pública en Pinar del Río no le quiere dar a mi hijo el traslado para Ciudad Habana, alegando la falta de médicos en la provincia y por esta razón el pobre tiene que viajar al menos dos veces por semana a la capital a ver a su esposa y saber del embarazo. Esto es totalmente injusto. __ dice ella, y yo la apoyo con un leve movimiento de cabeza.
___¡Pero lo bueno viene ahora, Juanca! __ me dice, casi gritando, __ ¿cómo me voy a calmar con lo que le están haciendo a mi hijo que ha “soltado el hígado” durante cinco años y así es como le pagan, y para colmo le han propuesto en varias ocasiones, desde que llegó, no hace ni tres meses, salir de nuevo de misión al extranjero.
Mi pobre amiga está colorada como un tomate y las venas del cuello parecen que le van a estallar. Y me dice, casi llorando de impotencia:
__ Para salir afuera sí, no importa que no haya médicos para los cubanos; para estar junto a su esposa y al hijo(a) que viene en camino y consolidar una familia, no.
___ ¿Y la casa que le prometieron? – pregunto casi seguro de la respuesta.
Ella nada más me mira y me dice entre dientes:
___! No comas tanta…!
Juan Carlos Fernández Hernández (1965).
Ex – Corresponsable de la Hermandad de Ayuda al Preso y sus Familiares de la Pastoral Penitenciaria.
Diócesis de Pinar del Rio.
Animador de la Sociedad Civil.