Los criticones

Por Ernesto Dueñas Valdés
La crítica es una palabra muy difícil de definir, algunas personas se la aplica a quienes son adictos a entrometerse en los problemas de otros sin interesarles, otros se la aplican a aquellas personas que no tienen ocupación y se pasan el tiempo observándolo todo para criticarlo, otros dicen que la crítica es sinónimo de envidia, que como es natural, estos son los más peligrosos.
Los primeros son esas personas que al presentarse donde hay otros individuos discutiendo un problema, critican sin conocer los motivos, la naturaleza del mismo ni la causa que lo originó, y a la vez comienzan a dar opiniones erradas y críticas al que habló alto, al que no habló, etc, siendo el resultado otro problema.
 Los segundos son esos que se dedican a observar todo lo que les rodea como forma de buscar una ocupación, al vecino, porque está pasado de edad y no se jubila, al familiar, porque se jubiló fuerte y puede trabajar unos años más, al amigo, porque compra una bicicleta para no caminar y dice que es un vago, al amigo que no la compra, porque es un tacaño.
Los terceros son personas con las que tenemos que tener más cuidado porque son peligrosas en palabras y acciones, ejemplo: se dedican a criticar lo que ellos no pueden hacer, o bien por la edad, o bien por la situación económica, o ya sea porque su naturaleza es así. Otros cometen errores, pero al pasar el tiempo se les olvidan y critican a los demás por lo que ellos mismos hicieron en el pasado o están haciendo en el presente y cuando se les recuerda, se justifican con palabras vanas y un cinismo especial.
¿Quién no sabe que muchos políticos en sus campañas electorales critican a sus adversarios por su mala administración ya sea en equidad, abusos o atropellos cometidos y al triunfar en sus mandatos hacen lo mismo?
Lo más importante de estas personas es que no asimilan ni admiten que se les critique. Y toda persona que no admita ser objeto de críticas, debe estar encaminada a cumplir bien y ejercer bien el mandato de Dios.
También estas personas que se dedican a imponer su voluntad, sus caprichos y deseos se convierten en seres superfluos en acciones y sublimes en actitudes y pensamientos.
Razón tuvo Benjamín Franklin cuando dijo: los hombres son unas criaturas muy raras, la mitad censuran lo que ellos practican, la otra mitad practican lo que ellos censuran.
Y dicho esto, no imitemos, dediquémonos a resolver nuestros problemas, no nos inmiscuyamos en cosas banales ni superficiales y cultivemos el bien común.

Ernesto Dueñas Valdés

(Río Seco, San Juan y Martínez, 1947)
Miembro de la Logia Fiat Lux
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