Por Tomás Pérez Morejón
“Nunca es tarde si la dicha llega”, reza el refrán para consuelo de los más desesperanzados. Claro, que medio siglo es suficiente para convertir en insensibles escépticos a los más ilusos fanáticos. No pretendo en esta ocasión hacer la extensa relación de las tantas insatisfacciones que padece el frustrado cubano medio.
Y es que la provisionalidad tocó el cariz de lo perenne a consecuencia de acostumbrarnos a oír y aceptar sin cuestionar ni discutir y mucho menos protestar. La costumbre se convierte en esa mezcla de ley e imposición que nos hace sumergir en un insalvable paternalismo.
El síndrome del robotismo programado fue minando las masas encefálicas de casi todos los hijos de Cuba. Cuando los ojos se abrieron, fue más difícil cualquier intento libertario. Algunos oportunos se encargaron de controlar, perseguir y ejecutar a sus propios coterráneos. Y los cancerberos del mesiánico sistema por el mismo salario servían de obreros, serenos, policías, perseguidores, acosadores, carceleros y fusiladores.
Se impuso el odio al amor. El odio es necesario a los que entronizan la perpetuidad. La eliminación por cualquier vía de sus opositores políticos aunque estos sean civilistas pacíficos es parte del mecanismo de los regímenes totalitarios.
¿Resultado? Medio siglo de dificultades económicas sociales y políticas, más de un millón de cubanos en el exterior, un 10% de electores abstinentes, de boletas en blanco y anuladas y un indescifrable por ciento de carnavaleros que siguen la carroza sin importarle quien baila.
¿No creen todos los hijos de Cuba de que es hora ya de comenzar el camino de la avenencia y la reconciliación sin importar las diferencias políticas ideológicas o religiosas? ¡Convivir como personas civilizadas! ¿Cómo…? He aquí algunos ejemplos:
· Con unas Fuerzas Armadas despolitizadas,
· Con un Tribunal de Cuentas que vele por la honestidad y la honradez de los funcionarios públicos,
· Con la derogación de las leyes que atentan en contra de la libertad de prensa y de expresión,
· Con unas cárceles vacías de presos políticos
¿Imposible? Brasil, España, Chile, Ecuador, Bolivia, Nicaragua, son ejemplos de regímenes socialistas pero también democráticos.
¿Somos tan irascibles los cubanos que no podemos vivir la fraternidad que viven los habitantes de los países arriba señalados?
Si los opositores y disidentes políticos en la Isla no son terroristas; no hacen estallar bombas ni dan fuego a nada, ni producen apagones, ni descarrilan trenes, ni hacen atentados a ningún dirigente político en el poder, ¿por qué no puede haber convivencia con los que gobiernan?, ¿por qué estos últimos no cambian el discurso por el diálogo? Si ninguno de los opositores o disidentes son criminales de guerra ni terroristas ni narcotraficantes ni secuestradores, ¿por qué no reunirse con ellos a fin de limar las asperezas y proponer proyectos para tratar de entre todos salvar los destinos de todos; no de unos sino de todos los hijos de Cuba? ¿Por qué, por qué, por qué, no tratamos de sobrevivir conviviendo?
Tomás Pérez Morejón
Pinar del Río (1937)
Poeta y periodista independiente.