Tania Bruguera: Premio Príncipe Claus 2008

Por Dagoberto Valdés
La reconocida artista de las artes plásticas, Tania Bruguera, recibió el pasado 11 de diciembre uno de los Premio Príncipe Claus para la Cultura y el Desarrollo que otorga el Fondo que lleva el nombre del fallecido consorte de S.M. La Reina Beatrix de los Países Bajos.
La sencilla y significativa ceremonia de entrega del Premio se efectuó durante una muy peculiar recepción en la residencia del Sr. Embajador de Holanda en La Habana. Alrededor de la límpida piscina se movían, bailaban, abrazaban y carcajeaban a mandíbula batiente, un numeroso grupo de artistas, poetas, periodistas, diplomáticos, directores de galerías, escritores y profesores, una polícroma Arca de Noé de la sociedad civil en Cuba. Primer mérito de los organizadores y anfitriones.
Las palabras del Embajador desataron el ambiente. Resultó ser que el Diploma y el cheque de Tania habían ido a parar a Senegal y ella recibía solo simbólicamente el del premiado africano. Como el performance de la ocasión sería la misma Bruguera lanzándose a la piscina para demostrar que el cheque no se desteñía. Los que esperaban el olímpico salto en traje de Eva, o mejor dicho, de Tania, vieron frustrados sus sueños detrás de una larga falda negra con flamante estola que evitaron poner en riesgo lo que era del senegalés. Quiero decir, el cheque de marras por valor de 25 mil euros. No se supo si en algún meandro del río Senegal o en las bellas costas de Dakar, repletas de pequeñas embarcaciones, flota aún el billete de Tania.
Lo que sí fluía y flotaba, se respiraba y se comunicaba en esta ceremonia tan poco ceremoniosa y tan libre, era ese espíritu indomable, saltarín, musical, reguetonero y salsero que es el alma de los artistas y poetas. Nada mejor para la intrépida y profunda Tania. Nada mejor para aquel príncipe Claus que tuve la suerte de conocer en el frío diciembre del Palacio real de Amsterdam: quitándose la corbata, zafándose de los papeles de su discurso oficial, provocando con sus sentidas palabras que una poco ceremoniosa lágrima corriera soberana por la mejilla de una Reina tan real, tan cercana y tan hija de Juliana en la bicicleta, que no pudo más que combinar el discreto fluir de los canales de su mirada traslúcida con dos tulipanes que brotaron en su espejo. Solo los que estábamos a su lado y la indiscreta prensa libre en su frente, pudimos disfrutar de tan humanísima fiesta de la esencia del alma holandesa.
Así fue también el contrapunteo entre Tania y Claus, entre Holanda y Cuba, entre la misma esencia cultural y espiritual que une a pueblos con climas lejanos pero raíces comunes situadas al occidente de toda momificación y cuadratura del espíritu humano y de su creación insobornable. Eso es Tania Bruguera. Merecidísima de tal premio y tal fiesta. Amaury, el del proyecto de Alamar express, reza, asimismo, un poema para Tania, mientras, en su cabeza, coronando sus hirsutos pelos de rastafari, un caldero proclama desde un letrero que no es un caldero. Un día la corona del Claus caerá seguro sobre las cabezas pensantes y disientes de este proyecto.
Gana Cuba su segundo premio Príncipe Claus. El primero fue en 1999, otorgado a la Revista Vitral, una ventana abierta a la libertad de la luz desde Pinar del Río. En su nombre tuve la oportunidad imborrable de conocer el país de Van Gogh y a un tan cercano príncipe que no se parecía a los que encontraba en los libros de mi lejana infancia. Este no solo me preguntó por Varadero y Santiago, y por la música del Beny y de Silvio, sino que en coherencia con el talante de este Premio se ofreció para servirme de intérprete y así poder conversar con el argelino Felag y el qatarí de Al-Yaseera, con los que compartía el premio principal ese año.
Es por ello que no me extraña que Cuba pueda seguir ganando, en buena lid, nuevos premios de Claus, y de Holanda, nación tan cercana a Cuba desde el talante de su gente hasta la socorrida bicicleta.
“Tania -le dije- te merecías el principal”. Ella, en su natural sencillez irrefrenable, me explicó docentemente (sic): “No, Dagoberto, el principal es siempre para alguien que tenga una obra palpable, un economista…”.Le digo, “… y tu obra que ha golpeado a las puertas de tanta gente y ha cambiado la manera de verla y vivirla de tantos como yo… no es real, palpable?”. “¿En serio? ”, – me dice entre incrédula y pletórica…
La conversación no pudo proseguir. Era muy seria y contundente para el climax de una fiesta de la luz frente a la sombra, de la desnudez frente a la censura, de la simplicidad ante el aparato, de la sangre de un macho cabrío que, sobre la tersa piel de una mujer cubana- testigo documental de lo que ha sido-, sigue hoy todavía marcando los dinteles de las puertas de los primogénitos de Cuba para ser salvados de las plagas de Egipto y renacidos a una tierra interior que mana leche y miel, cultura y desarrollo, como se apellida este premio que se llama Claus y Bruguera y Vitral…

Gracias Tania… seguimos, cambiamos… vivimos.

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