Entrevista – Daína Chaviano. Al principio fue la fantasía…

Por Reynaldo Escobar
Daina Chaviano

Daina Chaviano
Con solo 9 años, Daína Chaviano escribió sus primeros cuentos. Ahora esta mujer se ha convertido en la autora de la novela más traducida de toda la literatura cubana: La isla de los amores infinitos (Grijalbo, 2006). La lista de sus obras y premios aparecen en la página web www , con el único propósito de satisfacer la curiosidad de los incrédulos.
Tuve el privilegio de ser el primer periodista que la entrevistara y un privilegio mucho mayor: conocerla y admirarla desde los tiempos en que era solamente una muchacha muy rara, loca para el común de los mortales que, para advertir a los extraterrestres, pintaba señales de aviso sobre la azotea de su casa de la calle 68 en Miramar y que escribía poemas eróticos anunciando la muerte del amor (conservo una copia mecanografiada en papel gaceta amarillado por el tiempo).
Un día Daína decidió no regresar de un viaje a Ecuador y luego se estableció en los Estados Unidos donde trabajó como periodista, traductora y finalmente a tiempo completo como escritora. Dieciséis años después, en febrero de 2006, pasó por La Habana en una visita fugaz de dos semanas para ver a un familiar enfermo. Dos afortunados transeúntes lograron reconocerla cuando paseaba furtiva por las calles de La Habana Vieja.
Tengo muchas preguntas que hacerle. Las que ahora le envío a través de la gracia divina de Internet (que ningún escritor de ciencia ficción pudo prever) espero le interesen a todos sus lectores.

1. Cuando vivías en Cuba escribías sobre sitios y tiempos remotos. En el exilio el presente de la Isla cobró un mayor protagonismo en tus textos. Especialmente a partir de El hombre, la hembra y el hambre (1998) y luego en las obras que completan la serie “La Habana Oculta” ¿Lo puedes explicar?

Comencé escribiendo fantasía y ciencia ficción porque era mi modo natural de expresión, y porque nunca he visto el mundo únicamente a través del prisma de lo terrenal. Más tarde comencé a sentir la falta de espiritualidad en el ambiente, y comprendí que podía paliar esa carencia a través de historias donde las leyes físicas o biológicas originaban fenómenos mágicos y paranormales. Eso me permitió respirar a nivel personal y creativo.
Después que abandoné la isla, no quise saber nada de ella. Me había cansado de oír sobre invasiones que nunca llegaban y sobre enemigos que jamás me atacaban. El tiempo y la distancia me permitieron darme cuenta de que había confundido mi país con una ideología. Entonces comencé a extrañar mi ciudad, su gente… Intentando recuperarlos, encontré libros que narraban hechos de los que nunca había oído hablar o que conocía en versiones alteradas. Descubrí un pasado diferente y empecé a reconciliarme con la historia de mi patria.
La serie “La Habana Oculta” nace de esa búsqueda y descubrimiento. Es una propuesta literaria para rescatar un pasado que me fue escamoteado. Sin embargo, a pesar del elemento histórico-social de trasfondo, la base de esas novelas es el universo de lo espiritual. No por gusto El hombre, la hembra y el hambre está dedicada a Hildegard von Bingen, una monja visionaria que vivió hace casi mil años. Sin abandonar el elemento fantástico a lo largo de la serie, me propuse describir el alma de una ciudad que muchas veces permanece oculta, incluso para sus habitantes algo que también me había ocurrido mientras viví allí.
Por eso, pese a las apariencias, no existe ninguna ruptura entre la literatura que escribí dentro de la isla y la que he escrito después que me fui. Por ejemplo, la primera novela de la serie es Gata encerrada. Quien la haya leído, se dará cuenta de que la trama está a medio camino entre la fantasía y la realidad. La novela juega con esa dicotomía. ¿Qué es lo real? ¿Qué es lo fantástico? ¿Dónde termina uno y comienza lo otro?, son preguntas que asaltan al lector a lo largo del libro.
Mi filiación con lo fantástico, lo mágico y lo parapsicológico, persiste en todas y cada una de las novelas de la serie, desde la primera hasta la última. Las novelas de “La Habana Oculta” fueron un ejercicio de exorcismo y de sanación que necesitaba mi espíritu. En ninguna de esas obras abandoné mi primer y único amor literario que es la fantasía.
El hombre, la hembra y el hambre.

El hombre, la hembra y el hambre.

2. ¿Cuánto de autobiografía se puede registrar en tu literatura?

En casi todos mis libros hay elementos autobiográficos. Por lo general, se trata de anécdotas que me han ocurrido y que de algún modo inserto en las historias. Varios episodios autobiográficos, que podrían resultar increíbles para muchos, están en esos libros. Pero no abuso de ellos. Solo los incluyo en la medida en que se adaptan a la trama o a la psicología de los personajes. Nunca aparecen de manera gratuita.
3. En La isla de los amores infinitos inauguras algo que pudiera llamarse la ficción antropológica ¿cómo hallaste esa veta?
La verdad es que nunca he sabido bien cómo definir lo que escribo. Otras personas han propuesto clasificaciones diferentes, pero nadie parece ponerse de acuerdo. Pienso que mis novelas son híbridos. Desde que comencé a escribir, he experimentado con la ruptura de fronteras entre los géneros. Estudié las características de la literatura fantástica y la de ciencia ficción para poder violar esas fronteras y escribir tramas donde la división entre los géneros adquiriera bordes nebulosos e imprecisos. Más tarde, al escribir las novelas de la serie “La Habana Oculta”, volví a experimentar fusionando elementos de la literatura convencional con elementos fantásticos.
Ahora bien, en La isla de los amores infinitos quise hacer un retrato de la sociedad cubana donde los elementos espirituales, mágicos y paranormales me permitieran describir una realidad que deseaba explorar desde otra óptica. Gran parte de la literatura cubana ha indagado en nuestra historia siguiendo un mismo patrón. Se repiten los mismos temas bajo las mismas claves. Yo quería romper con esa ortodoxia. Así es que decidí usar herramientas propias de otros géneros para trazar un retrato diferente de mi ciudad y de mi país. No tenía idea de lo que podía pasar con el experimento. Temí que la novela fuera difícil de seguir, que muchos editores la rechazaran porque no seguía las normas convencionales de clasificación establecidas por el mercado cosa que buscan casi todas las editoriales, muchas de las cuales tienen una noción predeterminada de lo que debe ser una novela “cubana”.
En efecto, durante más de un año varias editoriales se negaron a publicarla. Mi anterior agente, al que le había gustado mucho la novela, se dio por vencido. Me dijo que me liberaba de nuestro contrato porque él no sabía qué más podía hacer. Meses después, una agente literaria norteamericana me puso en contacto con su co-agente en España, que me advirtió que sólo iba a leer mi libro porque iba recomendada de una colega, pero que en realidad no estaba tomando autores nuevos. Me preparé a esperar tres meses, que es el plazo normal que se toman los agentes para contestar. Tres días después tenía un correo de la agente. Me decía que no había podido soltar la novela: “Por tu culpa no pude descansar el fin de semana”, se quejó en broma, y me dijo que le encantaría trabajar conmigo. Dos años más tarde, y contra todos los pronósticos, los derechos de la novela se han vendido a casi 25 idiomas.
4. ¿Entonces es posible triunfar sin venderse, sin ni siquiera traicionarse?
Sin duda. Todo lo que he escrito ha sido a contrapelo de lo que se esperaba que hiciera. La verdad es que me he pasado todo el tiempo nadando contra la corriente. Cada libro es un desafío. En estos momentos, por ejemplo, ando en un proyecto más temerario aún que el anterior. Varias veces me ha pasado por la mente que quizás se me ha ido la mano, y que ni los lectores y ni las editoriales entenderán nada. Pero al final me digo que no importa, que esa es la historia que quiero contar. Seguiré escribiendo lo que me dicte mi corazón.
5. En La isla de los amores infinitos dibujas a la ciudad de Miami muy diferente a ese desierto cultural, kitsch, chabacano y consumista del que solo tenemos noticia los cubanos que vivimos en la Isla. ¿Podrías abundar en el tema?
Miami suele tener mala imagen porque es un centro de polémicas políticas donde hay una gran diversidad de opiniones, aunque lamentablemente la prensa incluyendo la de la propia ciudad suele destacar sólo lo negativo. Pero en Miami hay de todo, como en cualquier lugar de este mundo.
A muchos lectores miamenses o no les ha extrañado encontrar en mi novela una ciudad muy diferente a la que muestran esas noticias y los folletos de turismo. Sin embargo, no se trata de un Miami inventado. Existe, y está ahí para quienes quieran verlo. Ese Miami “oculto” sirve de contrapartida y complemento a La Habana “oculta” de la serie. Lo que el lector verá en esta novela es el rostro esotérico de Miami, al menos como yo lo he percibido a partir de vivencias personales.
La isla de los amores infinitos. Edicion española.

La isla de los amores infinitos. Edicion española.

La mayor diferencia entre Miami y La Habana obviando los factores económicos y socio-políticos que todos conocemos es que La Habana es una ciudad cinco veces más antigua que Miami, y esos siglos marcan una diferencia apreciable donde la capital cubana sale ganando como entidad urbana. Aunque La Habana está casi en ruinas, su base arquitectónica e histórica conlleva un uso mucho más “humano” de sus espacios ambientales. Además, Miami es una ciudad formada mayoritariamente por inmigrantes que deben volver a empezar casi desde cero. Muchos incluso quienes viven en ella hace varias décadas están de paso. Sin embargo, también es un sitio que ofrece puntos de referencia cultural interesantes, como sus festivales anuales de cine y de teatro, su creciente importancia dentro de las artes plásticas que la han convertido en una meca para coleccionistas de Norteamérica y Europa, y su Feria del Libro, la mayor de Estados Unidos, donde participan escritores de habla castellana e inglesa provenientes de todas partes del mundo.

6. ¿En algún momento te has sentido inclinada a complacer a tus lectores o a una parte de ellos?
Aunque suene egoísta, debo confesar que sólo escribo para complacerme a mí.
7. Si ahora mismo alguna editorial cubana pretendiera publicar las novelas que has escrito en el extranjero, ¿autorizarías tú esas ediciones, existe algún aspecto legal que lo impida?
¿Crees que estas novelas podrían publicarse y venderse libremente en Cuba ahora? ¿O estás haciendo tu pregunta pensando en un futuro más o menos cercano?
8. En este mes de julio se cumplen 29 años de una entrevista que te hice para El Caimán Barbudo (publicada en el número 140, de agosto de 1979). Allí me decías que hubieras preferido ser astroarqueóloga, pero que los límites históricos te lo impedían. ¿Todavía hoy te gustaría hacer ese trabajo?
Me encantaría, pero como van las cosas en el mundo creo que ese sueño se quedará para la próxima vida.
9. De lo que se ha publicado con tu firma ¿hay algo que quisieras que desapareciera de las bibliotecas y de la memoria de los lectores?
Cada texto refleja un momento, una etapa, un nivel de experiencia diferente. Hay varios relatos que no volvería a publicar hoy, pero no me arrepiento de haberlo hecho en su momento.
10. ¿Eres optimista o pesimista con el futuro de nuestro país? ¿Por qué?
No soy exactamente optimista, pero me gustaría serlo. Cuba tiene derecho a ser libre y feliz, pero eso requerirá de un esfuerzo colectivo por parte de todos los cubanos. Si conseguimos aprender de nuestros errores y logramos actuar siguiendo los dictados del raciocinio y el corazón, en lugar de guiarnos por las vísceras o las hormonas, como históricamente ha ocurrido, quizás lo consigamos.
11. ¿Tienes programada otra visita a La Habana?
Una visita física, no. Pero viajo allá en espíritu, casi a diario.
12. Si algún día las cosas cambiaran en Cuba, en la dirección y en la profundidad necesarias, ¿volverías a vivir en La Habana?
Ese es mi sueño. Nací en la Habana y quisiera morir en ella.
13. ¿Próximo proyecto literario o extraliterario?
Prefiero no entrar en detalles. Solo te diré que se trata de una novela muy compleja. Cuando terminé La isla de los amores infinitos juré que nunca volvería a meterme en un proyecto complicado. Pero ya lo dice el refrán: Nunca digas “de esa agua no beberé…”
14. Para provocar tu fantasía: ¿Qué habría sido de Daína Chaviano si se hubiera quedado en Cuba?
Sin duda, hubiera seguido escribiendo.
15. ¿Cuándo te vas a decidir a develar tu verdadera identidad: (extraterrestre, bruja, viajero que vino del futuro, hada, reencarnación de sabe Dios quién…)?
Cuando lo sepa, te dejo saber. Aunque sospecho que llevo un poco de todas esas cosas.

Reynaldo Escobar (Camagüey, 1947)

Periodista. Miembro de la Revista digital Consenso.
Reside en La Habana.
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