Por Oscar Espinosa Chepe
Desde el Presidente Raúl Castro y otros altos dirigentes, hasta el más simple ciudadano están conscientes de que resulta indispensable un cambio radical en la agricultura. Hoy Cuba importa el 84,0% de los alimentos que se consumen, mientras que la mayoría de las tierras cultivables están ociosas o subutilizadas en grado máximo.
Una situación muy peligrosa cuando en el mundo parecen haber terminado los tiempos de alimentos baratos por el incremento del consumo en populosas naciones, China y la India entre otras, y seductores requerimientos para la producción de biocombustibles. Un preocupante panorama al cual se suma una imparable escalada de los precios de los combustibles fósiles con incidencia negativa sobre los costos de producción, transporte y distribución de los alimentos, sin soslayar los perjudiciales efectos que están teniendo los cambios climáticos sobre la agricultura.
En China y la India, donde vive aproximadamente el 40,0% de la población mundial, sobre la base de impresionantes y sostenidos crecimientos del PIB, en particular en China, los niveles de pobreza han decrecido sustancialmente. Como consecuencia, en los últimos 10 años, India ha incrementado sus importaciones de alimentos en tres veces, mientras su populoso vecino se ha convertido en un importador neto de estos rubros. El Gigante Asiático en 1997 tenía un consumo per capita de 9,5 litros de leche, incrementado a 32,0 litros en 2007, casi 4 veces, previéndose una tasa de 15,0 % de crecimiento anual del vital producto en el futuro, todo como consecuencia del aumento de los ingresos de la población y de la influencia de modelos de vida occidentales, según análisis publicados en El País de España y datos de la FAO. Podrá imaginarse el volumen de piensos necesarios para alcanzar la demanda de productos lácteos y por consiguiente de oleaginosas, cereales y harinas de origen vegetal y animal, solo para satisfacer este requerimiento alimentario, en una nación con más de 1,3 miles de millones de habitantes.
La disminución de los niveles de pobreza también está presente en otros países asiáticos como Viet Nam, uniéndose a los avances logrados con anterioridad por Japón y los famosos “Tigres”. En América Latina pueden constatarse progresos importantes en la reducción de la miseria en países como Chile, Brasil y otros, aunque todavía en el subcontinente y diferentes partes del mundo existen niveles de pobreza y desnutrición inaceptables. En la actualidad, con los impresionantes crecimientos de los precios de los alimentos la situación empeora en algunos países a causa de gobiernos que subestimaron la importancia de la agricultura y aplicaron políticas equivocadas en este importante sector de la economía, creándose crisis que luego deben ser resueltas por la comunidad internacional.
Objetivamente, la situación de los alimentos se ha complicado con el uso de plantas oleaginosas y cereales en la producción de biocombustibles. Sin embargo, con la aparición de tecnologías de segunda generación basadas en el empleo de la celulosa presente en desperdicios de cosechas, como podría ser el bagazo y la cachaza del procesamiento de la caña de azúcar, y otros elementos de la biomasa de plantas más fáciles de cultivar, resulta probable una considerable disminución de alimentos como fuentes para producir combustibles.
En este preocupante escenario resulta urgente la toma de decisiones por parte del gobierno cubano para enmendar radicalmente una política agraria que ha conducido a la nación a la absoluta dependencia del exterior en un asunto tan estratégico como son los alimentos. Ante una delicada y peligrosa situación, que todo indica se mantendrá y eventualmente podría complicarse más, ha llegado el momento de los hechos concretos. Hay que proceder a la liquidación del nefasto latifundio estatal que ha transformado los campos en inmensos marabuzales. Debe entregarse, sin mayor dilación, la tierra a quienes deseen cultivarla con plena libertad, en beneficio propio y de todo el país.
Con consignas y argumentos sin contenido será imposible resolver la problemática agrícola. Tampoco resulta racional continuar con la práctica de condenar a factores externos por problemas generados por errores internos. Los niños tienen dificultades para tomar leche y los cubanos en general no consumen carne por la absurda destrucción de la ganadería vacuna que llegó a tener más de 7,0 millones de cabezas y ahora no sobrepasa a los 3,8 millones, según las dudosas estadísticas oficiales. Hoy Cuba, la otrora azucarera mundial increíblemente importa azúcar para enfrentar el racionado consumo. Una de las tradicionales instalaciones insignias de la industria procesadora de alimentos, La Conchita, fundada en los años 30 del siglo pasado y orgullo de la provincia de Pinar del Río, ha tenido que depender de la importación de miles de toneladas de tomate de China, coco de Sri Lanka y guayaba del Brasil para seguir funcionando; hechos que se repiten frecuentemente con las provisiones de alimentos demandadas por el turismo. Estos son ejemplos de una larga lista de daños ocasionadas a la agricultura, y a su fundamental sustento: la tierra, por un manejo altamente inadecuado que ha ocasionado el deterioro de enormes áreas a lo largo y ancho de la isla. Todo por la obstinada aplicación de un sistema disfuncional y bloqueador del enorme potencial productivo presente en la campiña cubana.
La alternativas que Cuba enfrenta ante el creciente aumento de los precios de los alimentos son evidentes: proceder a la aplicación de una reforma radical de las relaciones productivas en la agricultura y a la liberación del importante potencial existente para aumentar la oferta de alimentos de procedencia interna y exportar los excedentes, o sufrir las consecuencias de una coyuntura internacional que no parece tener término cercano.
La Habana, 14 de Mayo de 2008
Oscar Espinosa Chepe (Cienfuegos, 1940)
Economista y Periodista Independiente. Miembro de la
Asociación para el Estudio de la Economía Cubana (ASCE)
Fue Consejero en la Oficina del Primer Ministro. Jefe de
departamentos en la Junta Central de Planificación, en el
INRA y en el CECE. Especialista en comercio exterior del
Banco Nacional de Cuba y diplomático en Belgrado.
Es uno de los 75 de la Primavera de 2003.
Reside en La Habana.