Política – Los independientes de color. No tropecemos de nuevo con la misma piedra

Por Margarita Gálvez
Desde sus albores, la república que nació el 20 de mayo de 1902, contó con cubanos que se enfrentaron de una u otra forma a los males que acompañaron su nacimiento y posterior desarrollo.
Cubanos que mostraron esa inconformidad, a veces de forma individual, en ocasiones, a través de organizaciones o instituciones. Tal es el caso de la agrupación “Independientes de Color” que más tarde se convirtió en el “Partido de los Independientes de Color”, integrado por negros y mulatos. Se proponían luchar:
contra la discriminación racial.
por la igualdad.
por el establecimiento de la jornada laboral de 8 horas.
por la enseñanza gratuita y obligatoria.
por la nacionalización del trabajo.

 

Objetivos que, de lograrse, elevarían el nivel de vida de los cubanos discriminados en su propia tierra. ¿Pero quiénes eran los cubanos discriminados en Cuba? ¿Solo los negros y mulatos? ¿Solo ellos querían mejoras para Cuba? ¿No había otros cubanos deseosos de lograr una patria mejor? Entonces…¿ por qué aspirar a todo lo anterior a través de un partido que solo agrupaba negros y mulatos? ¿Por qué ignorar a obreros y campesinos blancos que también sufrían discriminación en Cuba? ¿Por qué no emprender la lucha unidos? Martí dijo: Hombre es más que blanco, más que mulato, más que negro” y nosotros decimos: “Cubano es más que mulato, más que negro…”
Al frente de este partido estaban Evaristo Estenoz y Pedro Ivonet, los que lograron el apoyo de las masas negras, llegando a convertirse en una fuerza poderosa dentro del país. Esto preocupaba a los políticos de la época. Y en ese momento surge la figura de un senador negro: Martín Morúa Delgado, que presentó al Congreso una enmienda para modificar la ley electoral vigente. Por ella se prohibía la existencia de partidos políticos integrados solamente por personas de una misma raza, de un solo color o de una misma clase social. Dicha enmienda fue aprobada. Y por tanto, el Partido de los Independientes de Color fue declarado ilegal. Este y sus partidarios protestaron e hicieron lo posible por lograr la derogación de la Ley Morúa, pero no lograron nada. Se sublevaron en los campos de batalla y el movimiento fue ahogado en sangre, perdiendo la vida alrededor de 3000 negros y mulatos, entre ellos el propio Estenoz e Ivonet.
Cabría preguntarse, ¿fue Martín Morúa Delgado un instrumento en manos de los partidos políticos de la época para quitarse de en medio una fuerza ya considerada importante? O, por el contrario, lo guiaron objetivos más elevados, como eliminar actitudes que no tenían cabida en la república que soñó Martí “con todos y para el bien de todos”? ¿No podían los Independientes de Color abrir sus puertas a todos los cubanos deseosos de una patria mejor? Recordemos que en la unión está la fuerza y que la unión no consiste en que se junten los iguales, consiste sí, en igualdad de objetivos y en tener un proyecto común; pero dentro de esa unión de objetivos y de proyecto debe haber diversidad de raza, religión, credo, condiciones históricas o sociales. Cuando se persigue un ideal hay que subordinar con frecuencia los intereses individuales. La división solo trae fracaso. La historia nos lo ha demostrado. Los Independientes de Color tenían un programa progresista, con elevados objetivos; pero… ¿en qué se equivocaron? Sencillamente en el método utilizado. Pretendieron separar las luchas de los negros y mulatos, de la lucha de los campesinos y obreros blancos que también sufrían discriminación dentro del país.
Estas son lecciones de la historia que no debemos desaprovechar. La oportunidad que nos brinda conocer la esencia de este pasaje (detalles o disquisiciones aparte) no la dejemos pasar para no tropezar de nuevo con la misma piedra.

Margarita Gálvez
Licenciada en Economía. Profesora retirada.
Reside en Pinar del Río
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