Por Luís Cáceres
Antes de 1959 en la geografía pinareña, en su parte más occidental es ubicado un pueblecito llamado Cayuco, teniendo en cuenta que en ese entonces Pinar del Río fue llamada La Cenicienta, es de suponer que Cayuco fuera el lugar entre los más atrasados y olvidados de Cuba por no decir el más. Es el último y más próximo al Cabo de San Antonio, hoy es llamado “Manuel Lazo” en honor al coronel mambí. Yo prefiero hablar de Cayuco, es decir antes de 1959.
Es un pequeño pueblito que en poco más de media hora podía caminarse todas sus calles. En ellas podía apreciarse un Hotel Restaurante, de Aarón Creiby, y otro restaurante, de Pablo Díaz, este último era atendido por tres de sus hijas, entre otros. Contaba con dos salones de billar y dominó, sus vidrieras con dulces variados y baratos y refrescos embotellados de todo tipo a 5 centavos, cada local con su baño público. Uno de estos salones tuvo como dueño a Andrés Delgado y el otro a Clemente Cáceres, este último tenía además una guarapera. Abrían sus puertas diariamente y en la noche eran muy frecuentados por el público. En un caserón próximo había una farmacia, una peluquería, y venta de zapatos, eran sus dueños un matrimonio; Delia y Emilio. Había además una segunda farmacia de otro matrimonio; Aurora Izquierdo y Juan Bermejo. Los farmacéuticos que trabajaban en estas farmacias facilitaban medicamentos a pacientes cuando no era necesario el médico. También había un médico, el Dr. Amador Machado que tenía su consulta en un amplio salón de su casa.
Existía otro local para venta de helados y una bodega. El dueño era Tacio Castilla, 5 bodegas más cuyos dueños eran: el Chino Lam Chang, Antonio Lam, Pepe Garrido, Germán, Macuso. Un amplio local para ropa y calzado, etc.…propiedad de Pedro Santiesteban. Igual que este, otro de Manolo Torres, que también era dueño de la Valla de Gallos. Existían varios kioscos de comercio menor como el de Ramón el Chino, Silvestre Linares, el de Sofía, entre otros. No faltaban los dulces, galletas, pan, dulce de guayaba en barra, caramelos, cigarros con marca variada a 10 cts. Tabacos a 5 cts. estaba todo al alcance de los bolsillos más humildes.
Había tres carnicerías de venta diaria, la de Luis Carballo, Guango Cuéllar, y la del negro Antolín, hombre de carácter fuerte y alma buena, se cuidaba que la carne que vendía no llevara piltrafa, esta la vendía aparte para perros y gatos, los huesos se los tiraba a los perros.
Había un personaje muy popular; Higinio el pescador, que traía su carga diariamente y ponía a la venta en un enorme cesto de mimbre en el portal de una bodega, con peces variados del mar y de distintos tamaños comprados por él a pescadores del puerto La Fe. A Higinio además los campesinos le encargaban el llamado Arique que servía para amarrar el guano para cobija de viviendas y casas de curar tabaco. Existían 3 fábricas pequeñas de tabaco torcido, eran sus dueños Benigno Ledesma, Tomás Delgado y Toño Borges. Había otros tabaqueros que vendían más barato y sin sello, a escondidas a 3 cts o 2 unidades por 5 cts.
Además existían 2 pequeñas fábricas de zapatos, cuyos dueños eran: Alfonso Pérez y Santoyo y dos de sus hijos, estos también fabricaban monturas para caballos. Tres carpinterías, la Joseíto Avín. Ricardito Camejo, y la de Tata Campa; 3 aserríos de madera, de Chalo Alonso, Amado Almerola y Genaro Busto, este mas alejado del poblado al pie de los bosques; 2 gasolineras: una de Adolfo Braña y la otra de Antonio Lam. Se podía apreciar diariamente a campesinos en sus caballos equipados con alforjas repletas de litros de leche de vaca repartiéndolos por encargo a domicilio. Dos barberías: una de Guillermo y otra de Emilio Friól, otros barberos iban a los campos y cobraban solamente 25 cts.
Había cazadores de jutías, una parte de la caza era cambiada por viandas, granos etc. o para su consumo. Las había también que se vendían a un precio de 25 cts. También cazadores de puerco cimarrón y venados abundaban en el Cabo de San Antonio. Estas presas generalmente eran para consumo personal, al igual que cazaban las tortugas en las playas del mismo lugar que en sus temporadas salían a desovar y eran atrapadas en la noche por estos hombres. Existía una escuela con cuatro grandes aulas y cada una con su maestro y de noche impartía Inglés el profesor: León Ginebra
En las vacaciones para niños que querían seguir sus estudios, había un espacio en la casa de una maestra jubilada llamada Rosa.
Cayuco era un pueblo rodeado de campesinos pobres y de nivel medio, en su mayoría, sembradores de tabaco, además de otros cultivos para su propio consumo. Todos tenían vacas y una pequeña cría de reses, otros algo más y podían vender algunas reses a los compradores que visitaban el lugar. Había una pequeña piquera de guaguas para viajar a los pueblos vecinos, su dueño era Manolo Yoberna, además automóviles que viajaban a La Habana por 5 pesos el pasaje.
Existieron los grandes salones de sociedad, donde se celebraban lucidos bailes, negros y blancos por separados de mutuo acuerdo, siendo esta la única manifestación visible de discriminación racial porque en lo demás no la había, cada salón tenía su espacio para ingerir bebidas alcohólicas, refrescos y diversas chucherías como galletas, dulces, pan, jamón…etc.
Había dos prostíbulos en lugares apartados y fuera de la vista de la población, Dos cines: El Guarina y El Blanquita, el dueño de este último era Constantino Sierra. En ambos se veían dos películas por 10 cts. Los mejores circos visitaban el lugar: Santos y Artigas, Pubillones, Montalvo. Traían elefantes, monos, leones, los que eran alimentados con caballos comprados a los campesinos, otros circos como Hermanos Torres, Bolito Landa, Nerso, y otros más cada año hacían acto de presencia en este lugar y solamente a un precio de 30 cts.
Así transcurría la vida de este pequeño y apartado pueblo donde la propiedad privada solo no existía en el cementerio, el correo y en un cuartel con un sargento y 5 soldados que guardaban el orden del poblado y sus alrededores.
Luís M. Cáceres Piñero (Pinar del Río)
Pintor. Reside en Pinar del Río