Por Karina Gálvez Chiú
Esta sección tiene varios riesgos, pero el de mayores probabilidades es de la falta de credibilidad. Sí, porque siempre lo absurdo parece, por lo menos, una caricatura. Y sé que muchos no me creerán (aunque se los jure), las situaciones que somos capaces de enfrentar los cubanos con la mayor naturalidad, como si fuera lo más normal del mundo. Y muchos también, se asombrarán de que hasta los que escribiremos esta sección caeremos, en medio de la narración, en cosas absurdas que consideraremos normales y que descubrirán ustedes en nosotros como nosotros las descubrimos en otros.
La intención de esta sección es presentar ante los lectores diversos hechos, de los cuales cualquiera en Cuba puede ser protagonista. Queremos que se conozcan cotidianidades del cubano, sin análisis ni reflexiones, solo los hechos que evidencian que no es absurdo creer que vivimos en el “Reino del absurdo”.
Tengo un sobrino de cinco años. Cuando nació, su mamá, mi hermana, dudó en el momento de inscribirlo, sobre el nombre que iba a ponerle (los funcionarios del registro civil hacen inscripciones en el mismo hospital de maternidad):
_ No sé si ponerle Gabriel… o César… Espere por favor a que regrese mi esposo, vuelva dentro de un rato o mañana.
Al otro día, ya de acuerdo con su esposo en llamarle César, mandó llamar la funcionaria del día anterior, que había vuelto para inscribir los niños nacidos ese día, pero ella le contestó:
_ Como tú estabas dudosa, yo decidí ponerle Gabriel, para poder terminar el trabajo del día, pero no te preocupes, eso puedes arreglarlo cuando el niño cumpla los cinco años…
Confiados en que no habría grandes problemas, todos le llamamos al niño César. Ya pasaron los cinco años y mi hermana se dirigió al registro civil:
Respuesta de la funcionaria: Eso no tiene problemas, lo que necesito es un documento probatorio de que al niño se le conoce por César._ ¿Un documento de quién?, preguntó mi hermana. __ De la escuela, por ejemplo, cuando lleve unos meses asistiendo, que la maestra te dé un papel con las calificaciones con el nombre de César.
Respuesta de la maestra: Necesitaría un papel del registro civil de que el niño tiene un nombre distinto al de su identificación.
El registro civil necesita un papel de la maestra, que esta no puede dar sin un papel del Registro civil. Y, para terminar: una pared de la escuela es al mismo tiempo la pared de las oficinas del Registro civil. ¿No podrían hablarse en el portal la maestra y la funcionaria?
Karina Gálvez Chiú (Pinar del Río, 1967)
Licenciada en Economía. Profesora de Finanzas
Fue responsable del Grupo de economistas del Centro Cívico.
Es miembro fundador del Consejo de Redacción de Convivencia.
Vive y trabaja en Pinar del Río.