SI MIL VIDAS TUVIERA

de izq a derecha, el p. JaiMe ortega, MonS. JoSé M. doMínguez, oBiSpo de MatanzaS, el p. naranJo, p. pedro garcía (pegy).

En memoria del Padre Francisco María Naranjo Naranjo

El 19 de julio de 2010 expiró en las habitaciones de la planta baja de la casa diocesana de La Milagrosa, en Matanzas, devenidas hogar y enfermería, el sacerdote que un 8 de diciembre de 1963, me bautizó. Fue él también quien junto al Padre Campos, me revistió el día de mi ordenación sacerdotal. Unos tres meses antes, entre incertidumbres y pruebas le habían diagnosticado una neoplasia maligna de colon, que estuvo a punto de obstruirlo, si no lo hubieran intervenido, el 12 de abril de 2010 para practicarle una colostomía.

Llegó a La Milagrosa el 29 de abril con aire de hombre vencido por los años y la enfermedad que nunca supo que tenía o que al menos disimulaba no saber tener, pero con la mirada de siempre: limpia, lavada, diría que hasta pueril. Cada vez se encorvaba más, cada vez su paso se hacía más lento; pero cada vez su memoria se tornaba más lúcida. El trato afable, gentil, cortés, deferente, prudente como cofre acostumbrado a secretos y discreciones; pudoroso, casto, alegre –aun las sombras que lo cernían. En los días que pasó allí, como en su propia casa, recibió numerosas visitas de familiares y amigos, llegados desde las parroquias por donde transitó haciendo el bien.

Francisco María Medardo Naranjo Naranjo

Francisco María Medardo Naranjo Naranjo, nació en Bolondrón el 8 de junio de 1926, y fue bautizado en la iglesia parroquial de la Purísima Concepción de dicho pueblo dos años después, el 10 de octubre de 1928, por el presbítero José Barca, siendo sus padrinos Luis Fernández Hernández y Esperanza Hernández. Fue confirmado, con apenas cuatro años de edad, por el segundo Obispo de Matanzas, monseñor Severiano Saínz Bencomo, en la Santa Visita Pastoral que este girara a Bolondrón, el 11 de mayo de 1930. Hasta donde tengo noticias, la infancia, primera juventud y formación elemental, tanto académica como religiosa de Francisco Naranjo, transcurrió en su terruño natal.

Cuando el 31 de diciembre de 1944 el párroco de Bolondrón, el Padre Baltasar Sánchez Sancho, escribe a Monseñor Trabadelo, presentándole los deseos del joven Naranjo de ser sacerdote, lo presenta como sacristán de la iglesia parroquial. De labios del propio Naranjo supimos en su día, que su fe y su respuesta vocacional se acendró como miembro de la Acción Católica.

En la referida carta, el Padre Sánchez comenta que Naranjo ya le ha expresado a Monseñor Martín Villaverde sus intenciones, pero encuentra el impedimento que los progenitores de Francisco María, nombrados Félix Naranjo Naranjo, natural de Corral Nuevo y Gumersinda Naranjo Enríquez, natural de Ceiba Mocha, detentaban solo el matrimonio civil y que ambos eran parientes, por lo que previa la dispensa episcopal correspondiente, contrajeron matrimonio canónico en la parroquia de Bolondrón, ante el Padre Sánchez, el 22 de octubre de 1944.

Rumbo al sacerdocio

El 8 de septiembre de 1945 ingresó como alumno del seminario “El Buen Pastor”, donde transcurrió tres cursos de Latinidad y Humanidades y, sale del mismo para ingresar en la Escuela Seráfica de los padres franciscanos de La Habana. En septiembre de 1948 Francisco Naranjo viaja a España, vía Nueva York y se establece en el convento franciscano de Zarauz, en Guipúzcoa, donde su salud se quebranta seriamente y decide abandonar la orden y regresar a Cuba. Desde su casa de Máximo Gómez No. 31, en Bolondrón, solicita a Monseñor Martín Villaverde continuar su proyecto vocacional por la vía diocesana, y tanto el Obispo de Matanzas como el Cardenal Manuel Arteaga, Arzobispo de La Habana, lo acogen con agrado, este último escribe al prelado matancero el 30 de octubre de 1949 en estos términos:

“Aunque tenemos por norma que ningún antiguo seminarista pueda volver a cursar estudios en el Seminario El Buen Pastor, entendemos que este es un caso en el cual se puede hacer excepción, dada la magnífica conducta que siempre observó el candidato. Por lo cual no tenemos inconveniente alguno en que el Sr. Francisco Naranjo pueda volver nuevamente al Seminario, por la Diócesis de Matanzas, cuando V. E. lo estime conveniente”.

Como Naranjo había sido un antiguo novicio, fue necesario obtener de la Sagrada Congregación de Seminarios el permiso de rigor, el cual vino a su favor desde Roma, firmado por el Cardenal Pizzardo, el 8 de agosto de 1950.

Libre y expedito el camino, el seminarista Naranjo cursó su formación integral, con buenas opiniones sobre él y sin contratiempos. En su momento comenzó a solicitar y a recibir la prima clerical tonsura y las cuatro órdenes menores. La primera, el 28 de diciembre de 1952 en la parroquia de Bolondrón, donde también le confieren el ostiariado y el lectorado el 27 de junio de 1954, y el 15 de agosto, allí mismo y un año después, recibió el subdiaconado

El 1º de noviembre de 1955, en la parroquia de Bolondrón, recibió el diaconado. Así llegó Francisco Naranjo a su ansiada meta que se convertiría en un nuevo punto de partida. Fue ordenado presbítero por el Obispo de Matanzas, monseñor Alberto Martín Villaverde, el 13 de mayo de 1956 en su amada iglesia parroquial de Bolondrón, donde también presidió por primera vez la celebración de la Eucaristía el 20 de mayo de 1956, a la que asistió el seminario “El Buen Pastor” de La Habana en pleno con su Schola Cantorum. Luego fueron agasajados en la residencia del administrador del cercano central “Cuba”.

Siguiendo la costumbre de la época, a la primera Misa el nuevo sacerdote concurría con una serie de padrinos: los de honor fueron el Cardenal Arteaga, el Obispo de Matanzas y Monseñor Evelio Ramos Díaz, a la sazón rector del seminario; de altar, Monseñor Manuel Trabadelo Muiña, Secretario de Cámara y Gobierno del Obispado de Matanzas; de Misa y del “besamanos”, Carolina Fernández de Fundora, Gerardo Fundora Cabrera y el doctor Luis Fernández Hernández, que había sido su padrino de bautizo. El orador sagrado fue el Padre Antonio Iglesias Herrera.

Los Fundora, miembros de una familia entendida en los manejos de los ingenios azucareros, llevaban la administración del central “Cuba”, que con su capacidad para producir 500 mil arrobas diarias de azúcar, ocupaba el lugar número 22 entre todos los centrales del país y estaba situado en Pedro Betancourt; y del ingenio “Elena”, pequeña industria, ubicada en la jurisdicción de Canasí, cerca de Ceiba Mocha, de muy bajo rendimiento. Gerardo, Carlos y Jorge Fundora Fernández eran los dueños de la compañía arrendataria “Azucarera Central Elena, S. A.” El Central Cuba era propiedad de la familia Tarafa y el Elena de la Solaún.

Desde muy temprano y dada la pobreza de la familia Naranjo, los Fundora asumieron el padrinazgo de Francisco Naranjo y lo sostuvieron económicamente durante todos sus estudios hasta que pudo concluirlos.

Responsabilidades pastorales

A partir de su ordenación sacerdotal, comenzó para el Padre Naranjo el largo itinerario de responsabilidades pastorales, ejercidas fundamentalmente a través del ministerio parroquial. Entre la fecha de su asunción al ministerio sacerdotal y el 1º de julio de 1958, en que fue nombrado cura párroco de Agramonte, ayudó en las iglesias de Sabanilla, Cidra y Santa Ana, según el testimonio de la señorita Rosita Cobo.

En Agramonte, donde todavía se lo recuerda, el Padre Naranjo se desempeñó con mucho celo pastoral. Allí le tocó sufrir como nunca habría sospechado. Los hechos de la invasión por Bahía de Cochinos en el año 1961 y el clima fuertemente anticlerical que se desató por aquellos días, que alcanzaron su clímax con la expulsión del país de más de un centenar de sacerdotes, cobró en el Padre Naranjo una fuerte dosis de represión y de maltratos. Fue aprehendido y llevado a la estación de policía de Agramonte. En sus años de retiro, el Padre Naranjo contó cómo permaneció detenido en dicha estación de policía y en su propia casa parroquial, cómo fue amenazado en varias ocasiones de ser fusilado o ahorcado: le presentaban una horca y le rastrillaban fusiles, en lo que más bien parecía un procedimiento de tortura psicológica que una posibilidad real de ejecución. Recordaba con un dolor particularmente intenso, a pesar de los años transcurridos, cómo un grupo de personas lo vituperaban en los exteriores de la estación en el momento que iba a ingresar en ella y, sobre todo, cómo al frente de aquel gentío se encontraba la que había sido designada por él mismo como presidenta de las damas católicas de su parroquia. Toda aquella situación terminó cuando “alguien de arriba”,que él nunca supo quién, intervino. Fue remitido a la iglesia parroquial, permaneció custodiado algún tiempo, la casa tomada y le llevaban una cantina con comida diariamente.

Poco más tarde logró salir para su Bolondrón natal, allí todo estaba tranquilo. El propio Padre Naranjo y muchas personas que lo conocieron, se preguntaron siempre a qué se habría debido aquel acoso tan vivo y directo a su persona, como no lo vivió ningún otro sacerdote en la diócesis de Matanzas, con la excepción de los expulsados del país en el barco Covadonga. El año 1961 fue de una particular arremetida por parte del Estado revolucionario hacia la Iglesia, el periodo en que mayores desencuentros se sustanciaron en las relaciones Iglesia-Estado; pero el Padre Naranjo nunca fue sacerdote que se destacara por su prédica en contra de la revolución, su discurso y su modo de actuar siempre tuvieron un talante muy pacífico y muy conciliador. Quizás la explicación haya que buscarla en que varios miembros de la familia Fundora, que tanto había apoyado económicamente al Padre Francisco durante sus largos años de formación, se destacaron en la lucha contra la revolución ya declarada abiertamente marxista y leninista. Personalmente, soy de la opinión que con el Padre Naranjo se cometió un grave error y una no menor injusticia, por la que nunca nadie le pidió perdón.

Hacia el 18 de mayo de 1961, fecha en que aparece estampada por primera vez su firma en los actos sacramentales, llega el Padre Naranjo a Cárdenas, comunidad donde habrá de ser muy querido, pero donde también le tocará sufrir sobremanera. Allí le correspondió ir despidiendo a numerosas personas que optaban por salir de Cuba y tuvo que dar el adiós definitivo a muchas religiosas y sacerdotes cuyos colegios fueron nacionalizados. Con antiguas pertenencias de aquellos planteles y donaciones, organizó un museo eclesiástico en el espacioso coro alto de la parroquia de Cárdenas. Particularmente penoso le resultó el envío forzoso de su vicario cooperador, el Padre Jaime Ortega Alamino, hacia las Unidades Militares de Ayuda a la Producción(UMAP), en Camagüey. Pero en la segunda mitad del año 1969, comenzó a experimentar muchas contradicciones con algunos jóvenes que frecuentaban dicha parroquia, sobre todo a partir de las reformas litúrgicas introducidas por el Concilio Vaticano II.

Para ser justos, habría que argumentar a favor del Padre Naranjo que, aun habiendo sido formado en concepciones anteriores, fue un hombre de espíritu abierto, con un concepto del respeto por la persona del otro y por sus criterios muy alto. En cierta oportunidad, y aprovechando que Naranjo y otros sacerdotes habían ido a La Habana para tomar un curso que venía a dictar un teólogo francés, dos jóvenes echaron abajo uno de los antiquísimos altares laterales. Aquella arbitraria acción dividió a los miembros de la comunidad parroquial, que nunca lograron ponerse de acuerdo sobre cuál debería ser la conducta a seguir, si reparar o no aquella acción. El Padre Naranjo pidió al Obispo que lo trasladara de lugar. Su rúbrica quedó escrita por última vez en el archivo parroquial,el 23 de noviembre de 1969. El 30 de noviembre de ese año de 1969, llegó como párroco Francisco Campos Fernández.

En su andadura pastoral, el Padre Naranjo se desempeñó como párroco en varios sitios de la diócesis. Con ese cargo fue nombrado, con fecha de 4 de noviembre de 1969, para Unión de Reyes y Jagüey Grande; el 30 de julio de 1972, de Cabezas; el 10 de mayo de 1979, de La Milagrosa en la ciudad de Matanzas; y el 31 de julio de 1987 nuevamente de Unión de Reyes, donde solicitó su retiro el 15 de junio de 2005. En la carta queescribe a Monseñor Manuel de Céspedes, el Padre Naranjo expresa con pena y profunda humildad: “Me ha costado tomar esta decisión, pues siempre soñé con mantenerme en servicio activo hasta el último día de mi existencia. Sin embargo, debo reconocer y aceptar que mi salud se desmejora cada vez más y mis limitaciones se hacen cada día mayores. (…) Si mil vidas tuviera las consagraría de nuevo al servicio de Dios y de los hombres”.

En varias ocasiones el padre Naranjo se ocupó de algunas responsabilidades diocesanas, entre ellas se recuerda su desempeño como pro vicario general, en ausencia de Monseñor José Domínguez, en el año 1981; sus funciones como consultor diocesano desde 1962 y, sobre todo, su escrupuloso desenvolvimiento como delegado diocesano ante la Comisión episcopal de sacerdotes, desde el año 1975 hasta un tiempo antes de su renuncia. El 2 de marzo de 2002, recibió el título honorífico de Capellán de Su Santidad, por lo que quedó autorizado a usar el hábito e insignias propios de su condición de prelado y a recibir el correspondiente tratamiento como Monseñor.

El itinerario final de su pascua

El sábado 17 de julio de 2010, mientras se encontraba desayunando, experimentó unas raras sensaciones. Había comenzado el itinerario final de su pascua, signado por unas cinco hemorragias que lo dejaron exhausto. Durante el domingo 18 su estado se fue agravando, el Obispo lo ungió con el óleo de los enfermos y lo avitualló con el Viático, convencidos todos de que el tránsito estaba cerca.

A medio día empezó a interesarse por la hora. Cuando supo que eran las cuatro, comenzó a ofrecer su sufrimiento por Darovis Caballero Sosa, cuya ordenación sacerdotal se había iniciado en la parroquia de Colón, como estaba previsto. A su regreso, el Obispo tuvo que contarle con lujo los detalles de la ceremonia, que él escuchaba con el mismo ánimo de quien estuviera degustando por última vez el más delicioso manjar.

En la noche, el Padre Naranjo y yo oramos juntos el Padre Nuestro, el Ave María, y cantamos: “Mientras recorres la vida”, la bella canción dedicada a la Virgen, y “Florero”, una antigua composición de Ernesto Lecuona, de ambas me fue recordando y rectificando sus letras. Durante la madrugada sus hemorragias cesaron, pero a las cinco o seis de la mañana quiso incorporarse, y le sobrevino una fatiga que parecía la de la muerte.

Levemente recuperado, pronto se sumió en un sopor, creo que semiconsciente, a ratos los ojos muy fijos en una imagen de la Virgen que tenía al frente. Un poco después de las nueve de la mañana del 19 de julio de 2010, le dijo, muy queda la voz, al doctor Oscar García que estaba a su lado, que la vida se le iba, le pidió al médico que le diera la mano, no se sabe si como agradecimiento o como un gesto de regalo sacramental, de este hombre que se fue en olor de quien se consume todo por Cristo y por su Iglesia, en olor de hacedor de puentes, en olor, en el suave olor de los más auténticos vencedores: los que no se dejan ganar por el odio y la desesperanza.

En la Santa Misa de cuerpo presente, presidida por Monseñor Manuel de Céspedes el día de su deceso en la capilla de la casa diocesana, el Obispo de Matanzas agradeció a todos los que ayudaron tanto al Padre Naranjo en el asilo de Paula, a los médicos de La Habana y Matanzas, al personal de La Milagrosa.

Creo que, sobre todo, habría que agradecerle a Dios por el regalo del Padre Naranjo, por el don de su sacerdocio, porque nos mostró cómo se puede ser fuerte en medio de la debilidad, cuando la fuerza proviene de Él y no de nosotros.

Fuentes

Documentales:

Archivo del Obispado de Matanzas:
Expediente personal del presbítero Francisco María Naranjo Naranjo.
Archivo de la Iglesia Parroquial de la Purísima Concepción de Cárdenas: Libros 64 y 73 de bautismos generales.

Bibliográficas:

Marcoleta Ruiz, Jesús Fernando. En la audacia de la inquietud y los sueños,Iglesia parroquial del Inmaculado Corazón de María, Varadero, 2017.

Testimonios orales:

Mons. Francisco Campos Fernández.
Dra. Rosa Cobo.

  • Pbro. Jesús Fernando Marcoleta Ruiz (Cárdenas, 1963).
  • Toda la educación primaria, secundaria y preuniversitaria en la ciudad natal.
  • Estudios de Agronomía y Derecho en la Universidad de Matanzas y La Habana, respectivamente.
  • La preparación eclesiástica en los seminarios San Basilio Magno de Santo Domingo, República Dominicana.
  • Sacerdote desde 1997.
  • Párroco de Varadero y de Cantel-Camarioca.
  • Canciller del Obispo de Matanzas.
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