Ya no me gusta mi ciudad. Parece un barco fantasma llena de sombras del pasado. Las entrañables escenas marineras, que un día encendieron la imaginación en la niñez, se han convertido en un conjunto de imágenes residuales, inconexas y decadentes. Los seres que habitan mi pueblo atraviesan los espacios buscando una apertura urgente hacia otra dimensión, hacia las fotos en blanco y negro de sus años juveniles o hacia las postales de latitudes distantes, extrañas y silenciosas.
Cuando recorro las calles me encuentro seres torcidos, dañados, abandonados. Prendidos al asfalto como en un acto de defensa propia. Detrás de un muro saturado de propaganda triunfalista, bajo la sombra de un edificio derruido o en las hendiduras húmedas del litoral, habitan estos sujetos a los que el salitre de los años y la barbarie, les ha robado la ilusión.
La Cuba que yo veo detrás del lente está muriendo por asfixia; sus hijos la estrangulan sin piedad, azotados por el látigo del verdugo. Algunos sufren en silencio, otros balbucean ante la muchedumbre, poseídos por ideas huecas. En este montón de rocas del mar Caribe, la suerte de unos es la suerte de todos, por eso algunos vivimos con el alma atada a otras almas y los ojos anhelando ese amanecer veloz, portador de la libertad y la esperanza. Estas imágenes sustraídas a la luz implacable del trópico son también, para nosotros, salidas de emergencia.
- Fidel Gómez Güell (Cienfuegos, 1986).
Licenciado en Estudios Socioculturales por la Universidad de
Cienfuegos.
Escritor, antropólogo cultural e investigador visitante de
Cuido60. - Daniela María Albelo Pérez (Cienfuegos, 1996).
Licenciada en Contabilidad y Finanzas, Universidad de Cienfuegos.
Fotógrafa, Diseñadora Gráfica y editora para investigaciones en el campo de la antropología visual y la etnografía con fines
académicos y artísticos