SU MANO FRANCA: DEDICATORIA A CARLOS RIPOLL

El dueño del canario. Acrílico sobre cartulina. 2022. Obra de Hanoi Vidal Martínez.

Buenas tardes. Ante todo, mi agradecimiento a los organizadores de esta actividad martiana muy justamente dedicada a la memoria de Carlos Ripoll (1922-2011), neoyorquino por muchos años hasta su jubilación laboral, en que fue a residir a la ciudad de Coral Gables (FL), donde había vivido parte de su niñez y juventud. Porque es el caso que Ripoll es el único cubano que he conocido que fue tres veces exiliado. Primeramente de niño, cuando sus padres decidieron exiliarse durante el machadato para regresar una vez superado el período caótico de la Revolución del 33. Luego, ya joven y por sí mismo, por su enfrentamiento contra la dictadura de Batista, al final de la cual volvió a Cuba. Y por último, con el advenimiento del totalitarismo; ahora sin retorno.

En ese tercer exilio mantuvo los ideales que le condujeron a los dos primeros y, además de desarrollar una importante carrera docente y literaria[1], comenzó a dedicarse a la vida y la obra de quien único él consideraba que podía exorcizar de tiranos la historia de Cuba.

Para tal dedicación, y desde muy temprano, se dio a la tarea de tratar de revertir una situación identificada por muchos de sus compatriotas y que resumiría Octavio R. Costa (un destacado martianista de la generación anterior a la de Ripoll) con estas palabras:

… uno de nuestros errores —con el que incurrimos en una de las tantas maneras que tenemos de engañarnos— es la de creernos que sabemos mucho de Martí, que su vida no tiene secreto para nosotros, que nos tenemos muy aprendida su magna obra y que, en consecuencia, somos unos perfectos martianos.

Y eso no es así. Si lo fuera, si hubiéramos aprendido la lección de su vida, si hubiésemos asimilado especialmente su pensamiento político.., no hubiéramos perdido la república…[2]

La cita denuncia cómo durante la República comenzó una paulatina manipulación política del ideario martiano que con el castrismo devino, finalmente, en la más espuria falsificación. Por lo anterior, es que los historiógrafos cubanos del destierro se dedicaron a la desmanipulación y la desfalsificación de Martí en Cuba. Entre ellos, cabe destacar a Roberto D. Agramonte, Octavio R. Costa, Rosario Rexach, Humberto Piñera Llera, Pedro Roig y, más recientemente, Ismael Sambra y Raúl Eduardo Chao, entre otros. Sin embargo, de todos ellos el que más investigaciones realizó y más libros publicó sobre la vida y la obra de Martí ha sido Carlos Ripoll, quien hizo del estudio y registro del acontecer martiano un objetivo de vida. Dada la profundidad, la calidad literaria, la objetividad histórica y la vastedad de su obra, esta habrá de ser cantera imprescindible para cualquier estudio martiano futuro. Especialmente en una Cuba realmente cimentada en el ideario del Apóstol.

Para ello, Ripoll fundó de su bolsillo una casa editorial quijotesca que él nombró “Editorial Dos Ríos”, cuyas publicaciones distribuía gratuitamente en bibliotecas públicas y universitarias de importancia. Impartió conferencias, fue activista por los derechos humanos y, consecuentemente, mantuvo una inquebrantable rectitud histórica inmune a amenazas, coacciones, etc. No en balde los ataques que recibió en vida de los dirigentes socialistas, quienes lo calificaban de “profesor maquiavélico” en el programa de TV “Mesa Redonda”.

Pero todo tiene su fin, en particular la vida de cada ser humano. En el caso de Ripoll, él mismo estableció la conclusión de su existencia física. Ya imposibilitado de tener un cuerpo que le funcionase normalmente, y hastiado de la lucha diaria que significaba hasta abrocharse la camisa o ponerse las medias, decidió suicidarse. E incluso ante ese acto, el castrismo trató de desprestigiarlo, informando que lo había hecho por problemas financieros, que me consta él nunca tuvo en la vejez.

Según el informe policial, la bala atravesó su sien, luego la puerta de un clóset y algunas de las ropas en él colgadas, hasta incrustarse en la pared del apartamento contiguo. Pero dicho informe está incompleto: la bala se incrustó en el alma de sus lectores, colegas, amigos, y hasta en la historia misma, donde todavía permanece atascada.

Para terminar, voy a leerles un breve poema titulado “Réquiem por Carlos Ripoll” que escribí a raíz de su muerte. Nunca lo he publicado ni dado a conocer a nadie más que a Circe, mi esposa. Para Uds. es esta primicia adolorida, que dice así:

Réquiem por Carlos Ripoll

  • Y se hizo la noche
  • a la una de la tarde,
  • el sol enceguecido
  • por un fogonazo en la sien
  • de sueños insomnes.
  • Luego, la solidez inasible
  • de la nada a ciegas
  • plagada de ideas sin amparo.
  • De seguro algún dictador resentido
  • ayudó tirando del gatillo.
  • En la pantalla del ordenador quedó,
  • en rojo prematuro,
  • un alarido equivocado:
  • “Es lo mejor para todos.
  • Y para todo.”
  • En la alfombra sorprendida,
  • entre la cocina y el comedor,
  • intentan consolarse coaguladas
  • dos manchas de desesperanzas.
  • Pues Carlos Ripoll ha muerto
  • en Dos Ríos, Coral Gables.
  • Todos nos preguntamos
  • qué hubiéramos podido hacer
  • para ensordecer el estruendo del disparo,
  • oscurecer la llamarada del tiro,
  • desviar el plomo hacia la sala;
  • como la madre que conjura el tiempo
  • en el sillón del portal, a la espera
  • del niño Carlos de regreso de la nada.
  • Tarde a tarde iba el anciano Ripoll a la cita
  • (a 10 cuadras y más de medio siglo de distancia)
  • dizque para ejercitar los músculos;
  • en realidad, para saludar la figura eterna en el portal
  • y verse a sí mismo asomado
  • a la ventanita de su cuarto de anteayer.
  • Hoy (significando siempre) no habrá regreso,
  • la ventana tapiada por sueños truncos,
  • enfermo de ausencia el balance del sillón.
  • Pues Carlos Ripoll ha muerto.
  • En Dos Ríos, Coral Gables.
  • Los amigos nos cambiamos
  • asombros impotentes, dolores rebeldes
  • y andamos por el mundo
  • huérfanos de su mano franca,
  • acuchillados de por qués,
  • hambrientos de porques.
  • Y ya se escucha el jolgorio
  • de un banquete de tiranos,
  • pues el verbo que fue fusta
  • yace desangrado
  • al pie de un sol negro.
  • Pues Carlos Ripoll ha muerto
  • en Dos Ríos, Coral Gables.
  • En su premura, Ripoll escribió la fecha del día siguiente,
  • como si el hoy no le fuera presente suficiente
  • para agotar la vida plena.
  • Muerto así el día anterior a su suicidio
  • Ripoll hizo añicos por partida doble la hora de su muerte,
  • perdida irremisiblemente en todos los relojes
  • de dos días diferentes.
  • Por eso sollozo estos versos de madrugada,
  • una semana después
  • que pugna en vano por ser
  • una semana antes, salvadora.
  • Pues Carlos Ripoll ha muerto.
  • Y en Dos Ríos, Coral Gables.

Muchas gracias.

[1] Ver: Carlos Ripoll: A Bibliography from 1961 to 1989. Prepared by Linda B. Klein. New York: Eliseo Torres and Sons, 1989. Hay una edición posterior: Carlos Ripoll: A Bibliography 1964-2007. New York: Editorial Dos Ríos, 2007.

[2] Costa, Octavio R. “Carlos Ripoll y su profunda devoción martiana”. Su mano franca. Acerca de Carlos Ripoll. Ed. de Eduardo Lolo. Miami: Alexandria Library, 2010: 32-34.

 

 

 

 

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