Ideologías, religiones seculares y pluralidad

Lunes de Dagoberto

Desde hace más de seis décadas en Cuba se discrimina, segrega y persigue a los cubanos que discrepan del pensamiento oficial acusándonos de tener “problemas ideológicos”. También se ha designado como “diversionismo ideológico”, o se desecha a otro cubano porque tiene “debilidad ideológica”.

Es un tema que aparentemente no tiene mucha relación con las penurias materiales que padecemos todos los cubanos: el hambre, la falta de medicamentos, la falta de electricidad, de transporte, de vivienda, de combustible, y de casi todo. Sin embargo, considero que esa falta aparente de relación puede ser una cortina de humo para ocultar la raíz y la causa de todos los males: la conversión de una única ideología en “religión” obligatoria o “dogma” oficial irrevocable.

Una vez más quiero recordar que este gravísimo error se ha consagrado como precepto constitucional en el artículo 4 de la Carta Magna cubana de 2019 que dice textualmente:

“El sistema socialista que refrenda esta Constitución, es irrevocable. Los ciudadanos tienen el derecho de combatir por todos los medios, incluyendo la lucha armada, cuando no fuera posible otro recurso, contra cualquiera que intente derribar el orden político, social y económico establecido por esta Constitución.”

Esta no es letra muerta, por ejemplo, el 11 de julio de 2021 la más alta dirección del país arengó desde la televisión cubana llamando al enfrentamiento entre compatriotas con estas palabras: “la orden de combate está dada”.

Ideologías

Vayamos a lo que el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define como ideología:

“Conjunto de ideas fundamentales que caracteriza el pensamiento de una persona, colectividad o época, de un movimiento cultural, religioso o político, etc.”

Según esta definición todas las personas, en posesión de sus capacidades, tienen un conjunto de ideas, más o menos ordenadas y estructuradas, sobre la vida, la religión, la política, la cultura, y demás dimensiones de su existencia. En este sentido, todos tenemos ideología. Aún más, mientras mejor organizado, articulado y coherente sea ese conjunto de ideas, será mejor para la vida personal, familiar y social.

Si seguimos profundizando en la comprensión de lo que es una ideología, nos encontramos con que va más allá de un conjunto de ideas:

“En el marco de las ciencias sociales, una ideología es un conjunto estructurado de ideas que son compartidas por una colectividad de actores sociales, y que al mismo tiempo describen la realidad social imperante y proponen un método para incidir en ella. Estas ideas pueden ser creencias, interpretaciones, emociones, valores, entre otras. Es decir, toda ideología contiene una representación del sistema y un programa de acción.” (https://concepto.de/ideologia/#ixzz86MjNkOFA)

Una ideología, por tanto, describe la realidad social dominante e incluye hasta un programa de acción para incidir, mantener o transformar esa realidad. Durante toda la historia humana han existido sistemas de ideas, por tanto, ideologías. Sin embargo, en la misma fuente citada nos dice que:

“La palabra “ideología” fue acuñada por el político aristócrata y filósofo Antoine Destutt de Tracy (1754-1836), oriundo de Francia, quien la utilizó inicialmente para bautizar a una disciplina que estudiara ideas. El significado actual de la palabra se le debe a los filósofos alemanes Karl Marx (1818-1883) y Friedrich Engels (1820-1895), quienes lo emplearon por primera vez en «La ideología alemana» (1845-1846).”

El problema

¿Por qué, entonces, si todos tenemos un conjunto de ideas que nos ayudan a describir, comprender, criticar, incidir y transformar la realidad, existe hoy una consideración peyorativa de las ideologías?

El problema radica y comienza cuando una persona, un líder político, social o religioso, un partido político, una denominación religiosa, o un grupo de la sociedad civil, impone una sola ideología y, tanto en su actuación personal, como en el activismo social, y hasta en las leyes, excluye, condena,  reprime y castiga, a todo aquel que no acate absolutamente su ideología, sea política, religiosa, de género, y otras.

La desgracia de nuestro tiempo es la imposición de una sola ideología como si fuera una “religión” obligatoria. En un mundo en que se defiende la libertad religiosa, se sustituye la profesión y la práctica de una creencia religiosa por la imposición de una ideología irrevocable que debe ser acatada por todos bajo amenaza de ser juzgado y condenado a penas de cárcel o de muerte.

Una vez más, se cumple aquello de que cuando el ser humano desaloja de su interior la fe religiosa, ocupa ese vacío existencial una ideología convertida en religión. Cuando esto es impuesto por la fuerza de la ley de modo irrevocable, entonces la sociedad cae bajo la bota de las dictaduras de las ideologías políticas, sexistas, globalistas o de “metas” que intentan dominar, controlar y conducir a toda la humanidad hacia una única agenda y destino.

El filósofo político de origen alemán Eric Voegelin consagró este concepto en su libro titulado “Las religiones políticas” en 1938. Otros autores precisaron sobre los términos similares como ‘religión política’ o “religión secular”, “religión laica” o “religión pública” como Luigi Sturzo (1871-1959), Waldemar Gurian (1902-1954), Raymond Aron (1905-1983) y Walter Benjamin (1892-1940).

Propuestas

Como siempre, no solo deseo lamentar la imposición de las ideologías como dogmas irrevocables con sus consiguientes “inquisiciones” mediáticas y condenas a prisión en pleno siglo XXI. Deseo también sugerir algunas propuestas que pudieran motivar otras actitudes o acciones para evitar que estas religiones seculares sigan cobrándose víctimas inocentes solo por pensar diferente a la ideología impuesta por la fuerza de la ley o de las armas.

  1. Debemos educar para la libertad y la responsabilidad cívica, en la familias, en las iglesias, y en los grupos de la sociedad civil, para contribuir a la formación de la conciencia crítica de los ciudadanos para que, en el ejercicio del criterio y del discernimiento, puedan distinguir una ideología como conjunto de ideas personales que ayudan a conocer, interpretar y mejorar la realidad en que vivimos, diferenciándola de una ideología impuesta como si fuera una religión excluyente y obligatoria.
  2. Debemos educar en el reconocimiento de la pluralidad existente en toda sociedad y reclamar los derechos de todos a pensar con cabeza propia sin imposiciones externas a nuestras conciencias bien formadas. Asumiendo con libertad y responsabilidad las opciones políticas, religiosas, morales, que adoptemos y, al mismo tiempo reconociendo y defendiendo el derecho de cada persona a escoger, profesar y actuar conforme a las ideologías y creencias que elija libremente.
  3. Defender que nadie sea discriminado, excluido, reprimido o encarcelado, por pensar según sus propias ideas y actuar coherentemente según sus criterios siempre que respete el derecho de los demás de ser diferentes y libres.

Ojalá que esta reflexión nos ayude a tener, organizar y darle coherencia, a nuestro propio sistema de ideas filosóficas, religiosas y políticas. Nos ayude también a diferenciar las ideologías diversas, incluyentes y democráticas, de las ideologías totalitarias y excluyentes que se declaran irrevocables por ley y se convierten así en una “religión política”.

Cuba necesita ideas respetuosas de la convivencia pacífica. Cuba necesita pensamiento plural para reconstruir su futuro. Pero, sobre todo, Cuba necesita las libertades necesarias para que nunca más en su historia, una persona, un partido, una religión o un grupo social, intente imponer su ideología como si fuera la única.

Hasta el próximo lunes, si Dios quiere.

 

 

 


  • Dagoberto Valdés Hernández (Pinar del Río, 1955).
  • Ingeniero agrónomo. Máster en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, España.
  • Premios “Jan Karski al Valor y la Compasión” 2004, “Tolerancia Plus” 2007, A la Perseverancia “Nuestra Voz” 2011 y Premio Patmos 2017.
  • Dirigió el Centro Cívico y la revista Vitral desde su fundación en 1993 hasta 2007.
  • Fue miembro del Pontificio Consejo “Justicia y Paz” desde 1999 hasta 2007.
  • Dirigió el Centro Cívico y la revista Vitral desde su fundación en 1993 hasta 2007.
  • Trabajó como yagüero (recolección de hojas de palma real) durante 10 años.
  • Es miembro fundador del Consejo de Redacción de Convivencia y su Director.
  • Reside en Pinar del Río.
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