El 12 de junio, aunque transcurre casi desapercibida para la mayoría de los cubanos, es una fecha de enorme trascendencia para la cultura y una demostración del papel que le corresponde a la sociedad civil en los destinos de la nación. Ese día, del año 1957, la flamante torre de 15 pisos construida en la Plaza Cívica (renombrada en 1959 como Plaza de la Revolución), para la Biblioteca Nacional de Cuba (BNC), fue entregada por el Gobierno a la Junta de Patronos[1].
La BNC, dotada de amplias e iluminadas salas, equipamiento técnico para la preservación y conservación de los libros y documentos, sala teatro de conferencias, una moderna sala de música y una pequeña imprenta, donada en 1909 por Pilar Arazoza de Muller, con la que se comenzó a editar la Revista de la Biblioteca Nacional. la trascendencia de su fundación consiste en que las bibliotecas, desde los albores de la humanidad, tienen una función vital en el desarrollo social: el acopio, organización y transmisión de conocimientos acumulados.
Los antecedentes de la BNC están en las bibliotecas de centros de estudios como la Real y Pontificia Universidad de La Habana (1728), el Colegio Seminario de San Carlos y San Ambrosio (1774), la Sociedad Económica de Amigos del País (1793); seguidas de las bibliotecas privadas que fomentaron destacados intelectuales cubanos del siglo XIX y de las creadas por las sociedades culturales, de recreo, y de algunas logias masónicas. A pesar de esa tradición, Cuba a diferencia del resto de los países de América Latina que alcanzaron su independencia en las primera década del siglo XIX y constituyeron bibliotecas nacionales, por su condición de colonia carecía de tan vital institución.
Fue durante el Gobierno de Ocupación, en octubre de 1901, que el gobernador estadounidense Leonardo Wood dispuso, mediante la Orden 234, la creación de la Biblioteca Nacional de Cuba, fundada con tres mil volúmenes donados por Domingo Figarola Caneda[2] y enriquecida con otros ejemplares comprados por él y con donaciones de varios intelectuales cubanos como Antonio Bachiller y Morales.
Ubicada originalmente en el Castillo de la Real Fuerza, sus fondos se trasladaron en 1902 a los altos de la antigua Maestranza de Artillería, en 1929 al Capitolio Nacional (entonces en construcción); a la cárcel de La Habana, y en 1938, nuevamente hacia el Castillo de la Fuerza.
En 1936 se fundó de la Sociedad Amigos de la Biblioteca Nacional, otra asociación cívica que impulsó la campaña para la construcción de una edificación propia. En 1940 el Estado anunció la determinación de construir el inmueble, y en 1941, con la Ley no. 20, se estableció un impuesto de medio centavo sobre cada saco de azúcar de 325 libras para la compra del terreno, la construcción del edificio, las estanterías, los muebles y los talleres, lo cual estuvo a cargo de la Junta de Patronos, que en 1949 adquirió por trescientos mil pesos el terreno. El 28 de enero de 1952 se colocó la primera piedra, y el 12 de junio de 1957, la fecha que hoy conmemoramos, el edificio concluido se entregó a la Junta de Patronos y en su inauguración, el 21 de febrero de 1958, el Dr. Emeterio Santovenia y don Fernando Ortiz, presidente y designado por la Junta respectivamente, hicieron uso de la palabra.
Al comenzar la segunda mitad del siglo XX la BNC devino una de las instituciones más importantes de la región. Sus colecciones sobrepasan los cuatro millones de ejemplares de libros, revistas, periódicos, documentos, mapas e imágenes clasificados en colecciones generales o especiales. Y el 30 de junio de 2021, en solemne acto, la BNC fue declarada Monumento Nacional de la República de Cuba por la Comisión Nacional de Monumentos del Consejo Nacional de Patrimonio Cultural.
Entre la inmensa obra acumulada se encuentran Apuntes para la historia de las letras y de la instrucción pública en la Isla de Cuba (1859-1861), de Antonio Bachiller y Morales, que incluyó un catálogo de publicaciones periódicas y otro de libros y folletos, en los que describió documentos desde la invención de la imprenta de tipos móviles por Gutemberg[3] hasta 1840, con la que Bachiller y Morales ganó el título de Padre de la Bibliografía Cubana. Esa obra fundacional fue continuada y enriquecida por otros bibliógrafos, entre ellos, Carlos Manuel Trelles y Govín, quien representa el mayor esfuerzo que registra la historia bibliográfica cubana, recopiló en el siglo XVII todas las obras hechas por cubanos fuera de Cuba. Su obra fundamental, Inventario precioso del pensamiento cubano desde el siglo XVII hasta 1916. La obra de Bachiller y de Trelles constituyen una prueba del valor de los fondos de la Biblioteca Nacional de Cuba.
La biblioteca pública, conformada por ciudadanos y mantenidas fundamentalmente por los socios, accesible a toda persona interesada por determinados aspectos de la cultura, es un concepto moderno desaparecido en la Cuba de hoy.
La Habana, 112 de junio de 2023
[1] Junta de Patronos, asociación cívica fundada por intelectuales cubanos para lograr el financiamiento para erigir el edificio de la Biblioteca nacional y para la adquisición de nuevos libros.
[2] Domingo Figarola Caneda (1852-1926), escritor, periodista, bibliógrafo y editor, primer director de la Biblioteca nacional de Cuba.
[3] Johannes Gutemberg (1400-1468)
- Dimas Cecilio Castellanos Martí (Jiguaní, 1943).
- Reside en La Habana desde 1967.
- Licenciado en Ciencias Políticas en la Universidad de La Habana (1975), Diplomado en Ciencias de la Información (1983-1985), Licenciado en Estudios Bíblicos y Teológicos en el (2006).
- Trabajó como profesor de cursos regulares y de postgrados de filosofía marxista en la Facultad de Agronomía de la Universidad de La Habana (1976-1977) y como especialista en Información Científica en el Instituto Superior de Ciencias Agropecuarias de La Habana (1977-1992).
- Primer premio del concurso convocado por Solidaridad de Trabajadores Cubanos, en el año 2003.
- Es Miembro de la Junta Directiva del Instituto de Estudios Cubanos con sede en la Florida.
- Miembro del Consejo Académico del Centro de Estudios Convivencia (CEC).