Ser positivo no es fingir que todo está bien, sino ver el bien en todo. Esta frase motivacional la ha puesto un amigo en sus estados y me ha hecho reflexionar sobre su veracidad para los cubanos que vivimos en la zozobra del día a día, sumidos en el pesimismo y la falta de esperanza.
Es cierto que resulta muy difícil ser positivo en Cuba. Por todos lados recibimos bombardeos de malas noticias, análisis de una crisis económica que no termina o asuntos migratorios que pican y se extienden pareciendo que Cuba se queda desangrada, sin hijos, sin cuerpo, sin futuro. Soportar el peso de la Isla, o el peso de vivir en la Isla, ha significado para muchos su vía crucis y su calvario, para otros la pérdida de sus capacidades mentales o el catalizador para tomar la dolorosa decisión del destierro.
El exceso de positividad podría llegar a conducir a la ignorancia de la realidad, a la alienación porque no hay preocupación por el estado de las cosas y las relaciones con las personas que nos rodean. Es lo que llamamos “vivir por vivir”. La falta de positividad quita también los sueños, paraliza los proyectos y convierte la vida en un campo de batalla, donde todo es fuerza y riesgo. Los extremos siempre son malos. Y se tocan, como en una espiral sin salida que lo único que puede provocar, en este caso, es la disminución de las capacidades humanas para superar los obstáculos a veces normales, otros no tanto, que se presentan con el paso de los años.
Entre las dos actitudes yo prefiero tratar de ver algo positivo en todas las cosas, por muy malas que sean. En estas circunstancias, incluso, podemos darnos cuenta de que sirven de enseñanza a veces para dar el salto cualitativo que necesitamos o, simplemente, para estar alertas y evitar que vuelvan a suceder situaciones similares. Esta capacidad de “ver el bien en todo” es lo que también en otras ocasiones hemos identificado como resiliencia.
Me viene a la mente el poema de Fayad Jamís que en su estrofa inicial nos habla de alguien que, abatido por tantos males del ambiente (que cada uno puede acomodar a su historia personal) dice: “Con tantos palos que te dio la vida y aún sigues dándole a la vida sueños ”. Es lo mejor que puedo leer cuando pienso que no podemos ser positivos en medio de tanta situación incómoda, difícil, hostil.
Para los creyentes, la enseñanza de un Dios de bien sirve como justificación para no caer absorbidos por la cotidianidad. Para todos, la capacidad de resiliencia, aunque parezca que los cubanos tenemos una sobredosis de ejercitación, es la que nos hará forjar el carácter entorno a una moral fuerte que permita convertir las adversidades que la vida nos presenta en resortes que nos empujen hacia arriba y hacia adelante.
- Yoandy Izquierdo Toledo
- Licenciado en Microbiología Universidad de La Habana
- Máster en Bioética Universidad Católica de Valencia
- Máster en Ciencias Sociales Universidad Francisco de Vitoria
- Consejo Directivo Centro de Estudios Convivencia
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