Valores, actitudes y virtudes

Yoandy Izquierdo Toledo
Jueves de Yoandy

Dos de los males que más influirán en la reconstrucción de la nación cubana, después del cambio democrático, son:

  1. El daño antropológico causado por el totalitarismo.
  2. El analfabetismo ético y cívico.

Deberíamos tomar conciencia que, para el porvenir de Cuba, resulta decisivo buscar la sanación de esas carencias profundas que son más difíciles de curar que los problemas materiales como la falta de alimentos y de medicamentos.

Estoy convencido de que la educación es el mejor y más duradero instrumento para emprender ese largo proceso de sanación antropológica. Fijémonos que no me refiero a la instrucción, sino a la educación, que es ese proceso que tiene como misión “sacar fuera”, promover desde dentro, los valores que todo humano lleva inscrito en su ser.

Para contribuir a tomar conciencia de la importancia de ese proceso de formación en valores éticos, es que me propongo dedicar una serie de mis columnas de los jueves a reflexionar sobre valores, actitudes y virtudes. Para ello haré abundante referencia al curso sobre Valores Humanos que ofrece el Centro de Estudios Convivencia en su libro de texto que puede ser descargado, con VPN, en este enlace de forma gratuita: https://centroconvivencia.org/etica-y-civica-aprendiendo-a-ser-persona-y-a-vivir-en-sociedad/

  1. ¿Qué es un valor?

Descubrir los valores solo es posible para quien mira positivamente el mundo, quien previamente ha comprendido que todo lo que existe “existe por algo y para algo”; que cualquiera, por pequeño que sea, tiene su sentido y su razón de ser, es decir, VALE.

Podemos designar como VALOR aquello que hace buenas a las cosas y a las personas, aquello por lo que las apreciamos, por lo que son dignas de nuestra atención y deseo. Los valores no “existen” con independencia unos de otros, sino en lógica subordinación, ordenándolos en una “escala interior” que va a constituirse en guía de la conducta. Hay valores cuyo destino no es otro que el de ser sacrificados en aras de valores más altos; el dinero, por ejemplo, debe servir a la persona y no la persona al dinero; el sexo es un medio para expresar el amor y no un fin en sí mismo; que se puede renunciar a la propia comodidad para dar un minuto de felicidad a alguien.

Si la distinta jerarquización de los valores es lo que otorga la talla moral a cada persona, la educación dependerá de esta escala moral. El valor, por tanto, es la convicción razonada y firme de que algo es bueno o malo y de que nos conviene. Los valores auténticos asumidos libremente, nos permiten definir los objetivos de la vida, ayudan a aceptarnos y estimarnos tal y como somos, al tiempo que nos hacen estimar y comprender a los demás.

  1. ¿Qué es una actitud?

Los valores vividos deben establecer nuestras actitudes. Las actitudes son predisposiciones estables o formas habituales de pensar, sentir y actuar en consonancia con nuestros valores. Son consecuencia de nuestras convicciones o creencias más firmes y razonadas de que algo vale y da sentido y contenido a nuestra vida.

La diferencia entre acto y actitud radica en que el acto es un hecho aislado, único y no tiene por qué ser hábito de conducta. Por el contrario, una actitud es el comportamiento habitual y adquirido al asumir como propios y sistemáticos una sucesión coherente de actos que responden habitualmente a la puesta en práctica, de forma consecuente y estable, una escala de valores.

  1. Características de las actitudes

Las actitudes deben cumplir las siguientes características:

– Estabilidad, consistencia y perfectibilidad. El primer rasgo distintivo de las actitudes es su perdurabilidad, su resistencia al cambio caprichoso. Sin embargo, todas las actitudes positivas son flexibles y admiten cambios y revisiones críticas que hacen posible una dinámica de perfeccionamiento.

– Su componente es básicamente intelectivo y afectivo. Toda actitud constituye una elección, un tomar partido entre una u otra opción, y esto es posible si nuestra mente conoce, juzga y acepta un valor determinado.

– Los hábitos adquiridos con la educación recibida tienen siempre mayor fuerza que la herencia biológica. Las actitudes se califican como algo adquirido, fruto de la historia de cada persona.

– Determinan en una buena medida el comportamiento de una persona.

– Son predecibles si la persona es coherente. Son un pronóstico fiable de la conducta de cualquier persona.

– Siempre hacen referencia a unos valores.

– Son perfectamente transferibles por medio del ejemplo y la educación.

  1. ¿Qué son las virtudes?

La palabra virtud viene del latín “vir”, “virtus” que significa hombre, héroe, pero en sentido más amplio quiere decir: fortaleza, fuerza, potencia, excelencia moral.

De este modo, se entiende por virtud aquella actitud con que se vive un valor de forma excelente, heroica, firme, perseverante.

De aquí se deduce que un valor puede ser vivido en un acto moral aislado. Que cuando un valor se vive sistemáticamente y lo convertimos en un hábito, entonces estamos en presencia de una actitud moral habitual.

Y, aún mas alto, que cuando se vive un valor como actitud habitual pero de forma excelente, firme y en ocasiones sacrificada o heroica, estamos en presencia de una virtud moral.

Ojalá que podamos cultivar valores, actitudes y virtudes en nuestro pueblo cubano. Esto sería el mejor camino para sanar el daño antropológico y crecer en humanidad.

 


  • Yoandy Izquierdo Toledo (Pinar del Río, 1987).
  • Licenciado en Microbiología.
  • Máster en Bioética por la Universidad Católica de Valencia y el Centro de Bioética Juan Pablo II.
  • Máster en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, España.
  • Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.
  • Responsable de Ediciones Convivencia.
  • Reside en Pinar del Río.
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