Hoy, 22 de diciembre, se celebra en Cuba el día del educador. La ocasión es propicia para hablar de la calidad de la educación en Cuba en los últimos tiempos y de la formación de los educadores y educandos.
El proceso de enseñanza-aprendizaje comprende la interacción entre el alumno, el maestro y la familia, díganse los padres, fundamentalmente. Es decir, deben intervenir todos los actores que conforman la comunidad educativa para que sea un proceso exitoso. Esta es una de las principales deficiencias en Cuba, porque los padres hacen dejación de su responsabilidad en la escuela como institución, la escuela responsabiliza al hogar por la falta de complementariedad, y los educandos no conciben que la educación es constante y que la formación nunca termina.
La confusión que con frecuencia existe entre instrucción y educación en valores y virtudes, junto al adoctrinamiento impuesto en los distintos niveles de enseñanza, son otros dos males que están atentando contra la formación humana integral de las nuevas generaciones. Se pondera más la formación político-ideológica que el cultivo de los valores humanos, al punto de pesar más lo primero a la hora de dar avales y otorgar plazas para continuidad de estudios o categorías de destacados o vanguardias. Los planes de estudio han cambiado y las pocas asignaturas que aún se imparten relacionadas con moral y cívica tratan más la etapa posterior a 1959, los héroes y mártires de la Revolución, que la formación en Derechos Humanos, en los símbolos patrios, la Constitución de la República, o el comportamiento ciudadano.
La carencia de materiales bibliográficos en materia de educación cívica no contribuye a la formación necesaria. No existe interés por parte de las autoridades educativas de rescatar y actualizar textos usados en los períodos más fértiles de la historia de Cuba, tales como el libro de “Cívica”, a cargo de un colectivo de autores encabezado por la Doctora Mercedes García-Tudurí publicado en 1947 y reeditado por última vez en 1958. La educación en aquellos tiempos no venía cargada de sesgos políticos como ahora, sino que estaba impregnada de civismo y éticidad.
Por otra parte, debemos analizar la calidad en la instrucción, que puede ser medida teniendo en cuenta tanto la preparación de los maestros y profesores, como los resultados académicos que alcanzan los alumnos. A la preparación de los educadores, que lleva también muchas horas de dedicación y autoesfuerzo, contribuyen negativamente una serie de factores como: la falta de incentivos salariales, la carencia de materiales escolares y de todo tipo, y la misma importancia otorgada al componente político-ideológico, más allá de la calidad del proceso de enseñanza-aprendizaje y la promoción académica.
También podemos agregar que los distintos experimentos que ha sufrido el país en el ámbito educativo han contribuido significativamente al detrimento de la educación. La formación de maestros emergentes, los denominados profesores generales integrales (quienes impartían varias asignaturas a la vez, aunque se hubieran especializado en una sola), el ofrecimiento de plazas para formación pedagógica sin exámenes de oposición y a través de escalafones con promedios muy bajos, no pueden ofrecer otros resultados que deficiencias y baja calidad que, a la larga, se traduce en deformaciones en el alumnado que arrastra problemas desde la base hasta la cima. Y esos serán nuestros profesionales del mañana, los que formemos hoy serán las generaciones del futuro.
Si la calidad fuera buena, no escucharíamos hablar tanto de profesores particulares, o de “repasadores” que es como le ha llamado el sistema a la licencia para el trabajo por cuenta propia en el sector educacional, por aquello de no llamarle maestro o profesor y reconocer el ejercicio privado de una profesión vital. Es inconcebible que el estudiante deba salir del horario de clases en la escuela y asista, pagando, a un maestro que tiene que rellenar los baches, o a veces las lagunas, que no fueron solucionadas en la institución escolar. Las clases particulares que hace algunos años eran un incentivo para los exámenes de ingreso a la educación superior, o se concentraban en los campos de idioma o artes, ahora proliferan casi a la par de la estructura curricular en cada enseñanza.
Como expresé en parte de las conclusiones de mi Tesis de Maestría en Bioética en 2015, titulada “La Educación Ética y Cívica: una solución a la crisis de valores en la sociedad cubana actual”:
La solución profunda de la crisis de valores y virtudes solo se alcanza con la Educación Ética y Cívica asumida por todos los actores sociales.
Algunas propuestas generales pueden ser la reconstrucción de la persona humana, la familia, la sociedad; la reforma profunda de un sistema educacional autoritario hacia un sistema educacional liberador y participativo que interrelacione familia-escuela-sociedad civil y Estado; la formación de la conciencia crítica y la capacidad de discernimiento autónomo para empoderar a los ciudadanos y que estos puedan hacer su propio proyecto de vida y pasar de una moral formulada a una moral vivida, libre y responsablemente.
Algunas propuestas específicas puedes ser la introducción de un nuevo Programa de Educación Ética y Cívica que sea sistemático, gradual y abarcador de todos los niveles de enseñanza; fomentar las Escuelas de Padres y las Comunidades Educativas, alumnos-padres-profesores; la introducción de nuevos textos no ideologizados como el Proyecto VIVA de la Comisión de Catequesis y Educación Católica de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba, el libro de texto de “Ética y Cívica: Aprendiendo a ser persona y a vivir en sociedad” del Centro de Estudios Convivencia (disponible en https://centroconvivencia.org/wp-content/uploads/2017/11/LIBRO-%C3%89TICA-Y-C%C3%8DVICA-EDICIONES-CONVIVENCIA.pdf) y otros.
Que esta jornada del educador sirva para valorar más el papel de la comunidad educativa en el desarrollo humano integral. Que sepamos agradecer a todos los educadores que se empeñan en el arte de formar, a pesar de las vicisitudes y por encima de la ideología. Que toda la comunidad educativa trabaje en los caminos de la verdad, el conocimiento y el bien común.
- Yoandy Izquierdo Toledo (Pinar del Río, 1987).
- Licenciado en Microbiología.
- Máster en Bioética por la Universidad Católica de Valencia y el Centro de Bioética Juan Pablo II.
- Máster en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, España.
- Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.
- Responsable de Ediciones Convivencia.
- Reside en Pinar del Río.