Lunes de Dagoberto
Nos acercamos a la Navidad. Algunos de mis amigos me han preguntado si es posible celebrar el Nacimiento de Jesucristo en medio de este desastre nacional. Varios, incluso, han asegurado que con más de mil presos políticos en Cuba no hay Navidad. Otros, que identifican celebración con cena de Nochebuena el 24 de diciembre, con fiesta de fin de año, con regalos por el Día de Reyes el 6 de enero, aseguran que “no hay nada” para celebrar.
Comprendo y convivo todas estas situaciones extremas y todos estos sentimientos de tristeza, de frustración, de injusticia. Incluso, existen otras muchas razones para que cualquier fiesta resulte fuera de lugar: la separación de las familias por el éxodo masivo imparable, el aumento de la violencia y la inseguridad ciudadana que refleja hasta la prensa oficial, aunque nunca se debe propagar el pánico en la población (Cf. Periódico Guerrillero, Pinar del Río, viernes 9 de diciembre 2022, página 5).
Sin embargo, como cristiano y respetando todas las demás religiones y personas agnósticas y ateas, considero que la Navidad, es decir, la celebración del nacimiento de Jesucristo, no necesariamente tiene que estar indisolublemente unida a festejos exteriores, comelatas, luces u otros signos materiales.
El nacimiento de un personaje histórico llamado Jesús de Nazaret, que cambió el devenir de la humanidad, que fundó la religión más practicada del mundo con 2,300 millones de seguidores, lo que representa un tercio de la población mundial, y aún más: que ha cambiado la forma de vivir y de relacionarse de la mayor parte de las naciones, aun cuando no profesen la fe cristiana, que ha conducido a la humanidad de condiciones menos humanas a condiciones más humanas, la celebración de la Navidad, no puede quedarse encerrada o reducida a meros festejos exteriores o a la colocación de un árbol repleto de luces o a la construcción de un Nacimiento o Belén en los hogares de sus seguidores.
La celebración de la Encarnación del Hijo de Dios llamado Jesús, como creemos los cristianos, no puede restringirse a más o menos recursos para celebrar por fuera. A nadie se le ocurriría pasar por alto el cumpleaños de su madre, viva o muerta, o de un hijo, ni siquiera del mejor amigo. Decimos en la escasez: “algo tenemos que hacer para celebrar”, esta celebración “no puede pasar por debajo de la mesa”. Pues así debemos hacer con la Navidad cuantos, creyentes o no, reconocemos el impacto que tuvo Jesucristo y sus enseñanzas en el crecimiento espiritual de la humanidad.
La Navidad, el cumpleaños de Jesucristo puede ser celebrado de muy diversas maneras, tanto exteriormente como al interior de las personas y también en el seno de la familia y de la sociedad:
– En Cuba celebraremos Navidad cada vez que sanamos una herida en nuestro corazón, sacamos fuera el rencor, encendemos la guirnalda del servicio a los más necesitados. Un corazón sano es el mejor Belén para el nacimiento de Jesús en nosotros.
– En Cuba celebraremos Navidad cada vez que desterremos la violencia en todas sus formas: verbal, gestual, simbólica, física, mediática. La paz es el mensaje central de la Navidad.
– En Cuba celebraremos Navidad cada vez que dejemos de vivir en la mentira y nos propongamos a vivir en la verdad, que es “pensar y hablar sin hipocresía”, sin simulación sin doble cara. La verdad es la mejor estrella para anunciar la Navidad.
– En Cuba celebraremos Navidad cada vez que logramos que nuestra familia, aun cuando esté separada o lejos físicamente, haga algo para mantenerse unida en el amor a pesar de todo. La familia es el mejor pesebre para vivir la Navidad.
– En Cuba celebraremos Navidad cuando en medio de la mayor escasez seamos capaces de compartir con los más pobres, solos y vulnerables. Compartir lo poco que tenemos es el mejor regalo de Reyes en Navidad.
– En Cuba celebraremos Navidad cuando los cristianos vivimos y anunciamos de tal forma las enseñanzas de Jesucristo que ese anuncio profético se convierta en la Buena Noticia que el pueblo cubano está esperando. El comienzo de los cambios en Cuba sería la mejor manera de convertir la Navidad en “la Gran Alegría para todo el pueblo.” Todas las demás noticias, mensajes, predicaciones, anuncios o felicitaciones se perderán en la noche oscura de la tristeza cubana.
– En Cuba celebraremos Navidad cuando las leyes nuevas no se hagan para reprimir, ni para castigar, ni para destruir a la familia, ni para autorizar la muerte ya sea en su principio o en su final, como en la eutanasia o en la pena de muerte. Navidad será en Cuba cuando las leyes sean para dar pan y libertad, justicia y prosperidad, paz y, sobre todo, patria y vida nueva para todo el pueblo cubano. La liberación incondicional de todos los presos políticos sería una auténtica forma de celebrar la Navidad en Cuba.
– En Cuba celebraremos Navidad cuando los seguidores de Cristo, las Iglesias, laicos, consagrados y pastores, seamos como los Reyes Magos que buscaron a Jesús guiándose por su “Estrella” y volvieron a su pueblo por “otros caminos”, sin regresar a donde estaba Herodes.
– En Cuba celebraremos Navidad cuando los padres, abuelos, tíos y hermanos llevemos a nuestros niños frente al Nacimiento y al árbol y le expliquemos que todo eso es para celebrar el Nacimiento de Jesús que vino para hacernos felices. Navidad es la fiesta de la ternura y la ilusión de los niños, ni se la matemos ni se la escondamos.
Para ninguna de estas formas de celebrar la Navidad se necesitan recursos materiales, ni luminarias exteriores. Adornemos el nacimiento con estas y otras buenas obras. Iluminemos el árbol interior de cada cubano con “La libertad de la Luz” que nos trajo Jesús.
Entonces podremos celebrar, saludándonos y abrazándonos, y poniendo mucho sentido a la tradicional frase de Feliz Navidad y un Año 2023 que sea nuevo de verdad.
Hasta el próximo lunes, si Dios quiere.
- Dagoberto Valdés Hernández (Pinar del Río, 1955).
- Ingeniero agrónomo. Máster en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, España.
- Premios “Jan Karski al Valor y la Compasión” 2004, “Tolerancia Plus” 2007, A la Perseverancia “Nuestra Voz” 2011 y Premio Patmos 2017.
- Dirigió el Centro Cívico y la revista Vitral desde su fundación en 1993 hasta 2007.
- Fue miembro del Pontificio Consejo “Justicia y Paz” desde 1999 hasta 2007, A la Perseverancia “Nuestra Voz” 2011 y Premio Patmos 2017.
- Dirigió el Centro Cívico y la revista Vitral desde su fundación en 1993 hasta 2007.
- Fue miembro del Pontificio Consejo “Justicia y Paz” desde 1999 hasta 2006.
- Trabajó como yagüero (recolección de hojas de palma real) durante 10 años.
- Es miembro fundador del Consejo de Redacción de Convivencia y su Director.
- Reside en Pinar del Río.
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