- “El libro y el periódico, la literatura en todas sus manifestaciones, es después del ejemplo en el hogar y la enseñanza en la escuela,
- el medio más eficaz de perfeccionamiento social”.
- Aurelia Castillo
En agosto del año 2020 se conmemoró el centenario de la muerte de la gran escritora y patriota camagüeyana, Aurelia Castillo de González. Nacida en Puerto Príncipe, el 27 de enero de 1852, sus padres Ana María y Pedro le proporcionaron una educación esmerada en el hogar hasta que un día su tutor, Fernando Betancourt, fue desterrado a España por recelo del régimen español. Entonces su madre le daba clases y, como amaba la poesía, le recitaba versos a la hora de dormir hasta que llegaba el sueño, como cuenta la misma Aurelia. En 1866 se lanza a escribir su primer soneto que titula Al llegar los restos del Lugareño de La Habana a Camagüey. El poema es muy celebrado y es así como a los 14 años, comienza su carrera literaria.
La situación en Cuba comenzaba a estar tensa; los cubanos ansiaban la libertad, y así dio comienzo a la Guerra de los Diez Años. Se luchaba en la manigua y se conspiraba en la ciudad. El capitán General, quien “muy amable y muy cortés” había bailado con Aurelia en los salones camagüeyanos, se convirtió en un ser despiadado que lo que deseaba era aniquilar mambises.
El 6 de mayo de 1874 Aurelia contrae matrimonio con Francisco González del Hoyo, capitán de infantería del Ejército español. Bien fuera por la influencia de Aurelia o por su propia repulsión ante los abusos y desmanes del gobierno contra los cubanos, González del Hoyo critica vigorosamente el papel de España en Cuba y declara públicamente su indignación ante el fusilamiento en abril de 1875 del médico cubano Dr. Antonio Luaces Iraola, quién sorprendido en la manigua ayudando a los insurgentes, se había negado a prestar servicios al ejército español. La declaración del capitán González del Hoyo contra este infausto acto le costaría al matrimonio la expulsión de Cuba.
En aquel primer exilio, el matrimonio visita varias ciudades de España, así como París, Ginebra, México y Chicago. Mientras reside en España, Aurelia aprovecha para que le publiquen sus escritos que no solo son literarios, sino que también critica a la sociedad esclavista, y reprocha valientemente la falta de humanidad y de moral de los que la practican.
En 1878, luego de efectuarse la firma del Pacto del Zanjón, y acogiéndose a la amnistía de los emigrados “rebeldes”, el matrimonio regresa a Cuba. Pero al poco tiempo de llegar de Europa fallece sorpresivamente el esposo. Aurelia está destrozada y escribe su poema “Expulsada”: Te fuiste para siempre. /Quedé en el mundo sola, /mis lágrimas corrieron un año y otro año. / Gritáronme de arriba: ‘¡Anda!’/y anduve errante/y al fin me vi, de nuevo, en nuestro hogar de antaño. / Tu espíritu amoroso, flotaba en todas partes…”. Se refugia en sus escritos y poco a poco continua con su labor periodística. Escribe para El País, La Familia, Triunfo y Luz, El Camagüey, El Progreso de Güines. También toma parte en las tertulias que celebra en su hogar José María de Céspedes. Publica una biografía de la Avellaneda y el libro “Adiós de Víctor Hugo” y su prestigio intelectual va en aumento. En 1889 visita la Exposición Universal de París y en 1896 hace un viaje a Suiza, Italia, Estados Unidos y México para luego escribir un libro de estampas de viajes que le publican La Habana Elegante y la Revista Cubana.
Otros periódicos y revistas publican sus poemas y ensayos como la Revista de Cuba, Ecos de Asturias, la Crónica Meridional de Almería y otras publicaciones. Sin recuperarse aun de la pérdida del esposo, es nuevamente expulsada del país por el implacable Vareliano Weyler por el hecho de darle el pésame a Alfredo Zayas ante la muerte en la manigua de su hermano, Juan Bruno, quien era médico mambí. Parte Aurelia para Europa sola y afligida y se establece en Barcelona donde permanece dos años, y al terminar la guerra en 1898 regresa a Cuba definitivamente.
Contribuye Aurelia a fundar el Asilo Huérfanos de la Patria en Camagüey del que es presidenta, y la Sociedad de Labores Cubanas. Escribe para Bohemia y Social, y es de las pocas mujeres que colaboran en el número especial de El Fígaro en homenaje a la República en 1902. De esta época se distingue uno de sus más hermosos poemas patrióticos, El 20 de mayo que es una proclama a la independencia:
- Tierra de Cuba ¡florece!
- Lindos pájaros ¡cantad!
- Que un aura de libertad
- ¡Los ámbitos estremece!
- ¡Sol hermoso, resplandece
- ¡Con tu mas limpido rayo!
- Salid del mortal desmayo,
- Almas de la patria mía,
- Y floreced de alegría
- ¡Que llega el VEINTE DE MAYO!
- Cuando flote la bandera
- En cada cubano techo,
- Desde el Canal al Estrecho,
- Del Golfo a la austral ribera:
- Cuando la metralla fiera
- No lleve de muerte el rayo,
- Salid del triste desmayo.
- ¡Que el bronce canta una historia!
- ¡Almas! Floreced de gloria,
- ¡Que llega el VEINTE DE MAYO!
Con su pluma fuerte, directa y apasionada, Aurelia aboga por los derechos de la mujer cubana. En El Fígaro escribe: “Una gran revolución opérase entre otras varias en nuestros días, la mujer reivindica sus derechos. Ella ha sido la última sierva del mundo civilizado. Aún algo peor: ella ha sido hasta ahora la soberana irrisoria de una sociedad galante y brutal al mismo tiempo”. Los intelectuales de su época celebran sus obras y le otorgan premios. Publica al comienzo del siglo XX varios trabajos patrióticos, como “Apoteosis y Ruinas”. En 1904 regresa a Europa, y en 1910 es nombrada para la Junta de directores de la Academia Nacional de Artes y Letras junto a otras poetisas como Lola Rodríguez de Tió, Nieves Xenes y Dulce María Borrero.
Coopera en la erección de la estatua al patriota, general Ignacio Agramonte en Camagüey, de quien había sido muy amigaal igual que de su esposa, Amalia Simoni. Incansable, preside también la comisión del Centenario de Gertrudis Gómez de Avellaneda en 1914. Además, continua con el género biográfico escribiendo la biografía de “Ignacio Agramonte en la vida privada”; recoge escritos sueltos y algunos de su esposo (1913-1918, (6 vols.]). Traduce el libreto de la ópera La figlia d’Iorio, de Gabrielle D’Annunzio, y tiene a su cargo recopilar los poemas de José Martí para editar la primera edición de las obras completas.
Luego de dedicar la vida a sus tres pasiones: su esposo, la literatura y la patria, fallece Aurelia Castillo de González el viernes, 7 de agosto de 1920 en su ciudad natal. Entonces otra gran poeta cubana, Dulce María Borrero[1] dijo: “…sus ojos, que habían vuelto a brillar un segundo bajo el cielo querido, se habían apagado ya, y acabaron de cerrarse tranquilos para ir a abrirse de nuevo, como dos soles eternos, en el cielo inviolable del recuerdo, desde donde nos mandan todavía la caridad de su destello azul!”.
Tenemos los cubanos el honor de incluir a Aurelia entre sus hijos ilustres, pues ella, al igual que otros escritores y poetas, “hicieron de su tierra, además de patria de heroísmos, tierra esclarecida por obras perdurables del pensamiento y del arte”[2].Hoy la recordamoscon el elogio que de ella hiciera el poeta Julián del Casal[3]: “Su Musa es la Juana de Arco legendaria, cabalgando en blando bridón, con el estandarte de la Libertad al brazo y la trompa épica en los labios, hacia el encuentro de la Victoria y dispuesta a subir a la hoguera, antes que abjurar de sus dioses tutelares”.
[1]Dulce María Borrero de Luján (La Habana 1883-1945) poeta y ensayista.
[2]Raimundo Lazo y Baryolo (Camagüey 1904-1976), escritor y catedrático de la Universidad de La Habana.
[3]José Julián del Casal y de la Lastra (La Habana 1863 – 1893) poeta y escritor.
Teresa Fernández Soneira (La Habana, 1947).
Investigadora e historiadora.
Estudió en los colegios del Apostolado de La Habana (Vedado) y en Madrid, España.
Licenciada en humanidades por Barry University (Miami, Florida).
Fue columnista de La Voz Católica, de la Arquidiócesis de Miami, y editora de Maris Stella, de las ex-alumnas del colegio Apostolado.
Tiene publicados varios libros de temática cubana, entre ellos “Cuba: Historia de la Educación Católica 1582-1961”,
y “Mujeres de la patria, contribución de la mujer a la independencia de Cuba” (2 vols. 2014 y 2018).
Reside en Miami, Florida.