Hace días me encontré con un grupo de jóvenes de diferentes edades, en un rango de 20 a 28 años. Todos hablaban de lo mismo, cómo irse de Cuba.
Cada vez que escucho hablar al respecto y veo lo que está pasando en nuestro país, me duele el alma. El éxodo masivo es descomunal, y muchos de los que no se han ido, no lo han hecho porque no han podido. La situación actual en este país es invivible. No hay oportunidades, ni nada de nada, lo único que hay es un grupo de personas que se hacen llamar gobierno que miran desde arriba cómo esta Isla se queda vacía y triste.
¿Qué gobierno puede llamarse así, cuando sus jóvenes, el futuro, el retoño nuevo solo piensa en huir? Siento vergüenza ajena por ellos que han sembrado de tristeza, dolor y muerte esta tierra al separar una y otra vez familias y amigos.
Estos jóvenes despiden cada día a un amigo, familiar o conocido, y no pierden la esperanza de seguirles luego. Las vías, las formas para salir, no importa que tan crudas o difíciles sean, se aprovechan.
Me gustaría que todo ese valor se concentrara en decir basta, en decir queremos cambios y libertad y hacer de esta nuestra tierra un lugar mejor. Muchos lo han hecho y lo seguirán haciendo, pero hace falta quererlo y desearlo más y de una vez confiar en que sí se puede.
Sé que no es fácil, y sabemos qué tan crueles son los castigos para los que desobedecen los deseos del rey, pero la noche no será eterna, no hay modo de que lo sea.