EL APAGÓN Y LA LUZ

Lunes de Dagoberto

Vuelven a incrementarse los apagones en Cuba. Por una u otra causa, ha sido imposible solucionar la falta de energía eléctrica. Las interrupciones llegan en un momento crítico por otros muchos factores.

Pero no son solo los apagones de la electricidad: son los apagones del alma. Es el cansancio, la incomodidad, la carestía de todo, la subida de los precios, el Código Penal, las amenazas, la represión, la cárcel. El hastío de la vida.

Tengo la convicción de que existen dos vías para controlar o resolver esta situación de crisis multifactorial: una, el aumento de la represión que conduce a mal destino, y la solución real y eficaz de las causas de la crisis que los apagones vienen a empeorar.

Creo que se debería escoger la segunda vía: cesar todos los bloqueos que impiden la participación democrática, el libre emprendimiento, el desarrollo de la sociedad civil, la reforma de las instituciones, la despenalización de la discrepancia, la libertad de expresión, de movilidad, de reunión pacífica. La vía del cambio en paz.

En la actual Cuba de los apagones debemos encender todas las luces que llevamos dentro los cubanos:

La luz del conocimiento para ver lo que más conviene al pueblo cubano.

La luz del discernimiento para escoger las mejores vías y los métodos más humanos y menos violentos.

La luz para cultivar los mejores sentimientos entre los cubanos y no enconar más la convivencia.

La luz para fortalecer nuestra voluntad para ser resilientes y perseverar en el bien de Cuba.

La luz para encontrar un sentido a la vida aquí y ahora.

La luz para abandonar la fuerza y sustituirla por las soluciones de la crisis.

La luz para poder ver en cada cubano, aunque piense diferente, a un compatriota, a un hermano y no hacerle daño.

La luz para aprender a vivir en la diversidad, en la pluralidad de opciones, en la democracia.

La luz para no tropezar con errores en los que ya hemos caído.

La luz para detener las tinieblas del miedo, la violencia, la muerte.

La luz para que nadie tenga que emigrar en éxodos masivos fuera de Cuba que es nuestro Hogar nacional.

La luz para sanar el alma cubana del daño antropológico causado por el gran apagón.

La luz de la libertad, de la convivencia pacífica y armoniosa, de la fraternidad universal.

La luz para poder trabajar y disfrutar de una Cuba próspera y feliz.

Esas luces no dependen del petróleo, ni de las termoeléctricas, ni de los grupos electrógenos, dependen de la voluntad de todo el pueblo cubano.

Que venga la luz en cada cubano. Que se acaben los apagones de la electricidad, pero sobre todo que se acaben en Cuba los apagones del alma.

En fin, que se haga la luz.

Hasta el próximo lunes, si Dios quiere.

 


Dagoberto Valdés Hernández (Pinar del Río, 1955). Ingeniero agrónomo. Máster en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, España. Premios “Jan Karski al Valor y la Compasión” 2004, “Tolerancia Plus” 2007, A la Perseverancia “Nuestra Voz” 2011 y Premio Patmos 2017. Dirigió el Centro Cívico y la revista Vitral desde su fundación en 1993 hasta 2007. Fue miembro del Pontificio Consejo “Justicia y Paz” desde 1999 hasta 2007, A la Perseverancia “Nuestra Voz” 2011 y Premio Patmos 2017. Dirigió el Centro Cívico y la revista Vitral desde su fundación en 1993 hasta 2007. Fue miembro del Pontificio Consejo “Justicia y Paz” desde 1999 hasta 2006. Trabajó como yagüero (recolección de hojas de palma real) durante 10 años. Es miembro fundador del Consejo de Redacción de Convivencia y su Director. Reside en Pinar del Río.

 

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