El Golpe del 10 de marzo de 1952 y la actualidad cubana

Martes de Dimas

La inestabilidad política que se generó a la caída de Gerardo Machado culminó con el orden constitucional establecido en 1940. El Golpe de Estado del 10 de marzo interrumpió ese orden. Tal versión soslaya las demás causas que intervinieron en el hecho. Para demostrarlo esbozo brevemente dos de los factores omitidos: la violencia y la corrupción.

La violencia

La violencia como medio para solucionar conflictos contaba en Cuba con una larga historia antes de 1952. Arribó a la Isla en el siglo XVI, aumentó durante la colonia, se exacerbó con las guerras de independencia y marcó la historia republicana.

En 1906 tuvo lugar la “Guerrita de Agosto”. En 1912 el alzamiento armado del Partido Independiente de Color. En 1917, la insurrección liberal conocida por “La Chambelona”. En la lucha contra el gobierno de Gerardo Machado la violencia se desató a mayor escala. De los grupos que enfrentaron a Machado emergieron, entre otros grupos gansteriles Unión Insurreccional Revolucionaria (UIR), la Acción Revolucionaria Guiteras (ARG), y el Movimiento Socialista Revolucionario (MSR), protagonistas de múltiples asesinatos, atentados y encuentros armados que dejaron un alto saldo de víctimas.

La corrupción

La corrupción político-administrativa, con excepción del primer presidente cubano Tomás Estrada Palma y de un grupo reducido de figuras políticas, el fisco devino medio de enriquecimiento personal; especialmente durante la presidencia de José Miguel Gómez, de Alfredo Zayas y de los gobiernos auténticos entre 1944 y 1952.

El primero, Ramón Grau San Martín, durante su presidencia no participó personalmente de esa práctica, pero cuando le proponían algo parecido, solía responder: Conmigo no podrá hacer negocios sucios, pero hable con Paulina[1]. Grau se opuso a la creación de un Tribunal de Cuentas; el ministro de educación, José Manuel Alemán, robo de millones de pesos del tesoro de la República; desapareció el diamante de 25 quilates que marcaba el kilómetro Cero de la carretera central, que estaba ubicado en el Salón de los Pasos Perdidos del Capitolio Nacional y tres meses después apareció, sin explicación, sobre su mesa de trabajo; y el escándalo relacionado con robos en la Dirección General de la Lotería Nacional[2], conforman una diminuta muestra de hechos de corrupción durante su administración.

El segundo, Carlos Prío Socarrás, dictó una ley contra el gansterismo, estableció un “pacto de grupos” con los pandilleros a cambio de prebendas, cargos y subsidios y creó el Grupo de Represión de Actividad Subversivas (GRAS); pero tanto la corrupción como la violencia continuaron fuera de control. El dirigente del Partido Ortodoxo, Eduardo Chibás, desató una fuerte campaña radial y escrita contra el gobierno de Carlos Prío. Campaña que condensó en la consigna ¡Vergüenza contra Dinero! Al no poder demostrar las pruebas de la acusación lanzada contra el ministro de Educación, Aureliano Sánchez Arango, Chibás se suicidó, aumentando con ello la inestabilidad política del país.

El golpe

En ese contexto, desde 1949 un grupo de oficiales, encabezados por el capitán Jorge García Tuñón y varios profesores universitarios, venían preparando un golpe militar contra Prío. Fulgencio Batista, quien no logró conformar una coalición electoral para imponerse por la vía electoral, poseedor de la experiencia del papel del Ejército en los momentos de crisis y convencido de que: Cuando el poder civil es débil para contener una situación la autoridad militar tiene que intervenir[3], recibió la propuesta de participar en la conspiración, lo que unido al descontento de los militares subalternos -ignorados en el aumento de sueldos efectuado a congresistas y altos funcionarios- conformaron el escenario que desembocó en el Golpe de Estado de marzo de 1952.

En el análisis no se puede obviar que: Batista, por su participación en la sublevación de los sargentos en septiembre 1933 fue ascendido a Coronel y Jefe del Estado Mayor; que desempeñó un papel importante en la conformación de la Constitución de 1940; que fue electo presidente de la República en ese mismo año; y que, al finalizar su mandato, aunque sus adversarios aseguraban que se mantendría en el poder por medio del Ejército, respetó lo establecido en la Constitución y reconoció la victoria de Grau San Martín.

De acuerdo a la Constitución, la presidencia debía ocuparla el vicepresidente de la República, el Magistrado más antiguo del Tribunal Supremo o el Magistrado sustituto. Ninguno aceptó. La Junta designó a Batista Primer Ministro, quien en Abril de 1952 sustituyó la Constitución por unos Estatutos Constitucionales, creó un Consejo Consultivo y un Consejo de Ministros en los que concentró los poderes Ejecutivo y Legislativo, y anunció elecciones para 1953, las cuales fueron pospuestas por el asalto al cuartel Moncada y convocadas nuevamente para 1954. En ellas, ante la abstención de los partidos de la oposición y de Grau San Martín, en alianza con los liberales, radicales y demócratas Batista resultó electo en esas condiciones. En febrero de 1955, al tomar posesión de la magistratura, Batista restableció la Constitución de 1940 y otorgó amnistía a los asaltantes del cuartel Moncada, quienes fundaron el Movimiento 26 de Julio.

Durante su gobierno, Batista liquidó el pandillerismo, desarrolló un vasto plan económico y de construcciones, mejoró la salud y la educación y creó una reserva de oro, que junto al crecimiento del Producto Interno Bruto le brindaron la fuerza que adquirió el peso cubano.

La revolución

La ruptura del orden constitucional tuvo dos respuestas diferenciadas por el método: la negociación y la violencia. En correspondencia con nuestra herencia se impuso la segunda: en 1952 el Movimiento Nacional Revolucionario intentó tomar el regimiento de Columbia; en 1953 se asaltó al cuartel Moncada; en 1956, en la Carta de México suscrita por Fidel Castro y José Antonio Echeverría, decía: es hora de que los partidos políticos y la SAR cesen ya en el inútil esfuerzo de implorar soluciones amigables; en ese mismo año de “ tuvo lugar la “Conspiración de los Puros”, el asalto al cuartel Goicuría en Matanzas, el alzamiento del 30 de noviembre en Santiago de Cuba y el desembarco del Granma el 2 de diciembre; en 1957 el asalto el Palacio Presidencial y el ataque a la Estación Naval de Cienfuegos y hasta diciembre de 1958 la guerra de guerrillas en el campo y los atentados y sabotajes en las ciudades.

En 1959, la revolución, convertida en fuente de derecho, en lugar de restablecer la Constitución de 1940, sin mediar consulta popular como establecía su artículo 285, se sustituyó por unos estatutos constitucionales, las elecciones ofrecidas nunca se celebraron, la violencia tomó cuerpo en la guerra civil que duró hasta 1965 en las zonas montañosas del país, la corrupción rebasó el marco político administrativo para devenir corrupción generalizada y el adoctrinamiento ideológico hizo retroceder la débil formación cívica existente.

Resultado de lo antes expuesto, el orden constitucional interrumpido el 10 de marzo de 1952 continuó después de 1959: Los males se multiplicaron con la ausencia absoluta de libertades y la desaparición del ciudadano. El retroceso sufrido en los 70 años que nos separan del 10 de marzo de 1952, nos coloca en un punto donde todo tiene que rehacerse, pero esta vez no podrá ser desde la violencia y la corrupción.

La Habana, 7 de marzo de 2022

[1] Paulina Alsina de Grau, secretaria de la presidencia entre 1944-48. Esposa del hermano de Grau, Francisco, un periodista que se suicidó en la sala de esgrima del Centro de dependientes. Paulina ejerció una gran influencia sobre Grau.

[2] Hugh, Thomas. Cuba, la lucha por la libertad. México, Ediciones Grijalbo, 1974, Tomo 2, p. 987.

[3] Declaración al Havana Post en julio de 1934. Citadas por Rodríguez Arechavaleta, Carlos Manuel. “La democracia republicana en Cuba, 1940-1952, actores y estrategias electorales. México, Fondo de Cultura Económica, 2017, pp. 48-49.

 


  • Dimas Cecilio Castellanos Martí (Jiguaní, 1943).
  • Reside en La Habana desde 1967.
  • Licenciado en Ciencias Políticas en la Universidad de La Habana (1975), Diplomado en Ciencias de la Información (1983-1985), Licenciado en Estudios Bíblicos y Teológicos en el (2006).
  • Trabajó como profesor de cursos regulares y de postgrados de filosofía marxista en la Facultad de Agronomía de la Universidad de La Habana (1976-1977) y como especialista en Información Científica en el Instituto Superior de Ciencias Agropecuarias de La Habana (1977-1992).
  • Primer premio del concurso convocado por Solidaridad de Trabajadores Cubanos, en el año 2003.
  • Es Miembro de la Junta Directiva del Instituto de Estudios Cubanos con sede en la Florida.
  • Miembro del Consejo Académico del Centro de Estudios Convivencia (CEC).

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