LA HISTORIA ES INDETENIBLE Y LA PATRIA ES DE TODOS

Foto tomada de Internet

A pesar de los factores que favorecieron la prolongada duración del totalitarismo cubano, la inviabilidad intrínseca no pudo evitar el estancamiento, el retroceso, la pobreza, el desencanto y pérdida del consenso generado por el futuro luminoso anunciado.

En 1959 el líder de la revolución aseguró que la producción agrícola duplicaría la capacidad de consumo de la población campesina y lograría para el pueblo un nivel de vida superior al de cualquier otra nación”1, y en 1967 prometió que llegaría el día que las frutas, los vegetales, hasta la leche se distribuirá gratuitamente a todo el mundo… Llegará un momento, señores, llegará un momento en que podamos decirle también al pueblo: El café que quieran vayan a buscarlo al mercado gratuitamente2. Sin embargo, el futuro anunciado sucumbió asfixiado por la carencia de libertades.

El declive sostenido confirma que la economía no puede avanzar sin libertades ciudadanas, que la destrucción de las principales fuentes productivas condujo a su desplazamiento por el alquiler de profesionales en condiciones de esclavitud moderna, las remesas familiares y el turismo; vías frágiles por depender más de factores externos que de los internos.

Separados por décadas de las promesas, montados sobre la historia de las luchas cívicas que le precedieron la actividades del Movimiento San Isidro, la protesta del 27N frente al Ministerio de Cultura, los planteamientos de Articulación Plebeya, las protestas cívicas masivas del 11J y la convocatoria de la Plataforma Archipiélago a la marcha del 15N, conforman una secuencia de hechos que sacudieron los cimientos de totalitarismo cubano.

El debate sobre lo sucedido se ha centrado en los sucesos del 15N ¿Fueron una victoria o un fracaso? ¿Qué efecto tendrá la salida del país de Yunior García, la figura más visible de ese movimiento?, son dos de los temas más recurridos. El libro de Nassim Nicholas Taleb “El cisne negro, el impacto de lo altamente improbable”3, contiene algunas conclusiones que pueden ser de de utilidad para interpretar y extraer enseñanzas de lo ocurrido. En apretadísima síntesis he tomado seis de sus tesis que considero guardan relación con la situación cubana:

  1. La ilusión de que sabemos lo que pasa en un mundo que es más complicado de lo que creemos.

Los fenómenos sociales, los de mayor complejidad en el universo son los menos tratados con el rigor que requieren. El divorcio entre experiencia acumulada y conducta asumida constituye una tendencia negativa en la historia de la humanidad y Cuba no es una excepción.

  1. Para desplazar una historia se necesita otra historia.

Paralelo a los intentos de cambio se requiere de un análisis crítico para desmontar los mitos y falsedades que atraparon a la mayoría del pueblo durante décadas. Análisis que constituye un requisito para el rescate de la condición perdida de ciudadano, que ya está en proceso de renacimiento dentro y fuera de Cuba.

  1. La necesidad de desmitificar a los líderes salvadores.

Desmitificar el mesianismo es crucial. Nuestra historia ha estado cargada de esas personalidades, una de cuyas consecuencias es la tendencia del pueblo a depositar en otro una responsabilidad que es de todos, por lo que hemos pagado y estamos pagando un alto precio. Los dictadores cubanos se inauguraron como mesías. Basta una ojeada a la historia de los últimos cien años para confirmarlo.

  1. La evolución es una serie de chiripas, algunas buenas, y muchas malas; pero solo vemos las buenas.

Sin embargo, las malas como las buenas forman parte del proceso evolutivo. Las malas encierran enseñanzas, algunas veces más útiles que las buenas, porque indican lo que no se debe hacer.

  1. Proyectar el futuro cuando están implicados los seres humanos es algo radicalmente diferente si los consideramos seres vivos y dotados de libre albedrío.

La sociedad, compuesta de personas dotadas del libre albedrío, no se puede tratar con la precisión que se tratan los fenómenos mecánicos, físicos o químicos. Cada ser humano está dotado de conciencia y, por tanto, como ser imperfecto le imprime su individualidad a sus interpretaciones y actuaciones.

  1. Aprender de los errores pasados al proyectar el futuro de nuestros estados afectivos.

La historia la hacen los seres humanos, imperfectos pero perfectibles, por tanto, la historia no es solo recuerdo del pasado, es herramienta para no repetir errores.

El resultado de la convocatoria a la marcha del 15N y la salida de uno de sus líderes al exilio, en lugar de criticar debe utilizarse para el crecimiento, para subir un nuevo escalón en un proceso que ya es irreversible. Nuestra historia está preñada de ejemplos demostrativos de que el exilio no es abandono:

– El generalísimo Máximo Gómez, en respuesta a los críticos del Pacto del Zanjón escribió: se ha tratado de buscar una víctima a quien hacer responsable, mas no se ha procurado estudiar los hechos, conocer el estado del ejército… y el cómo ha respondido en general el pueblo de Cuba a la llamada de sus libertadores. Por esas razones, decía que: “la responsabilidad se divida entre todos, que la culpa sea del pueblo cubano y no de la minoría heroica.

– La Protesta de Baraguá se dirigió contra la manera de terminar una guerra que había durado una década sin lograr sus objetivos. Sin embargo, el cese de los combates unos días después de reiniciarse la guerra y la salida del General Maceo rumbo a Jamaica, no fue sino un alto para organizar la nueva guerra.

– En 1955, después de ser amnistiado, Fidel Castro marchó al exilio para desde allí organizar la expedición del Granma.

Experiencias todas demostrativas de que el exilio no significa rendición ni abandono.

Lo esencial radica en el carácter indetenible de la historia. Las protestas citadas demuestran que la nación está y continuará cambiando. Las causas de los sucesos que las provocaron continúan sin solución; por tanto, hasta que no sean resueltas, seremos testigos de nuevos episodios similares o diferentes a los ocurridos.

La gran enseñanza es que, en lugar de enjuiciar a los que han hecho algo, acertado o desacertado, cada cubano debe asumir su cuota de responsabilidad por su bien y por el de la patria, que como la calificara José Martí: la patria es dicha de todos, y no feudo ni capellanía de nadie4.

La militarización a la que acudieron las autoridades es insostenible en el tiempo. La fuerza se emplea para vencer, el diálogo y la negociación para desechar todo aquello que obstaculiza el progreso. Por ello el reconocimiento de una fuerza crítica que ha emergido en Cuba es una obligación y una necesidad que apunta al diálogo como única salida, como concepto esencial, principio rector y estrategia permanente.

La exclusión es contraria al progreso y enemiga de la dignidad. Quizá por esa razón José Martí expresó aquella idea: “Cuanto no sea compatible con la dignidad humana caerá”5.

La historia se puede acelerar o retardar, pero solo hasta un punto. Las contundentes demostraciones del 11-7 y la convocatoria del 15N -inéditas en nuestra historia- confirman que la crisis de Cuba no tiene otra salida que la participación de todos los cubanos, en igualdad de condiciones, como sujetos en los destinos de su nación con todos y para el bien de todos.

Referencias

[1] Luis María Buch Rodríguez. “Gobierno Revolucionario Cubano: génesis y primeros pasos”, p. 80.

2 Fidel en la clausura del III Congreso de la ANAP, 18 de mayo de 1967.

3 “El cisne negro, el impacto de lo altamente improbable”. España, ediciones Paidós Ibérica, 2008.

4 José Martí. Obras Escogidas en tres tomos. Tomo 2. La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 2000, p. 367.

5 Martí, José. “El cisma de los católicos en Nueva York”. Obras Escogidas en tres tomos. Tomo 2. La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 2000, p. 117.


  • Dimas Cecilio Castellanos Martí (Jiguaní, 1943).
    Reside en La Habana desde 1967.
    Licenciado en Ciencias Políticas en la Universidad de La Habana (1975), Diplomado en Ciencias de la Información (1983-1985), Licenciado en Estudios Bíblicos y Teológicos (2006).
  • Trabajó como profesor de cursos regulares y de postgrados de filosofía marxista en la Facultad de Agronomía de la Universidad de La Habana (1976-1977) y como especialista en Información Científica en el Instituto Superior de Ciencias Agropecuarias de La Habana (1977-1992).
  • Primer premio del concurso convocado por Solidaridad de Trabajadores Cubanos, en el año 2003.
    Es Miembro de la Junta Directiva del Instituto de Estudios Cubanos con sede en la Florida.
    Miembro del Consejo Académico del Centro de Estudios Convivencia (CEC). 

 

 

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