CUBA NECESITA UNA RESPUESTA HOLÍSTICA A LA CRISIS EXISTENTE


Miércoles de Jorge
Enfocar los problemas del desarrollo económico en Cuba solo desde una de sus dimensiones es un riesgo del momento actual. Hace más de una década, algunos depositaron las esperanzas de bienestar y desarrollo para el pueblo cubano en un programa de reformas llamado “lineamientos de política económica y social.” Aquelpaquete de reformas, que ni siquiera fue implementado como había sido previsto por las autoridades cubanas, estuvo limitado por proponer avanzar hacia un socialismo próspero y sostenible, –principalmente– con reformas de carácter económico y además en no pocos casos,cosméticas.

Mirar los problemas de la realidad desde la lupa de la economía, no es solución, como tampoco lo sería reducir esa mirada a un sector específico. La mirada y la respuesta que se da a los problemas que se observan ha de ser integral, completa, holística. Con una mirada parcial, no solo se imposibilita el desarrollo en sentido amplio, sino que tampoco parece posible un mejor socialismo. Por el contrario, sería necesario ampliar el plano de análisis a otras dimensiones de la realidad y de la persona humana, y mirarla como un todo.

Sería un error muy peligroso pensar que con reformas parciales en la economía es posible responder a las exigencias del desarrollo, como parece que sucede en Cuba por estos días. Por un lado se reivindica el sistema político y se mantiene casi intacto, mientras se ignoran profundos temas sociales que cada día alcanzan mayor deterioro, y al mismo tiempo se apuestan todas las cartas a una parcial reforma económica. La apuesta parece ser la misma de otras ocasiones, desregular parcialmente la economía para sobrevivir a la crisis, mientras se crean las condiciones para volver a centralizar y controlar (elementos estos últimos esenciales del modelo de planificación centralizada y del sistema socialista existente en Cuba). Pasó así en los años noventa, pasó en los años dos mil y otros momentos, y parece que se repetirá ante este nuevo punto crítico de una misma crisis crónica y sistémica.

Hasta el momento la respuesta del gobierno a la crisis se ha centrado en ciertas flexibilizaciones para el comercio exterior minorista; apertura a la pequeña y mediana empresa, flexibilización de las regulaciones para el trabajo por cuenta propia, las cooperativas no agropecuarias, los campesinos, y otros actores económicos; reformas a la empresa estatal que intentan potenciar la productividad del trabajo, y generar más autonomía empresarial; medidas –supuestamente– para potenciar la agricultura y responder al crónico déficit de oferta de alimentos; devaluación del peso cubano y proceso de “ordenamiento” monetario y cambiario; entre otras.

Nada hasta ahora se ha hecho para transformar el modelo y con él los sistemas de incentivos, las instituciones, y otras variables determinantes para el crecimiento y el desarrollo económico; nada en cuanto a reconocimiento pleno de la libre iniciativa, la libre empresa, los derechos de propiedad, y otros; nada respecto a transformar el trabajo y su papel humanizador, o el sistema de seguridad y asistencia social que además de insostenibles, están sensiblemente deteriorados en términos de calidad e infraestructura. Podríamos seguir mencionando variables fundamentales de la economía que no se han reformado o al menos no de forma profunda y sustancial. El análisis es aún más trágico si nos referimos a otros aspectos claves para el desarrollo, como puede ser la política, la cultura, los temas sociales, o medioambientales.

De este modo, surgen las preguntas. ¿cómo avanzamos al desarrollo? ¿de qué progreso, desarrollo, crecimiento, hablan las autoridades cubanas en sus discursos, cuando son ellos mismos quienes limitan la reforma –principalmente– a temas económicos, y además las abordan de forma superficial y/o contradictoria? ¿Se pueden poner las esperanzas de un futuro mejor, con verdadero Desarrollo Humano Integral, en la gestión de un gobierno que por décadas ha demostrado ineficiencia, que ignora cuestiones fundamentales para el desarrollo y el bienestar de las sociedades como son el pleno reconocimiento y respeto de derechos y libertades económicas, civiles y políticas?

La respuesta es que no. Urge actuar con coherencia, responder a la crisis no de forma caprichosa o aferrados a experimentos inciertos, sino siguiendo las recomendaciones de la ciencia, de los expertos, tomando en cuenta la experiencia, la historia, los errores que ya se han cometido, las aspiraciones de las personas que a fin de cuentas han de ser el fin y la razón de ser de los servidores públicos. Mientras se siga mirando de forma fragmentada la realidad, y respondiendo a algunos de los problemas que presenta, usando solo algunas de las soluciones al alcance, en lugar de evaluar clínicamente los problemas y recetar un tratamiento integral, completo, coherente, multidimensional, no será posible lograr significativos avances en términos de bienestar social, de progreso, de justicia social, de desarrollo humano integral en Cuba.

 


Jorge Ignacio Guillén Martínez (Candelaria, 1993).
Laico católico.
Licenciado en Economía. Máster en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, España.
Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.

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