Las relaciones entre España y Cuba son de familia. Esta frase, pronunciada por el político español Manuel Fraga tras su viaje a Cuba, donde vivió en su infancia, luego de invitar a Fidel Castro a visitar los orígenes de su familia en Galicia, resume, en líneas generales, la historia de los dos países, que tiene una extraordinaria influencia en las relaciones económicas, políticas, sociales, culturales y su traslado final a la diplomacia. Para muchos cubanos, España es la “madre patria”, y para no pocos españoles, “más se perdió en Cuba” proporcionan una buena referencia de que hay mucho en común.
Por eso, la actuación española en materia de diplomacia y relaciones exteriores es un asunto que en La Habana merece especial atención. En este sentido, señalar que el pasado 27 de enero el gobierno español aprobó su Estrategia de Acción Exterior 2021-2024, a propuesta de la ministra de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, que finalmente ha llegado a las Cortes Generales, para su conocimiento y debate.
Esta Estrategia de Acción Exterior, un documento extenso de más de 100 páginas se elabora con relación a lo establecido el artículo 35.5 de la Ley 2/2014, de 25 de marzo de la Acción y del Servicio Exterior del Estado. En la misma se contiene una expresión ordenada, sectorial y geográfica, de las prioridades y objetivos a medio plazo de la Acción Exterior de la diplomacia española, incluyendo todas las actuaciones de los órganos, organismos y entidades públicas en el exterior, a las que otorga cierta coherencia interna. También hace referencia a la importancia de las actuaciones de actores no estatales.
La Estrategia de Acción Exterior 2021-2024, basada en un análisis de rigor, identifica las grandes tendencias mundiales a las que España deberá hacer frente, sienta su posición y define su respuesta al respecto, así como establece las grandes líneas y los objetivos que orientan la acción exterior y las principales propuestas de actuación durante este periodo.
El documento tuvo un primer borrador a iniciativa del Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, tras el que se inició una fase de consultas con la totalidad de los departamentos ministeriales, de los órganos constitucionales, de las Comunidades y Ciudades Autónomas, y de las Entidades Locales a través de la Federación Española de Municipios y Provincias. Asimismo, se han mantenido consultas con representantes de centros de pensamiento, organizaciones empresariales, organizaciones sindicales y organizaciones no gubernamentales de cara a la validación de los objetivos.
Lograda esta participación muy amplia y la visión de integralidad, la planificación de los medios materiales y de los recursos necesarios para el logro de los objetivos de la Estrategia de Acción Exterior se basa en el principio de eficiencia en la asignación y utilización de los recursos. Precisamente, el cálculo económico de los mismos, asignados a cada una de las líneas de acción, se ajustará en función de las partidas presupuestarias que se establezcan en las leyes de presupuesto de cada uno de los cuatro ejercicios del periodo de vigencia de la Estrategia. En los presupuestos anuales se concretarán y cuantificarán cada una de las actuaciones a acometer y los recursos, tanto materiales como humanos, que se asignan a cada objetivo estratégico.
No es el objetivo de este artículo abordar con detalle el contenido de la Estrategia en cuestión, sino de qué se dice en la misma respecto de Cuba. Un asunto que resuelve con un párrafo breve y preciso que señala lo siguiente:
“Se profundizará en la nueva andadura de colaboración iniciada tras los viajes del Presidente del Gobierno (2018) y de SSMM (2019), buscando equilibrar y profundizar la relación, a partir de la adopción de un marco regular de consultas políticas (Memorando de Entendimiento). El país se encuentra en un momento de actualización de su modelo político y económico a la constitución adoptada en 2019 y a una nueva realidad que debemos estimular mediante un acompañamiento crítico pero constructivo”.
Condensado pero con mucho contenido. Se ignora cómo le va a sentar a los dirigentes de La Habana este párrafo cuando lo lean.
Hay varias ideas en el apartado referente a Cuba por el gobierno español que resultan, digamos, pretenciosas y que en La Habana pueden tener todo tipo de valoraciones.
La primera es el anuncio de una “nueva andadura”. Numerosas dudas. Pero, ¿esto qué es? ¿Borrón y cuenta nueva del pasado? ¿Reescribir la historia tal vez? ¿Es que acaso se justifica este cambio por la salida de Trump de la Casa Blanca? ¿Es que hay algún motivo real que sirva para sostener esa nueva andadura que no sea otro que exigir respeto a los derechos humanos, las libertades y la democracia? Es confuso este concepto de“nueva andadura”, y atribuirlo a un viaje del presidente o de los reyes, tiene poco sentido porque eleva de forma innecesaria el listón institucional. Entre España y Cuba hay mucha historia que respetar, recordar y reivindicar. Tal vez con otros países puede servir esa fórmula, pero insisto, entre Cuba y España plantea un pésimo diseño que puede dar lugar a numerosas malas interpretaciones.
La segunda idea es la búsqueda de una “relación equilibrada y profunda” a partir de un marco regular de consultas políticas. Este sí que se puede entender como un valioso regalo del gobierno español al gobierno cubano. Blanquear su peor rostro. No es fácil justificar una relación equilibrada entre quienes son, políticamente, distintos. España, a nivel mundial, es una democracia plural, moderna e integrada, con una calidad de vida de las más elevadas. Cuba, no. Por lo tanto, tiene poco sentido establecer un marco equilibrado de la relación cuando las diferencias son tantas y notorias.
Por ello, alguno se puede preguntar, ¿a cambio de qué se concede este valioso regalo? ¿Tal vez para tratar de recuperar una deuda histórica calificada en varias ocasiones como incobrable y cuyo monto real se desconoce? ¿Acaso facilitar una posición privilegiada a los negocios españoles en la Isla? ¿A quién pretenden engañar con lo de relación equilibrada?
Desde luego, las autoridades de La Habana han conseguido lo que tal vez querían, que no es otra cosa que sentar periódicamente a los españoles y europeos para hablar de nada. Porque estas reuniones acaban siendo un diálogo de sordos, en el que cualquier reclamación lógica de respeto a los derechos humanos y políticos por los demócratas, el gobierno cubano siempre acaba diciendo que él más, y se saca de la chistera los más variopintos derechos otorgados en la constitución cubana que, en ningún momento, han sido reclamados por nadie.
La tercera idea es que este diálogo podría tener su razón en un supuesto proceso de actualización del modelo político y económico de la Constitución de 2019 a una nueva realidad. Y ciertamente hay dudas de que en este asunto España pueda hacer algo, salvo aportar recursos financieros.
España cuenta con un modelo económico social basado en una economía de mercado, en que se respeta la propiedad privada y el Estado limita su intervención a la planificación indicativa de la economía. Un modelo que está en las antípodas del proceso de actualización del modelo social comunista cubano, donde los dirigentes se mueven como peces en el agua en la verborrea de términos insufribles que solo se entienden en Cuba. Este punto no ha sido bien estudiado por el gobierno español y puede significar que, en algún momento, desde La Habana digan, gracias y hasta pronto.
La cuarta idea, posiblemente la más delicada, hace referencia al “acompañamiento crítico, pero constructivo”, de la colaboración. ¿Críticas a la revolución? ¿Críticas de España a Cuba? Por muy constructivas que sean, no tienen cabida en la organización ideológica e institucional cubana, y este es otro error de la Estrategia española con Cuba.
Una estrategia que quizás pueda contar con el respaldo de las inversores en la Isla, angustiados por las dificultades para repatriar beneficios a las casas matrices o cobrar los créditos de corto plazo, pero que va a recibir más de una crítica procedente del otro lado. O un silencio que apunta a un rechazo institucional a los enunciados que no son del agrado de las autoridades cubanas. Lo que es peor. Y ya se sabe que la propaganda exterior del sistema cubano hace daño, y mucho.
Visto en esta perspectiva, la Estrategia española hacia Cuba viene a confirmar que el caso cubano está tomando las características de “caso perdido” para la diplomacia española, y que si bien existe cierta voluntad de actuación, compromiso y entendimiento, al mismo tiempo se reconocen los estrechos márgenes que desde La Habana son autorizados para un diálogo positivo y fructífero.
En cualquier caso, los objetivos son muy generales, difusos y hasta cierto punto, de escaso alcance y grado de compromiso. Tal vez otro enunciado asociado a una posición distinta, más reivindicativa, más interesada en propiciar avances en Cuba hacia la democracia y las libertades, tendría mucho más sentido que la apuesta formulada por el gobierno español. Los resultados nos dirán si sirvió para algo.
- Elias M. Amor Bravo.
- Analista cubano y especialista en formación profesional y empresarial.
- Licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales.
- Máster en gestión pública directiva.
- Director de la Fundación Servicio Valenciano de Empleo.
- Director general de formación y cualificación profesional. Miembro del Consejo Académico del Centro de Estudios Convivencia.
- Reside en Valencia, España.