El deseo de este artículo es ayudar y llevar al contexto eclesial y social cubano la imbricación tangible de la nueva encíclica del Papa Francisco: Fratelli tutti, la cual traducida al español significa Hermanos todos. La misma se refiere a la Fraternidad y la Amistad Social. La visita del Sumo Pontífice a nuestra Isla en 2015 puede servirnos de antecedente a la lectura pausada de la Carta Pastoral, pues en ella se emplean varios de los conceptos que esbozó el argentino en Cuba.
Por ejemplo, el tema de ver nuestros anhelos (con un ojo de vidrio) de un mejor mañana, donde prevalezca la justicia social, expresado en el documento como un sueño compartido en común por los pueblos pobres de la historia. En las últimas palabras de la encíclica, cuando se dice “que Dios inspire ese sueño en cada uno de nosotros”1, hay un llamado sin dudas a la construcción de una Iglesia en Cuba, con la capacidad de hacer florecer las capacidades creativas de las personas en pos de un futuro esperanzador.
Sin lugar a dudas, el plato fuerte de la Carta Pastoral es la lectura crítica que se hace de la parábola del buen samaritano. A mí este fragmento me ha recordado mucho a las exposiciones que se hicieron en la Semana Social Católica de 1994. Allí se hizo una interpretación encarnada de nuestra realidad y se definió que el principal daño causado por la crisis multidimensional que vivía (vive) el país, era el daño a la humanidad del cubano; fue donde primero se hizo referencia al daño antropológico.1 El deseo de Fratelli tutti de ver emerger una humanidad samaritana, debe llevarnos a preguntarnos, cómo podemos ampliar la capacidad samaritana de nuestras comunidades parroquiales, donde muchas veces el dogma nos encierra y nos hace mirar al herido (pecador, pobre, disidente) desde lejos.
Algunas de las palabras y frases claves de esta Carta Pastoral, según monseñor Rogelio Cabrera2 son las siguientes: “Amor Político, Memoria Penitencial, Arquitectura y Artesanía de la Paz, Mezquindad Casera, Ver la realidad como un Poliedro, Narcicismo Localista, Nosotros Barrial”. De ahí me parece útil el poder preguntarnos cómo estos conceptos se hacen carne en nuestra mínima realidad eclesial. Con esta carta el Papa nos recuerda a los cubanos la importancia de ser vecinos, cuidarnos unos a otros. Cuba, si entendemos el documento de forma contextual, puede estar llamada a convertirse en un gran barrio. Lo interesante es buscar en medio de una realidad tan unidireccional como la nuestra, la semilla que haga germinar la amistad social. Para ello es vital empezar a impulsar desde la Iglesia una mentalidad de inclusión, donde prevalezcan los elementos que tenemos en común. Sé que hay ejemplos tangibles de esto, pues ahora en la pandemia, se han unido jóvenes creyentes y no creyentes, para ir a colaborar en los centros de aislamiento sin más incentivo que el deseo de ayudar.
Con Fratelli tutti el Papa Francisco nos pide a los creyentes, y a los cubanos, sobre todo, no dejar de ver la esperanza en el horizonte. El documento describe con un realismo extraordinario la situación del planeta, haciendo referencia a que vivimos en un mundo enfermo, donde los sueños se han esfumado en pedazos. Los pensamientos de los agentes movilizadores de ideas en el mundo tienden a girar en torno a una sociedad líquida, cansada, rota; pero el Sumo Pontífice desde ese ecosistema fracturado busca generar una cultura del reencuentro y de la reconstrucción. Al leerlo es fácil ver, solo hay que asomarse a la ventana, cuán cerca tenemos ese universo descrito los cubanos, pues la situación social hace que la desesperanza, la huida, sea característica fiel de nuestro día a día.
Hoy, desde la Iglesia criolla, estamos llamados a seguir impulsando las directrices de la Encíclica; sueños distintos, buscar la verdad, instalar la luz en medio de la oscuridad de nuestra historia. Ese gran poliedro social llamado Cuba necesita gestos tangibles de Amor. Es bueno releer el documento final del ENEC, eminentemente laical, donde se expresa el deseo de ver una Iglesia encarnada, orante y misionera, convertida en una artesana de la paz y la armonía en la Nación.
En Fratelli tutti se habla de una Iglesia con rostro de esperanza, por el significativo papel del testimonio alegre. Ya esto lo había escrito Metol Ferrer, uno de los intelectuales católicos latinoamericanos de pensamiento más lúcido durante el siglo XX, como la vía más tangible de vencer al ateísmo libertino. Actualmente en Cuba es clave zafarnos del ancla del derrotismo y promover la aptitud del entusiasmo desde un ejemplo coherente; cada vez que un agente pastoral vive su misión con esa característica, los frutos se multiplican.
En el corazón de Fratelli tutti hay una propuesta concreta para fijarnos en el grito del que sufre. El profetismo eclesial cubano debe llevarnos a buscar el clamor de Dios en los rostros desesperados de las personas durante las largas colas para conseguir lo indispensable. Jesús nos llamó a todos los católicos con la parábola del buen samaritano, a poner nuestro catalejo en esa mujer y hombre que sufre cualquier tipo de injusticia social, entonces, por qué no intentamos generar modos pastorales que nos hagan ser creativos en nuestro modus vivendi, para generar una verdadera cultura del encuentro. La pobreza ambiental no debe hacernos perder ese deseo de compartir lo poco con el vecino. Una religiosa peruana de misión en Cuba escribió una vez que para saber de verdad cómo vivían los cubanos trató de vivir sin algunos privilegios económicos que recibía su congregación. Desde ese entonces cada día valora más al joven que decide quedarse en el país. A las demás hermanas de su congregación les pidió que vivieran su experiencia pero el ser humano tiene límites. Fratelli tutti aboga sin dudas, por una Iglesia con la capacidad de romper esos límites que drogan nuestra mente y nos hacen vivir en una burbuja existencial, alejados de las personas comunes que necesitan trasladarse en los ómnibus como el P15.
El Papa nos dice en su Encíclica que el que ama crea; Dios nos amó primero, por eso fue que decidió incluirnos como cumbre en su creación. Qué lindo sería poder contar con un pueblo cubano donde prevaleciera el amor, donde no hubiese más, “comunistas o mercenarios, gusanos o ciberclarias” (término eufemístico empleado para señalar a los ciberagentes del Estado que militan en las redes sociales), solo hombres y mujeres (familias) que tratan de encontrar puntos en común para generar un tejido social con la premisa de la felicidad en su ADN. Uno de los fragmentos más emotivos de Fratelli tutti es al leer: “cuando se respeta la dignidad del hombre y la mujer, sus derechos son reconocidos y tutelados, florece a su vez la creatividad, ahí el ingenio y la personalidad humana pueden desplegar sus múltiples iniciativas en favor del bien común.”4
Esta Encíclica bebe mucho también de Laudato Si y Evangelii Gauidium, que nos remite a un neologismo aportado por el Papa Francisco y es el de la palabra primerear, un Dios que primerea. Primerear es inventar cosas nuevas, superar los periodos especiales del camino, los fallidos modos de proceder. En el presente necesitamos también un laicado cubano que sea capaz de primerear los cambios necesarios que la nueva época asigna a nuestra Iglesia. Muchas veces solemos dejar al sacerdote toda la responsabilidad del funcionamiento de la comunidad, cuando la propuesta de una Iglesia sinodal debe conducirnos a construir juntos, sin clericalismos, el proyecto parroquial que soñamos para el futuro. La pastoral familiar, juvenil, caritativa, etc., deben ser espacios en constantes movimientos, presididos por laicos que sueñan una parroquia viva, con la capacidad de transformar, al menos, el entorno que la rodea.
Fratelli tutti nos mueve a actuar, pues el buen samaritano no fue solamente un observador burocrático que mira indistinto la situación a su alrededor. Su aptitud estuvo marcada por ir al encuentro de ese ambiente de dolor signado por la corrupción del alma humana. Su modo de proceder no solo incluyó curar a la víctima, sino pensar en su futuro. Por eso el Papa nos habla de una Iglesia protagonista de una política social justa. No estamos en tiempos del “Amor todo lo Espera” pero ruego mucho a Dios porque los “privilegios” no nos hagan mirar arriba para no ver los actos de odio que genera la desesperación a nuestro alrededor. El Papa escribió una definición necesaria sobre el rol de la política: “por más que cambien los mecanismos de producción, la política no puede renunciar a lograr que la organización de una sociedad asegure a cada persona alguna manera de aportar sus capacidades y su esfuerzo, porque no existe peor pobreza que aquella que priva del trabajo y de la dignidad humana.”
Cuba es un país donde el autodesempleo es una dinámica cultural, sobre todo entre los jóvenes, la gente dice que este es el único país del mundo donde se puede vivir sin trabajar. El gobierno ha regido su política social en la subvención de productos y servicios a la población, lo que en su diseño inicial podía representar un bien. En este momento, incluso oficialmente, se reconoce como un problema a resolver, por eso la tarea ordenamiento habla de que a la persona que esté sin trabajar le va a costar mucho subsistir. Lo peligroso es que ahora tenemos una sociedad no entrenada para ese proceso, factor que puede derivar en violencia. La Iglesia debe ampliar ante la inminencia de estas nuevas medidas, su apuesta por la formación para el emprendimiento, pues se ha visto que si algo ha caracterizado al cubano, es su creatividad. También se hace urgente identificar a las personas vulnerables (con pobreza extrema), para aunar esfuerzos en pos de ayudarles a vivir de forma más dignas.
En el 2021 debemos comenzar a vivir un Nuevo Plan Pastoral, Fratelli tutti motiva a replantearnos las formas de llevar adelante nuestras obras eclesiales, mediante una organización pastoral que realmente toque la vida de sus destinatarios. Es hora de pensar cuáles son las estructuras eclesiales que debemos renovar, para intentar dar una respuesta adecuada a los signos de los tiempos en esta Cuba de hoy. Enfrentamos una crisis en el plano eclesial signada por la disminución importante de asistencia a nuestros templos, algo que venía sucediendo y que la COVID-19 agudizó de forma alarmante.
Si deseamos entrar en una dinámica eclesial de enriquecimiento permanente, necesitamos abandonar nuestros individualismos institucionales religiosos, para crear verdaderos espacios de comunión existencial y participación, priorizando el trabajo en red. Algo tan sencillo como que al menos inter-eclesialmente se reconozcan los títulos educativos de nuestros centros, no puede ser una quimera. Es hora de diseñar y ejecutar una Iglesia circular, donde el clero y el laicado remen a la par, en pos de la construcción de un horizonte esperanzador nacional. Hace tiempo pude asistir a una peregrinación desde Nipe al Cobre; caminar junto a monseñor Domingo Oropesa, obispo de Cienfuegos, me permitió ver y comprender mejor al ser humano detrás del prelado. Cuánto bien nos haría el poder contar cada día con un mayor número de pastores que puedan “gastar” su tiempo, caminado a diario junto al pueblo cubano.
Deseo impulsar con este texto la lectura de Fratelli tutti, ojalá sus lectores cubanos, lo pudieran hacer en la familia o en su comunidad parroquial. Les puedo asegurar que en su totalidad es mucho más rica que las ideas esbozadas en estas líneas. Estoy seguro que cada uno podrá extraer vitaminados argumentos y enseñanzas esperanzadoras para su vida cotidiana. Pero, me atrevería a decir, que su propuesta fundamental es generar preferencias apostólicas comunitarias e individuales que hagan tangibles sus conceptos en nuestras vidas, en nuestra Cuba.
Referencias
[1]Fratelli tutti: la política como ternura y amabilidad; Leonardo Boff; www.amerindiaenlared.org visitado el 4 de noviembre de 2020.
2 Valdés D. et al. Reconstruir la sociedad civil: un proyecto para Cuba. Ponencia en la II Semana Social Católica, La Habana, 1994. p. 28 (fracaso antropológico).
3Arzobispo de Monterrey, presidente del consejo económico del CELAM, presidente de la Conferencia Episcopal Mexicana.
4 La encíclica silenciada; Ángel Gómez Puerto; https://paradigmamedia.org
- Julio Norberto Pernús Santiago (Cienfuegos, 1989).
- Licenciado en Comunicación Social.
- Máster en Historia Contemporánea con mención en Relaciones Internacionales.
- Redactor de la publicación católica Vida Cristiana.
- Coordinador de la Comisión de Estudios de la Historia de la Iglesia en América Latina (CEHILA) sección Cuba.
- Miembro de SIGNIS Cuba.
- Reside en La Habana.