Martes de Dimas
El jueves 27 de agosto de 2020, en el programa televisivo “La pupila asombrada”, más que asombrar decepcionó. Sesenta años después de condenada al ostracismo la reaparición de la guarachera de Cuba no fue la reivindicación esperada, sino la confirmación del rasero trazado por Fidel Castro en 1961: Dentro de la Revolución, todo; contra la Revolución nada.
Entre las cientos de canciones interpretadas por la reina de la salsa, el director de la revista Caimán Barbudo, Fidel Díaz Castro, quien tuvo a su cargo la presentación, eligió el tema “Guajiro llegó tu día”, que Celia había cantado en junio de 1959, un mes después de dictada la Ley de Reforma Agraria.
Úrsula Hilaria Celia de la Caridad De la Santísima Trinidad Cruz Alonso, conocida como Celia Cruz (1925-2003), cantante, bailarina y actriz cubana, nació en el seno de una familia pobre, comenzó a cantar de niña, integró la agrupación musical “Botón de Oro” y cantaba tangos por la radio. Fue vocalista de varias orquestas, entre ellas de la Sonora Matancera en los años 50 del pasado siglo con la cual estuvo durante 15 años. Compartió con las figura más importantes en el mundo de la música. Legó un centenar de discos grabados, obtuvo dos doctorados Honoris causa en 1989 y 1992. Filmó en el cine y en telenovelas. Recibió su primer disco de Oro en 1957. Integró el espectáculo Las Mulatas de Fuego, con el que recorrió Venezuela y México[1], país en que decidió permanecer y luego pasó a residir en Estados Unidos.
En el concierto brindado en el “Yankee Stadium” con el conjunto “Fania All-Stars”, integrado por líderes de grupos latinos, dio un impulso definitivo a La salsa y se erigió como su imagen distintiva con las orquestas de Tito Puente, Willie Colón, Ray Barreto y Johnny Pacheco.
Recibió una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood; a un tramo de la miamense Calle Ocho, se le adjudicó el nombre de Celia Cruz Way; recibió dos Grammy, premio al que fue nominada en 15 oportunidades -equivalente a un Óscar en el cine-, y tres Grammy Latinos, entre otros reconocimientos; y el presidente Bill Clinton le impuso el “National Endowment for the Arts”, la más alta condecoración en esa esfera.
Celia influyó en la música latina con la música cubana y devino genuina embajadora de esa manifestación artística. Su dimensión espacial fue de tal envergadura que en varios países se le calificó de “institución de la música tropical”, “artista de talla internacional”, “leyenda musical”, “reina de la salsa”, “azúcar”, “la guarachera de Cuba”, “la que sacó a Cuba del mar de las Antillas y la paseó por el mundo”, entre otras.
Siendo mujer y negra se impuso en una sociedad dominada por arraigados prejuicios machistas y raciales. Sin embargo, en Cuba cada año se desarrolla el festival Benny Moré, en memoria del “bárbaro del ritmo”, el más grande cantante popular cubano, mientras a ella, la más grande cantante popular de Cuba, se le condenó al ostracismo. Su nombre fue excluido de los diccionarios musicales, su voz censurada en todos los medios de difusión, y lo peor y más inhumano, a esa Celia que cantó durante 55 años se le prohibió asistir a los funerales de su madre.
En una oportunidad Celia declaró: he abandonado todo lo que más quería porque intuí enseguida que Fidel Castro quería implantar una dictadura comunista. En “Celia, Mi vida”, un libro autobiográfico, relata que intentó regresar a Cuba para despedirse de su madre, muy enferma, pero no se le permitió aguantarle la mano cuando se estaba muriendo, por lo que decidió no pisar nunca más suelo cubano hasta que no desapareciera ese sistema. Después de ese hecho, ocurrido el 7 de abril de 1962, su posición política se radicalizó.
El 21 de julio de 2004, con motivo de la muerte de Antonio Gades, el diario oficial Granma le dedicó una página completa, encabezada con la inscripción: Antonio Gades. Lamentable pérdida de un inmenso amigo, al que calificó como defensor indeclinable de la Revolución cubana. Un año antes, el 16 de julio del 2003, al morir Celia Cruz, el Granma publicó una escueta nota: activa en las campañas contra la revolución cubana en las últimas décadas e ídolo de la contrarrevolución.
En esa oportunidad, para criticar ese trato diferencial, publiqué en Vitral[2] “Celia sí, y Gades también”. Allí expuse: ¿Es que Gades es un amigo y Celia una enemiga de Cuba?. La respuesta es sencilla. Se trata del pernicioso efecto del control político sobre el arte. Gades se identificó con la ideología del poder, Celia tuvo que abandonar su tierra por no compartir ese poder. Y preguntaba: ¿Cuba es sólo de los revolucionarios, aunque no sean cubanos? ¿Qué es Cuba, pueblo y gobierno, o solo gobierno? ¿A qué cubano se le consultó si consideraba a Celia amiga o enemiga? Sólo en una cosa tenía razón el Granma: Ella no era amiga de Cuba, Celia, sencillamente, era Cuba.
“La pupila asombrada” intentó presentarla a los que no la conocieron como una mujer sin criterios propios, manipulable, que fue utilizada como ícono de la lucha contra la Revolución Cubana. Planteamiento demostrativo de lo que ocurre cuando la cultura en general y el arte en particular se convierten en instrumento del poder.
La pérdida del monopolio de la información con las redes sociales les jugó una mala pasada a esa intención. Un grupo de intelectuales cubanos, entre ellos la musicóloga Rosa Marquetti, ha calificado la presentación como tendenciosa, manipuladora y reduccionista; el periodista, Carlos Olivares Baró, recordó que en una entrevista que le hizo a Celia, el editor quería poner en los créditos que era cubana estadounidense y ella le dijo: Carlos, que quiten eso: soy cubana y nada más que cubana; el escritor Ramón Fernández Larrea señaló: confunden lo cubano con lo castrista. Si no eres castrista no eres cubano, en su estrecho y malintencionado medidor; el humorista Ulises Toirac calificó de contraproducente a lo que se dijo en el programa televisivo; etcétera.
Su dimensión universal no la apartó nunca de Cuba. Celia fue y es cubana. Me falta mi tierra, Cuba–, expresó en más de una oportunidad– pero algún día la recuperaré. Ese día, Celia, aunque no estarás físicamente estarás, porque nunca dejaste de estar; ese día tendrás el homenaje que tu pueblo te debe. Será una genuina presentación, no mutilada, sino sencillamente, como eras y eres: como Celia, la guarachera de Cuba.
La Habana, 2 de septiembre de 2020
[1]Valdés Alicia. “Con música, textos y presencia de mujer- Diccionario de mujeres notables en la música cubana” La Habana, Ediciones Unión, 2005. p. 131
[2] http://www.revistavitral.org > pcult. Revista Vitral No. 63. Año XI, sept-oct, No. 63 de 2004 y reproducido en: www.nuevaprensalibre.com >.
- Dimas Cecilio Castellanos Martí (Jiguaní, 1943).
- Reside en La Habana desde 1967.
- Licenciado en Ciencias Políticas en la Universidad de La Habana (1975), Diplomado en Ciencias de la Información (1983-1985), Licenciado en Estudios Bíblicos y Teológicos en el (2006).
- Trabajó como profesor de cursos regulares y de postgrados de filosofía marxista en la Facultad de Agronomía de la Universidad de La Habana (1976-1977) y como especialista en Información Científica en el Instituto Superior de Ciencias Agropecuarias de La Habana (1977-1992).
- Primer premio del concurso convocado por Solidaridad de Trabajadores Cubanos, en el año 2003.
- Es Miembro de la Junta Directiva del Instituto de Estudios Cubanos con sede en la Florida.
- Miembro del Consejo Académico del Centro de Estudios Convivencia (CEC).