Martes de Dimas
Cosme de la Torriente y Peraza (1872-1956), es una figura clave para comprender el rumbo que tomó Cuba después del golpe de estado de 1952 y prever el camino a tomar ante los inminentes cambios que se avecinan.
Licenciado en Filosofía y Letras, y en Derecho, Coronel del Ejército Libertador, Delegado a la Asamblea Constituyente de la Yaya, Magistrado y Senador, Encargado de Negocios y Embajador de Cuba en Madrid, primer Embajador de Cuba en Washington, Representante de Cuba en la Liga de las Naciones y presidente de la Sociedad de Amigos de la República (SAR)[1].
La violencia
Desde las elecciones presidenciales de 1902 hasta el derrocamiento de Gerardo Machado en 1933, la violencia fue la opción predominante: la Guerrita de Agosto de 1906, la matanza de los Independientes de Color en 1912, el alzamiento de los liberales en 1917 y la Revolución del 30, lo demuestran. En el período posterior a 1933, las salidas violentas estuvieron presentes hasta el gobierno de Federico Laredo Brú, quien medió entre las fuerzas opositoras, dictó una amnistía política, permitió el regreso de los exiliados y convocó a la Convención Constituyente que dio a luz la Constitución de 1940.
Entre 1940 y 1952 Fulgencio Batista y Zaldívar, Ramón Grau San Martín y Carlos Prío Socarrás resultaron electos democráticamente, pero la corrupción político-administrativa y el desgobierno durante los gobiernos auténticos, condicionaron el escenario para el golpe de estado de 1952 y para las dos respuestas: el diálogo y la violencia.
El díálogo
La primera respuesta la manifestó Cosme de la Torriente el 26 de marzo de 1952: Siempre he sido contrario a que las fuerzas armadas intervengan en las luchas políticas y por eso mismo también a los golpes o pronunciamientos militares, pues nunca han producido ventajas… que hubiesen podido lograrse en otra forma y en cambio han traído terribles inconvenientes[2].
Ya retirado, en noviembre de 1952, Cosme fue electo presidente de la SAR para mediar entre el gobierno y la oposición, para lo que empleó su amplia experiencia política y diplomática como en los ejemplos siguientes:
En 1917 al mediar entre liberales y conservadores propuso un acuerdo para evitar la guerra civil. En 1925 publicó su folleto “Los derechos de Cuba sobre la Isla de Pinos”; y siendo embajador en Washington logró se aprobara el Tratado Hay-Quesada, mediante el cual Cuba recobró la soberanía sobre esa porción de territorio cubano. En 1927 inició una campaña contra Gerardo Machado y convirtió su bufete en el primer escenario de la lucha ciudadana contra la Prórroga de Poderes. En 1931 dijo a los líderes del Directorio Estudiantil: Lo que entiendo, como siempre he entendido… es que mucho mejor que una revolución, siempre de dudoso éxito, es llegar a una inteligencia o a una conciliación que permita un compromiso o convenio que restablezca la paz moral en la República y el orden jurídico destruido. En 1934 redactó el proyecto inicial del Tratado de Relaciones entre Cuba y Estados Unidos y desde La Habana dirigió las negociaciones que sostenía en Washington el embajador cubano Manuel Márquez Sterling, que culminaron con la abrogación de la Enmienda Platt.
Con esos antecedentes, convencido de lo infructuoso de la violencia, encabezó el Diálogo Cívico dirigido a retomar el camino de la constitucionalidad.
El 23 de noviembre de 1952 la SAR lanzó su primer manifiesto público, exhortando a la organizaciones políticas del gobierno y de la oposición para que colaboraran en una solución pacífica y democrática. La esencia de la conciliación consistía en: restablecer cuanto antes la Constitución de 1940, celebrar nuevas elecciones y formar un gobierno que diera garantías a las partes en contienda.
En marzo de 1953, cuando el gobierno de Batista proyectó la restitución de la Constitución de 1940, la SAR emitió un comunicado criticándole el hecho de no haber consultado a la oposición; pues consideraba que el problema sólo podía resolverse mediante la concertación previa de gobierno y oposición.
La violencia
La segunda respuesta, la violencia, debutó con el asalto al cuartel Moncada. A partir de ese momento a las contradicciones entre gobierno y oposición se unió la lucha por el predominio entre la vía cívica y la armada.
Después de las elecciones del 1 de noviembre de 1954, el gobierno de Batista restituyó la Constitución de 1940 y amnistió a todos los presos políticos, que eran dos de las exigencias que se le hacían. Entonces, en ese nuevo escenario se creó el “Frente de Oposición Unido”, por lo que la SAR lanzó su primer manifiesto el 3 de junio de 1955, y el 20 de junio emitió el segundo manifiesto, en el cual se establecieron las premisas para el contacto con el gobierno.
El 11 de octubre de 1955 Cosme solicitó una entrevista a Batista. La respuesta a la solicitud fue que él no contaba con el respaldo de todos los grupos políticos para poder representarlos. Entonces, Cosme solicitó a los grupos que reiterarán públicamente el poder que le habían otorgado. Para ese fin se convocó al acto público del 19 de noviembre de 1955 en el Muelle de Luz, al que asistieron los dirigentes máximos de los partidos de oposición, de la SAR, de la FEU y del Partido Socialista Popular, donde se manifestaron las contradicciones entre la tendencia cívica y la violenta.
La violencia se impone
En 1956 comenzó el Diálogo Cívico. Manuel Bisbé por los comisionados de la oposición y Anselmo Alliegro por los gubernamentales. Se celebraron cuatro sesiones los días 5, 7, 9 y 12 de marzo, en las que, al no lograse la conciliación, el camino quedó despejado para la violencia.
El 31 de agosto de 1956 Fidel Castro y José Antonio Echeverría firmaron la Carta de México. En uno de sus acápites decía: es hora de que los partidos políticos y la SAR cesen ya en el inútil esfuerzo de implorar soluciones amigables en una actitud que en otros momentos pudo ser patriótica pero que, después de cuatro años de rechazo, desprecio y negativas, puede ser infame[3]. Dos meses después fue ajusticiado el coronel Antonio Blanco Rico, jefe del Servicio de Inteligencia Militar, por miembros del Directorio Revolucionario.
La principal exigencia de la SAR al gobierno de Batista era la restitución de la Constitución de 1940, lo cual se produjo en 1955. Sin embargo, en febrero de 1959, sin consulta popular, la Carta Magna del 40 fue sustituida por la Ley Fundamental del Estado Cubano; unos estatutos con los que el primer Ministro asumió las facultades de jefe de gobierno y el Consejo de Ministros las funciones del Congreso. Entonces, convertida la Revolución en fuente de derecho, la institucionalidad y la sociedad civil existentes fueron barridas y Cuba, seis décadas después de aquel acontecimiento, se encuentra sumida en la crisis más profunda de su historia.
La experiencia resultante de los hechos que condujeron al actual sistema totalitario tienen que emplearse en los cambios que ocurrirán más temprano que tarde. De ahí la importancia de desandar caminos, humanizar las relaciones e imponer el diálogo y la diplomacia; proceso en el cual tiene que estar presente la prédica, sintetizada en el testamento político de Cosme de la Torriente:
Unirse y reunirse es lo que deben hacer gobierno y oposición; Justicia y cumplimiento de la ley; Cuando se reúnan que se acuerden de mi y de mis prédicas; Olviden sus cosas particulares y piensen en Cuba.[4]
La Habana, 13 de junio de 2020
[1] La SAR, institución rectora de la conducta cívica de la política nacional, en la que tomaron parte un considerable grupo de respetados intelectuales cubanos, se fundó en 1948 bajo la presidencia de Jorge Mañach y desde los años 50 encabezada por Cosme de la Torriente.
[2]Ibarra Guitart, Jorge. Sociedad de Amigos de la República; historia de una medición 1952-1958, La Habana, 2003, Editorial de Ciencias Sociales, pp.16-17
[3] Ibídem, p.149
[4] Ibídem, p.151
- Dimas Cecilio Castellanos Martí (Jiguaní, 1943).
- Reside en La Habana desde 1967.
- Licenciado en Ciencias Políticas en la Universidad de La Habana (1975), Diplomado en Ciencias de la Información (1983-1985), Licenciado en Estudios Bíblicos y Teológicos en el (2006).
- Trabajó como profesor de cursos regulares y de postgrados de filosofía marxista en la Facultad de Agronomía de la Universidad de La Habana (1976-1977) y como especialista en Información Científica en el Instituto Superior de Ciencias Agropecuarias de La Habana (1977-1992).
- Primer premio del concurso convocado por Solidaridad de Trabajadores Cubanos, en el año 2003.
- Es Miembro de la Junta Directiva del Instituto de Estudios Cubanos con sede en la Florida.
- Miembro del Consejo Académico del Centro de Estudios Convivencia (CEC).