Martes de Dimas
Enrique José Varona (1849-1933), filósofo, poeta, escritor y periodista. De mente ilustre y cuerpo débil, se incorporó a la Guerra de los Diez Años y tuvo que desistir por razones de salud. Ingresó al Partido Liberal en 1878 -devenido autonomista- del cual fue redactor de su órgano oficial. Se incorporó al independentismo y asumió la dirección del periódico Patria en 1895. Entre 1899 y 1900 ocupó las secretarías de Hacienda e Instrucción Pública. Militó en el Partido Moderado, luego en el Partido Conservador, del cual fue Presidente. En 1913 fue electo Vicepresidente de la República y en 1927 se pronunció contra la Prórroga de poderes de Gerardo Machado. De formación esencialmente autodidacta terminó el bachillerato a los 42 años y en los dos años siguientes obtuvo la licenciatura de Filosofía y Letras y el grado de Doctor en la Universidad de La Habana.
A 87 años de su desaparición física su pensamiento tiene mucho que decir acerca de la crisis estructural en la que Cuba está inmersa.
La política y el ciudadano
Desde su concepción positivista aferrado a los hechos y a la experiencia, convencido de que nada será bueno ni perfecto mientras los hombres no sean buenos y perfectos[1], y que para vivir de otro modo necesitamos aprender de otro modo[2], Varona dedicó 50 años de su vida a la política y la educación:
En 1913, con la experiencia de haber militado en varios partidos políticos, escribió: Mi Manera fundamental de pensar estriba en lo siguiente: un partido tiene por fin gobernar, no administrar. Gobernar es aplicar principios, administrar es utilizar personas.[3]
A los graduados universitarios de 1927 les dijo: Pero no se conformen ustedes con los cambios políticos, si a éstos no sigue, para completarlos y afianzarlos, un cambio de orientación social… No lo olviden nunca. Vivir es cambiar. Lo que se estanca se pudre. Pero cambiar de modo provechoso no es, nunca, volver hacia atrás.[4]
En 1930 sentenció: La República ha entrado en crisis, porque gran número de ciudadanos han creído que podían desentenderse de los asuntos públicos. Este egoísmo cuesta muy caro. Tan caro, que hemos podido perderlo todo.[5]
Varona aspiraba a una enseñanza laica, gratuita y sostenida por el Estado, abierta a todos los sectores de la población. Conforme al precepto de que enseñar es fecundar; desde la cartera de Instrucción Pública encabezó la reforma integral de la enseñanza. Su proyecto incluía una “Ciudad Universitaria”, como base geográfica del Estado Universitario, con sus ciudadanos, sus leyes, y su organización jurídica, parques, gimnasios, salas de conferencias, galerías de arte, teatros, dormitorios, enfermerías, bibliotecas, museos, imprentas, círculos sociales, sociedades literarias, artísticas, científicas[6].
La economía
La causa de la ruina de Cuba –dijo Varona en 1895-, a pesar de sus zafras de un millón de toneladas y de sus extensas vegas de tabaco, es muy sencilla de encontrar. En Cuba no se capitaliza. Y no se capitaliza porque no lo consiente el régimen fiscal a que la somete su gobierno.[7]
Heredero de las ideas que van desde el Obispo Espada[8], autor en 1808 de un proyecto basado en una economía diversificada de pequeños productores agrícolas, hasta las de Manuel Horta Duque[9], quien defendió esas ideas en la Constituyente de 1940, pasando por José Antonio Saco, Francisco de Frías, Conde de Pozos Dulces, Martín Morúa Delgado, José Martí y Manuel Sanguily. Su credo era que el pueblo cubano sólo requería de libertad e independencia para ser un factor de prosperidad y progreso en el concierto de las naciones civilizada[10], y en consecuencia asumió la defensa del capital nacional, para lo cual propuso la transformación del sistema fiscal para favorecer la prosperidad de la pequeña propiedad.[11]
Desde esa visión, entre sus esfuerzos por generar y sostener una clase media propietaria, impulsora de la diversificación agrícola y del desarrollo industrial, Varona publicó, en la Revista Cubana, dos notas al libro “Tesoro del agricultor cubano…” de Francisco Javier Balmaceda, una obra que estaba dirigida a ese fin[12].
Por sus características, la clase media es un sector cuyo capital, al resultar insuficiente para vivir sólo del interés, participa activamente en su gestión. Su importancia es tan significativa que el progreso contemporáneo es imposible en su ausencia, que es precisamente lo que Varona defendía y los que el Gobierno cubano niega mediante la estatización casi absoluta y la prohibición a los cubanos de participar en la gestión económica de su país en la condición de sujetos.
Resumiendo
En educación y formación ciudadana, un siglo después de la labor de Varona, las universidades cubanas, empeñadas en formar súbditos, se han encargado de borrar toda huella del concepto de ciudadano. En su lugar, enarbolaron la consigna excluyente “la universidad para los revolucionarios”; es decir, no para todos los cubanos. La suerte de todo aquel, alumno o profesor, que se ha negado a asumir la condición de súbdito y ha intentado conducirse como ciudadano, ha sido terminar expulsado de la universidad o de cualquier otro centro docente.
En economía, la clase media antes de 1959 contaba con miles y miles de pequeñas y medianas empresas. Basta citar la producción nacional de calzado, que contaba con mil empresas y talleres que empleaban más de 10 mil obreros, producían alrededor de ocho millones de pares de zapatos anuales y la industria textil, que representaba una inversión de más de 50 millones de pesos, daba empleo a más de 25 mil obreros y contaba con unas 85 fábricas de medias, camisas, toallas, pantalones, guayaberas y otros tejidos. Esa clase media recibió el último golpe con la Ofensiva Revolucionaria de 1968. Desde ese momento el desabastecimiento creciente sustituyó la variedad de productos antes existentes, lo que explica las interminables colas para conseguir cualquier alimento básico desde alimentos hasta artículos de aseo.
Mientras tanto, las ideas de Varona en política, economía y educación tendrán que retomarse y adaptarse a la nueva época, lo que no se podrá es continuar ignorándolas. Lo doloroso ha sido el retroceso sufrido gracias a la ideología dominante y a la existencia de un solo partido.
La Habana. 25 de junio de 2020
[1]Entralgo, Elías, Medardo Vitier y Roberto Agramonte. Enrique José Varona: Su vida, su obra y su influencia. Habana, Cultural S.A., 1937, p.245
[2] Meza, Josefina y Pedro Pablo Rodríguez. “Enrique José Varona. política y sociedad”. La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1999, p. 209
[3] Ibídem, p. 244
[4] Meza, Josefina y Pedro Pablo Rodríguez. “Enrique José Varona. política y sociedad”. La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1999, p. 275
[5][5] Ibídem, p. 288
[6] Entralgo, Elías, Medardo Vitier y Roberto Agramonte. Enrique José Varona: Su vida, su obra y su influencia. Habana, Cultural S.A., 1937, p.266
[7] Meza, Josefina y Pedro Pablo Rodríguez. “Enrique José Varona. política y sociedad”. La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1999, p. 107
[8] Juan José Díaz de Espada y Fernández de Landa, Obispo entre 1800 y 1832
[9] Manuel Horta Duque (1896-1964), catedrático y jurista.
[10] Meza, Josefina y Pedro Pablo Rodríguez. “Enrique José Varona. política y sociedad”. La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1999, p. 178
[11] Ibídem, p. 124
[12] Ibídem, p. 101
- Dimas Cecilio Castellanos Martí (Jiguaní, 1943).
- Reside en La Habana desde 1967.
- Licenciado en Ciencias Políticas en la Universidad de La Habana (1975), Diplomado en Ciencias de la Información (1983-1985), Licenciado en Estudios Bíblicos y Teológicos en el (2006).
- Trabajó como profesor de cursos regulares y de postgrados de filosofía marxista en la Facultad de Agronomía de la Universidad de La Habana (1976-1977) y como especialista en Información Científica en el Instituto Superior de Ciencias Agropecuarias de La Habana (1977-1992).
- Primer premio del concurso convocado por Solidaridad de Trabajadores Cubanos, en el año 2003.
- Es Miembro de la Junta Directiva del Instituto de Estudios Cubanos con sede en la Florida.
- Miembro del Consejo Académico del Centro de Estudios Convivencia (CEC).