El desconocimiento de las leyes y derechos de los ciudadanos cubanos es un hecho que sigue aquejando dentro de la población. Si bien y para suerte son muchos hoy los que defienden y valoran esos derechos, todavía hay otros tantos que se creen con el derecho de eludirlos y avasallarlos.
En el día de ayer tuve un difícil momento, uno de esos en los que la razón y la dignidad de tu persona se antepone a todo, uno de esos en los que escuchas que eres leguleya o que lees mucho, por el simple hecho de defender y demostrar que tus derechos no existen para que nadie los pisotee, sino para que sean respetados a la par del respeto de los otros.
Todo por querer comprar un “pedacito”, y lo digo en diminutivo porque decir pedazo sería absurdo, al precio que tiene, de carne de res. Esto me sucedió en un mercado llamado “El Súper”, donde estuve dos días intentando comprar carne de res, la cual se estuvo descongelando por casi tres días para poder ser vendida.
Después de una larga y lenta cola de dos días logré comprar ayer. Cuando entré a la tienda pregunté por la carne, un empleado me enseñó que estaba en la nevera y que solo quedaban tres pequeños paquetes los cuales cogí, miré para decidir cuál llevar, marco para pagar en la caja y para mi sorpresa me dicen que no los puedo llevar porque otra persona que estaba también haciendo la cola en la caja los quería. Le expliqué que yo pregunté, los tomé de la nevera y los iba a llevar, porque hasta el momento esa carne no estaba restringida, además de que llevaba dos días para poder comprarle carne a mi hija.
El jefe de piso llegó y le expliqué la situación, además de que le pregunté a él personalmente por la carne desde el día anterior. Definitivamente mi explicación y mi defensa no le gustaron nada cuando me vi en la obligación de decirle que, si no había suficiente carne para la demanda de la población, no era mi responsabilidad, sino de la empresa que abastece y surte al mercado, la cual es propiedad del gobierno. Se le ocurrió decir que no me dejarían pasar por la caja y estaría dando vueltas en la tienda hasta su horario de cierre.
Ante eso tuve que exigir respetuosamente mis derechos y no permitir que un gerente sin escrúpulos hiciera su voluntad. Por otro lado, un señor que quería la carne me la quería arrebatar de las manos, lo cual al gerente tampoco le importó, pero yo no soy una mujer que se intimida fácilmente, porque si tengo la razón la defiendo hasta el final. Cuando estaba pagando mi compra, el gerente me amenazaba a viva voz diciendo que yo volvería a la tienda para comprar. ¿Acaso se creyó que ese era el patio de su casa?
Ya presenté una queja al respecto, no puedo dejar pasar este incidente, yo solo quise comprar carne legalmente, sin arrebatársela a nadie, ni pasar por encima de nadie. Los dos paqueticos de carne se los muestro en la imagen, da simplemente vergüenza el precio de esa pequeña cantidad que, por demás, no es carne de primera.
Nuestros derechos hay que defenderlos siempre, con respeto, con educación, recordando que sin ellos no somos más que simples marionetas en manos de alguien más.
- Rosalia Viñas Lazo (Pinar del Río, 1989).
- Miembro del Consejo de Dirección del CEC.