Desde que arreció la crisis económica en Cuba, se trata de crear la matriz de opinión de que hay dos “culpables” o responsables del desabastecimiento de una gran cantidad de productos de primera necesidad, de materiales de construcción, y otros renglones.
En periódicos, programas televisivos y radiales, todos oficialistas, se insiste en que los acaparadores son la raíz y la causa del problema de la escasez de casi todo. No pocos ciudadanos desinformados o ingenuos, repiten inocentemente la letanía de que son aquellos “aprovechadores” de las circunstancias los que “desaparecen” de las estanterías los artículos que deberían alcanzar para todos. Otros, cuya mentalidad continúa atrincherada en los viejos métodos, proponen como solución universal y completa que todo se incluya de nuevo en la impresentable “Libreta” mal llamada de abastecimiento, cuando no abastece casi nada y lo que sirve es para racionar lo poco que norma. Estos son los que en lugar de aspirar a mejorar se conforman con racionar, lo que equivale a decir, hacer porciones igualitarias de la escasez, acomodar a los perezosos y contentar a los a que se han acostumbrado a la “normalidad” de la miseria.
La prueba está en que cuando coinciden tres o cuatro productos del agro, o de aseo, o de enlatados, todavía hay ese tipo de personas que salen diciendo de la placita o del mercado: “Hay de todo”. Muy mal debe estar la percepción de la calidad de vida digna y de las expectativas de bienestar para decir sin ironía que “hay de todo” cuando se juntan más de dos productos.
En uno y en otros casos no son ni los revendedores ni los acaparadores los que tienen la responsabilidad principal del problema de los desabastecimientos permanentes y crecientes. La causa profunda, la raíz del problema, es que el modelo económico no funciona. Es que las fuerzas productivas están bloqueadas por el Estado, es que no alcanzan los salarios, es que Cuba no solventa sus deudas y por eso no recibe créditos, es que no se quiere que los empresarios privados se hagan cargo de sectores de la economía como los servicios, los abastecimientos, la producción de bienes, de alimentos, de las gestiones de importación-exportación aunque sea a escala personal o familiar. Las últimas medidas lo corroboran. Ya se está alertando sobre acaparamiento en las tiendas de artículos electrodomésticos y motociclos en las monedas como el dólar y el euro, que vuelven a complicar la ya ineficiente economía cubana siendo que se había afirmado hasta ahora que una de las principales y decisivas medidas para la recuperación de la economía cubana era la unificación de la moneda, se decía que hacia el peso cubano (CUP).
Es la falta de productividad, de eficiencia, de gestión eficaz, lo que produce el desabastecimiento. Y es sobre todo que, por segunda vez, la economía cubana vuelve a perder los subsidios de los que depende. Fue primero la caída de la extinta Unión Soviética y ahora de la convulsa Venezuela. No es solo el hombre el que tropieza dos veces con la misma piedra.
Cuando hay productividad, cuando se respetan las leyes del mercado y se regula con justicia social sin parasitismos ni acomodamientos, entonces el modelo económico funciona y el abastecimiento, e incluso la abundancia, es lo normal. En la normalidad de la producción, de la importación, del comercio y del mercado, no hay espacio para los acaparadores. Nadie acapara para revender a precios más altos cuando el consumidor puede encontrar esos mismos productos en abundancia y sin el temor de que mañana ya se habrán agotado. La fiebre del acaparamiento, de la reventa y del intermediario solo se da en la miseria, en la escasez, en la ineficiencia económica.
Vayamos a la raíz del problema y no simplifiquemos la causa. Señalemos y cambiemos los mecanismos productivos y liberemos las fuerzas de producción, y los acaparadores desaparecerán “como por arte de magia”. La magia que no existe sino para el divertimento y la alienación. Todos sabemos que es otro el arte que Cuba necesita: el del arte-sano, el del emprendedor privado, el de la empresa eficiente, el de la rentabilidad y la ganancia, el de la redistribución mediante los impuestos, el arte de buscar el bien común promoviendo los derechos y libertades cívicas, sociales y económicas del pueblo cubano.
- Yoandy Izquierdo Toledo (Pinar del Río, 1987).
- Licenciado en Microbiología.
- Máster en Bioética por la Universidad Católica de Valencia y el Centro de Bioética Juan Pablo II.
- Máster en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco de Vitoria, Madrid, España.
- Miembro del Consejo de Redacción de la revista Convivencia.
- Responsable de Ediciones Convivencia.
- Reside en Pinar del Río.