La ciencia y la tecnología, y los avances que en estas materias se han alcanzado a lo largo de los años, específicamente luego de la segunda mitad del siglo XX y lo que va de siglo XXI, configuran el rumbo y las transformaciones políticas, económicas y sociales de nuestras sociedades. El desarrollo, entendido en un sentido amplio, y no solamente como crecimiento económico, depende en gran medida de los avances científico-técnicos, así lo demuestran las experiencias de los países industrializados como Estados Unidos, o muchos países Europeos entre ellos Alemania e Inglaterra, realidad que contrasta con el caso latinoamericano donde la apuesta por cerrar la brecha científica-tecnológica es uno de los retos de mayor importancia y uno de los aspectos que explica el retraso de la región respecto a los países más avanzados (Sánchez Daza, et al., 2009).
Específicamente en el ámbito político, tal y como se ilustra en los documentales propuestos como bibliografía de este tema de la asignatura, las implicaciones de los avances en estos campos son decisivas de cara al futuro, a lo largo de la historia sucesos como la utilización de las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki demuestran cómo el desarrollo científico-técnico impacta fuertemente en la política. No obstante, resultan de interés no solo las decisiones claramente políticas sobre cómo usar las tecnologías y el desarrollo de las ciencias para responder a problemas determinados, sino cualquier uso que se haga de las mismas ya sea en el ámbito económico, cultural y social, pues la política entendida en un sentido amplio está íntimamente relacionada con todas las dimensiones y sistemas de relaciones que plantea la vida en sociedad. De este modo la utilización de avances tecnológicos en la economía representa sin lugar a dudas un reto u oportunidad política, por ejemplo, al analizar el impacto de una sustitución de la fuerza laboral por sistemas automatizados en un proceso productivo determinado, estaríamos frente a una situación en la que la ciencia desplaza empleados, lo que genera altos niveles de desempleo y con ello se puede caer en una situación de insatisfacción social y de crisis política.
Por otro lado, autores como Wittes y Chong (2014) señalan las implicaciones del extendido uso en la sociedad actual de los teléfonos celulares o los ordenadores, dispositivos en los que a menudo las personas depositan invaluable y sensible información personal que puede ser utilizada por empresas, o por gobiernos, para manipular, espiar, controlar, y tomar decisiones políticas en sentido general, las que pueden tener beneficios (por ejemplo, para combatir el terrorismo), pero también pueden implicar consecuencias negativas por representar violaciones de los derechos de las personas, las instituciones y los países. En este sentido, todos recordamos el escándalo generado en torno a Snowden, que pone de manifiesto el vínculo intenso que se da en el mundo actual entre política y desarrollo de la ciencia y la tecnología.
Al mismo tiempo, si nos referimos al tema específico de los impuestos y de los registros que gracias a los avances tecnológicos son posibles en la mayoría de los países del mundo desarrollado, entonces estamos frente a un aspecto que influye en la política en un sentido positivo, pues al prevenir la evasión fiscal permite desde un punto de vista económico un mejor equilibrio fiscal y desde un punto de vista político un mayor margen de decisión política de cara a programas asistenciales o de desarrollo tecnológico que han de ser financiados con fondos públicos.
Por otro lado, se pueden definir como algunos de los límites que han de condicionar el desarrollo científico-técnico y al mismo tiempo favorecer su implicación positiva con el mundo de la política, los siguientes:
- La cuestión ética y moral ante el desarrollo de la ciencia. La dignidad de la persona humana y el valor que esta posee por el simple hecho de existir (Guerra, 2003), ha de ser principio orientador del desarrollo de la ciencia, y representa el primer criterio ético a tener en cuenta a la hora de evaluar el uso que hace de las tecnologías y de la ciencia. Un ejemplo claro, y que marca un límite a la acción política, es el uso de los avances en estos campos o en las nanotecnologías para las guerras, como mecanismos de torturas, para desarrollar armas biológicas o en experimentos que atenten contra la vida e integridad de las personas.
- El problema de la financiación de la ciencia. En relación con el aspecto anterior, la financiación de proyectos de investigación debe estar sometida también a criterios éticos, a unos mínimos consensuados que garanticen el respeto a la dignidad de las personas. Los Estados han de financiar de manera más decisiva (mayores volúmenes) la investigación, innovación, conocimiento, pero han de garantizar al mismo tiempo que los avances alcanzados generen desarrollo humano integral, y no atenten contra la integridad de los países y las personas.
- Medio ambiente y sostenibilidad. El tema sobre el cuidado del medio ambiente es otro de los límites que debe imponerse al desarrollo científico técnico. La acción política ha de estar encaminada a generar un desarrollo que sea coherente con el cuidado de la casa común (Francisco, 2015). Es responsabilidad de las generaciones presentes garantizar condiciones de vida mejores a las generaciones que vendrán, y la política es un campo de acción en el cual se juega la sostenibilidad ambiental y el compromiso con el futuro. La ciencia y la tecnología han venido para mejorar nuestras vidas en muchos sentidos, pero en otros han de tomarse las precauciones necesarias para que no se comprometan estas aspiraciones.
Referencias
Francisco, P., 2015. Laudato Si´, Vaticano: s.n.
Guerra, R., 2003. Afirmar a la persona por sí misma. México D.F.: Comisión Nacional de Derechos Humanos.
Sánchez Daza, G., Figueroa Delgado, . S. & Vidales Carmona,, A., 2009. La ciencia y tecnología en el desarrollo : Una visión desde América Latina, Zacatecas: Universidad Autónoma de Zacatecas.
Wittes, B. & Chong, J., 2014. our Cyborg future: law and policy implications, Washington D.C.: Brookings.
Jorge Ignacio Guillén Martínez (Candelaria, 1993).
Laico católico.
Licenciado en Economía.